sábado, 29 de junio de 2013

LA TEOSOFÍA Y LA VIDA RELIGIOSA.


 Baden Offord
           La palabra religión deriva de una palabra latina que significa ‘religar’ o ‘volver a ligar’, esto es, volver a ligar a la unidad o esencia que está en la raíz de toda la vida. Puede ser llamada Dios, o el Espíritu Universal, o simplemente conciencia. Lo que une al hombre a este principio es llamado religión. Es claro que ninguna de las religiones ortodoxas de hoy día ha logrado religar o volver a unir el hombre a Dios. En la fundación de cada religión hubo un impulso espiritual dado por aquellos que habían obtenido la libertad, que más tarde era disminuido al ser  arrastrado o asimilado a la cultura particular de la cual surgía hasta que una creciente rigidez de dogma y conformismo apagaba por fin la llama que había ardido brillantemente al comienzo. Lao-Tze, Sri Krishna, Jesús, Moisés, Zarathustra, el Buddha, Mahoma, los cuales introdujeron una nueva era, eran revolucionarios en el sentido de que ellos inspiraron al hombre a elevarse sobre las limitaciones de su tiempo.
                           Krishnamurti señala que las creencias no son religión y que las creencias religiosas dividen a la gente. Los cristianos creen una cosa y los budistas otra; tienen distintas costumbres, distintos objetos de adoración y distintos rituales. Si religión es un re-unirse con Dios, entonces las creencias no tienen nada que ver con ella. Estar ligado a una creencia es estar ligado a la ignorancia, a la credulidad y al dolor. Estar ligado a Dios o a la Unidad es ser feliz y libre.
                          Krishnamurti dice: ‘Cuando la mente está limpia de imágenes, de rituales, de creencias, de símbolos, de palabras, mantras y repeticiones y de todo temor, entonces lo que se ve es lo real, lo eterno, lo imperecedero que puede ser llamado Dios. Esto requiere enorme discernimiento, comprensión, paciencia, y es solo para aquellos que realmente investigan sobre que es religión y la persiguen día tras día hasta el final. Solo aquellos sabrán lo que es religión.
                          Ver lo falso como falso es la acción de una mente religiosa, esta percepción disuelve el ego y sus tendencias. Rechazar todo aquello con lo que nos hemos identificado, con lo que nos hemos descrito desde que nacimos, es arrojar el pequeño ‘yo’ y reemplazarlo por una conciencia pura. Esta disolución de la personalidad es la verdadera función de toda búsqueda o investigación de la naturaleza del hombre ya que buscar sinceramente la Verdad de cualquier cosa es causar la destrucción del ‘ego’ Solo la mente inocente que no tiene traza de egoísmo es capaz de explorar y buscar la verdad con todo el ser. Sin esa mente uno cae víctima de las trampas que surgen del egoísmo –ambición, etc. Por lo tanto, la vida religiosa requiere de la persona primero que nada, la disolución de la mente condicionada y psicológica.
                         Debemos dejar de lado nuestras creencias, nuestros hábitos, nuestras ideas preconcebidas, el conocimiento limitado del intelecto y todo lo que constituye la personalidad.


                                                                                            The Theosophist
                                                                                             Tradujo: Blanca G.

domingo, 16 de junio de 2013

EN ARMONIA CON EL UNIVERSO


 
                                                         Radha Burnier
         El tema de la armonización es de vital importancia para la humanidad. Estando fuera de armonía con el medio ambiente y con nosotros mismos, hemos hecho un enorme daño a las relaciones mutuas y a nuestro propio progreso. El daño que nos hacemos a nosotros mismos puede que nunca esté separado del daño que hacemos a los demás. Somos responsables del total. Aquellos que están bien armonizados e integrados internamente, irradian armonía y felicidad dondequiera que vayan y en cualquier cosa que hagan. Por otra parte, cuando hay desacuerdo interno, engendra desacuerdo externo. Además, como dice La Voz del Silencio: ‘Antes que el alma pueda ver, debe alcanzar la armonía interna’. Toda discordia ciega la visión y se retarda el progreso humano.

         El universo no es un caos sino un cosmos, tan perfectamente sintonizado que aquellos que lo comprenden a través del estudio y contemplación se quedan sin palabras, en completo asombro. En su libro Sólo Seis Números, subtitulado ‘Las Profundas Fuerzas que Configuran el Universo’, el autor Sir Martin Rees escribe acerca de seis números, algunos de ellos muy pequeños y algunos muy grandes, que constituyen la ‘receta’ para el universo. Si alguno de ellos aumentara o disminuyera aún un poco, no habría estrellas ni vida. Por ejemplo, si la relación existente entre gravedad y energía de expansión fuera aún levemente diferente, el universo habría colapsado hace mucho tiempo, o no se habrían formado ni galaxias ni estrellas. El hace la pregunta: ‘¿Es esta armonización sólo un hecho brutal, una coincidencia?’

         De acuerdo a los antiguos indos, el orden cósmico se llamaba rta. El inimaginable alto nivel de sintonización que mantiene el orden cósmico no se relaciona solamente con los hechos perceptibles, medibles, de los que los científicos toman conocimiento; existe en dimensiones sutiles con los cuales no se interesa la ciencia. Rta para los antiguos era armonía omniabarcante, el fundamento de todo fenómeno en los campos, visible y profundamente invisible y dimensiones de la existencia. David Bohm podría haber tenido una percepción en este aspecto cuando escribió  Totalidad y el Orden Implicado, acerca de la totalidad indivisa en el movimiento que fluye y un orden implicado que ‘constituye un aspecto fundamental de la realidad’.

         El oído de un músico experto es tan sensible que se vuelve consciente de aún la más ligera desviación de la armonía de los sonidos. Escucha diferencias finas que sus oyentes no pueden notar, y cada vez que lo necesita ajusta las cuerdas para mantener el acorde perfecto. Cada músico en una orquesta cuida también de conservar la excelencia musical: aún los más ligeros matices son importantes, porque son esenciales para el  total.

         El orden cósmico o rta, en una vasta, casi insondable escala, puede ser similar. Hay una inteligencia y poder creativo (el músico maestro) que restaura la armonía del universo, aún si está alterada en el más leve grado. Este es el trabajo de Karma o Karma-Némesis como lo llama Madame Blavatsky en La Doctrina Secreta. Dice que ‘el único decreto de Karma –decreto eterno e inmutable – es la Armonía absoluta en el mundo de la Materia  como lo es en el mundo del Espíritu. No es, por tanto, Karma lo que recompensa o castiga, sino que somos nosotros los que nos recompensamos o castigamos, según trabajemos con, por y según las vías de la  Naturaleza, ateniéndonos  a las leyes de que depende esta armonía, o las infrinjamos’ (II.368). HPB también dice en este contexto que mientras el efecto de haber perturbado ‘aún el más pequeño átomo en el Mundo Infinito de la Armonía’ no se haya  reajustado, el ‘hacedor del mal’ sufre lo que piensa que es retribución. Experimenta lo que llamamos ‘dolor’ y lucha por escapar de él, e ignorando lo que le sucede, actúa de tal forma como para crear nueva perturbación.

         La tradición antigua también afirma que invisibles a nuestra percepción existen muchos tipos de seres, dotados de inteligencia en variada medida, quienes están en un estado de armonía inconsciente con la Naturaleza y espontáneamente  realizan la ‘Gran Obra’. Alegremente tocan sus propias notas en la sinfonía cósmica. Así lo hacen todas las criaturas subhumanas que conocemos. Solo para el ser humano surge la pregunta de cómo estar en armonía con el universo. Nosotros, quienes estamos tan fuera de armonía, sentimos la miseria de la competencia y anhelo por la paz, amor y belleza.

         Pero afortunadamente, la consciencia humana tiene el poder de observar, reflexionar y comprender lo suficiente acerca del universo en el que se encuentra para entender la responsabilidad de los individuos en conservar la armonía. A través de nuestro propio esfuerzo por ver y comprender la vida, debemos entender que las condiciones caóticas de la sociedad humana resultan de las contradicciones dentro de nosotros mismos. Por lo tanto, el remedio está en nuestras manos. Si prestamos atención para comprender, nuestra consciencia puede hacer la transición a un nuevo nivel de conocimiento del orden universal, su significado y belleza.

         La evolución no es meramente un desarrollo desde grados menores a mayores de complejidad de la forma, sino también un florecimiento de la consciencia a niveles superiores de consciencia. Esta consciencia incluye una apreciación de las energías fundamentales en el cosmos; no se refiere necesariamente al conocimiento de detalles. Es una visión de los principios divinos que se manifiestan en cada detalle como también en el flujo general. La omnisciencia del Buddha, dice la tradición, consiste en el poder de conocer todas las cosas más bien que en el conocimiento de detalles tales como cuántos cabellos hay en la cabeza de una persona.

         El flujo de la manifestación revela estos principios divinos en varios grados a través de varios fenómenos y funciones. En el flujo de una cascada vemos  un movimiento continuo, aunque hay un cambio constante. Los chispeantes cambios  contra el trasfondo de un estado ininterrumpido causa que experimentemos un deleite refrescante y un sentimiento de novedad a cada instante. La oscuridad o mundo fenomenal es movimiento infinito y un cambio sin final, pero el movimiento fundamental es la Existencia inmutable y eterna – una paradoja que se repite en otras formas. El orden del universo abarca una inmensa diversidad de formas y patrones. La energía creativa que lo sostiene constantemente da nacimiento a cosas nuevas; pero nada se repite, ni aún una hoja de un árbol es igual a otra. La Naturaleza parece  aborrecer la clonación y la conformidad. Aún en medio de las sorprendentes diversidades de la vida, existe un lazo misterioso que une todas las cosas en un total. El ser humano es como una gota en la vastedad y profundidad del océano de la existencia, aparentemente separada, pero inseparable de él.

          Estas paradojas, todas son parte de la música de las esferas. La gran sinfonía de la Naturaleza se toca con diversos músicos, instrumentos, melodías, ritmos y así sucesivamente. En una parábola Sufí se relata que cuando el discordante graznido de un cuervo irritaba a algunas personas y los  alejaban con ira, el Señor  llamaba a sus ayudantes y les preguntaba  por qué faltaba un miembro de su orquesta. Cada elemento particular deriva su valor del enriquecimiento del total, pero es el total que es la ‘música de las esferas’. Es maravilloso ser humano, porque podemos regocijarnos en la belleza y la novedad de todos los diferentes elementos y también darnos cuenta que no son otros que la totalidad. Son, en realidad, el Total mostrando una parte de su propia naturaleza, al igual que la Luz muestra los colores del arcoíris. Cada unidad tiene la potencia de la diversidad, y todas las diversidades se fusionan en la unidad.

         El problema humano es que nuestras contradicciones internas tienen su base en la gran paradoja de la manifestación, cuando el Supremo aparece como otros aparte de El Mismo. El Vizconde de Nouy, en su libro Destino Humano, como también otros, han especulado en los propósitos fundamentales de la evolución y han sugerido que incluyen la armonía, libertad e individualidad. En el humano promedio, la afirmación de la individualidad destruye la armonía y parece establecer la libertad. La diversificación de las formas y especies es un medio para desarrollar más y más características humanas. Hay una amplia diferencia, por ejemplo, entre un mosquito y un elefante, no sólo a causa del tamaño, sino porque en el primero difícilmente hay una individualidad, mientras que en el último es marcadamente individual en apariencia, comportamiento e inteligencia. El ser humano ha progresado aún más en esta dirección. Pero a través de milenios, la evolución de la consciencia también  ha estado desarrollando libertad y un sentido de armonía. Orgánicamente, ha habido tales desarrollos: el animal es físicamente más libre que la planta, y la humanidad es aún más libre. Internamente también, se está progresando hacia la libertad. Hay, sin embargo, la aparente contradicción entre  la necesidad de armonía por una parte, y la individualidad por el otro, en las vidas de la mayoría de los seres humanos. Esto está resuelto en las etapas pre-humanas antiguas por medio de los propios ajustes de la Naturaleza. Pero en el ser humano auto-consciente ay conflicto y lucha. Desea relacionarse,  aunque su egoísmo estropea las oportunidades de experimentarlas alegremente. La afirmación de la individualidad (que es egoísmo) es la primera causa  de nuestra desarmonía. Similarmente, queremos libertad, pero también necesitamos orden – esto no es solamente un individuo, sino también un dilema social  nacional.

         De aquí que nuestro problema principal es: ¿Podemos liberarnos sin crear situaciones caóticas y dolorosas? ¿Podemos alimentar la unicidad latente dentro de nosotros, sin estar en guerra? Mucho depende de cómo nos  comprendemos y de esos valores que son de la sustancia básica del universo.

         Los valores universales y eternos  del cosmos son inconexos e independientes de las cosas externas. Como dijo el poeta:

 
‘Los muros de piedra no hacen una prisión

            Ni los barrotes de hierro una jaula’.

 Alguien en la prisión no es menos libre que otro así llamado hombre libre quien es un esclavo de la pasión de la codicia, ira o envidia. Similarmente, la verdadera individualidad no es un asunto de afirmar la importancia de uno o de exhibir el conocimiento. Lo que llamamos valores fundamentales – libertad, unicidad, armonía, felicidad, paz – son características del alma. No son dependientes de algo fuera de su existencia. La creencia que debemos encontrarlas fuera por medio de la manipulación de las relaciones, adquirir posesiones, o cambiar circunstancias es la causa de la discordia y el sufrimiento. Estos valores son facetas de nuestra verdadera  naturaleza y de la consciencia universal. Cuando comprendamos nuestra verdadera naturaleza, estaremos absolutamente en armonía con el universo.

 

                                                     The Theosophist, Mayo 2001

                                                      Tradujo: Perla

domingo, 9 de junio de 2013

UN SENDERO PROPIO



                                                         Tran-Thi-Kim-Dieu
             Cada uno de nosotros ha experimentado la vida hasta cierto punto. Aunque la consciencia puede variar de acuerdo a nuestros ambientes, todos hemos conocido el sufrimiento, disgusto, desesperación, placer, alguna felicidad y quizás, alegría. Como teósofos, cada uno de nosotros tiene algo que hacer en el mundo; aunque hay un sentimiento de que mientras vivamos en el, sin embargo  no pertenecemos enteramente a el. Parece que el brillo del mundo deja de tener el encanto para nosotros que para otras personas que viven completamente en el mundo y pertenecen a el.
               Ser miembros de la Sociedad Teosófica no nos confiere superioridad ni nos da más prerrogativas que al resto de la humanidad, pero sugiere que estamos buscando una vida que tenga un significado, y que una forma significativa de vida nos conduce a cada uno de nosotros más pronto o más tarde hacia el sendero espiritual. La diferencia se halla en el hecho que estamos buscando una forma de vida que sea digna de vivirse.
               En el pequeño libro A los Pies del Maestro, uno puede leer:
                ‘En el mundo, solo hay dos clases de personas – aquellas que conocen y aquellas que no conocen, y este conocimiento es lo único que importa. Qué religión sostenga un hombre, a qué raza pertenezca – estas cosas no son importantes; lo que es realmente importante es el conocimiento del plan de Dios para los hombres. Porque Dios tiene un plan, y este es la evolución’.
               La palabra ‘dios’ no simboliza un dios personal; significa la naturaleza más profunda de lo que existe. Podemos llamarlo lo Divino. La literatura teosófica habla abundantemente acerca del conocimiento del plan Divino de evolución. Es el conocimiento del alma espiritual, el Yo Uno, revelando a la humanidad el futuro del alma humana que es glorioso y sin límites.
              LaVoz del Silencio habla acerca de tres vestíbulos: el Vestíbulo de la Ignorancia, el Vestíbulo de la Instrucción y el Vestíbulo de la Sabiduría. La humanidad está en la presente vida en el primer vestíbulo, el de la ignorancia – siendo la peor ignorancia no saber que uno es ignorante! La mayoría de los seres humanos son ignorantes pero no saben que lo son. Sin embargo, irónicamente hay una certeza inconsciente que uno sabe. Por el reconocimiento de que uno es ignorante, uno puede ir en busca de conocimiento y finalmente lo adquiere.
             Más de una vez, en la Joya Suprema de la Sabiduría (Vivekachudamani), el maestro llama al inquiridor ‘hombre sabio’. Efectivamente, los investigadores espirituales son una especie de individuos sabios; han visto su ignorancia y por lo tanto tratan de remediarla pidiendo instrucciones a los instructores espirituales. El acto de pedir instrucción testifica la buena voluntad de aprender.
                       Ahora, ¿qué debería uno aprender y cómo? Uno puede aprender variadas habilidades, la habilidad técnica de conducir un automóvil, pilotear un avión o usar un computador. Para esto uno puede hacer algún esfuerzo y algún sacrificio en otros campos. Esto es parte del método y los requisitos no pueden ignorarse o descuidarse si uno desea alcanzar la habilidad deseada.  El aprendizaje de habilidades técnicas es interminable, ya que la tecnología se desarrolla y  suministra aparatos más nuevos que aguijonean la curiosidad de la mente humana. Así es con la reunión de información. Vivimos en un mundo de información donde billones de megabytes de información están siendo enviados alrededor del planeta. Como la red de información está creciendo más extensa y más compleja cada día, uno puede ser atrapado en ella si no se da cuenta. Viviendo en el mundo como lo hacemos, no podemos negar todas las habilidades. Pero a menos que uno sea indiferente a la evolución espiritual, uno tiene que limitar  el envolvimiento con el proceso de obtener información y aprender nuevas habilidades. Este es un asunto de discernimiento en el que nuevamente A los Pies del Maestro da valioso consejo:
                   ‘Por muy sabio que ya seas, en este Sendero tienes aún mucho que aprender; tanto, que aquí también debe haber discernimiento, y debes pensar con cuidado si algo vale la pena de ser aprendido. Todo conocimiento es útil, y algún día tendrás todo el conocimiento, pero mientras poseas tan solo una parte, cuida que sea la parte más útil’.
                   ¿Cuál es la parte más útil del conocimieno? Depende de la motivación del aprendiz. La elección delo que es más útil se hace de acuerdo a lo que se define como digno de aprender. Para una persona que pertenece enteramente al mundo y cuya motivación está basada en objetivos materialistas egoistas, el interés estará dirigido a más riqueza y poder. Para una persona que vive en el mundo pero que ya no pertenece a él, la motivación puede ser muy diferente, porque para él hay ‘cosas más grandes quela riqueza y el poder – cosas que son reales y perdurables’.
                      ¿Pero cuáles son estas cosas que son reales y perdurables? ¿Cómo puede uno obtener aún la más ligera idea de ellas si está uno todavía bajo el hechizo de lo que es irreal? La forma de vida, el hábito del pensamiento, la rutina de las acciones, formadas por tendencias mundanas y motivos egoistas, son nubes que velan una visión clara de lo que es real. El mundo en que vivimos es un mundo de apariencias. A menos que uno pueda ver más allá de esas apariencias, uno nunca puede alcanzar la visión de lo real. Uno de los Mahatmas  señaló que una de las mayores dificultades en su tarea de enseñar a los discípulos era hacer que aprendieran a soltar su dependencia sobre las apariencias. Y para hacerlo, los discípulos tienen primero que desaprender.
                       El condicionamiento llega de lo que llamamos el medio, formado de la cultura racial, crianza familiar, educación intelectual y religiosa. Todas estas son como estratos de colores artificiales pintados sobre la madera natural que es la naturaleza fundamental de un individuo. Cuando uno comienza a desaprender el medio, comienza a deshacer el condicionamiento.
                         Al principio uno puede comprender que lo que dio por sentado como real, no lo es. Uno también puede comprender que lo que consideraba importante, no lo es. Todo el proceso es como quitar los estratos de la pintura artificial, uno a uno, para descubrir la madera natural del Yo real. Corresponde al instante en que cambia nuestra visión y adquiere un ángulo más amplio para mirar de nuevo la vida.
                        Cambiar nuestra visión no es solo un asunto de auto-adaptación a las circunstancias. Esto podría ser mera astucia, eludir las dificultades de la vida. Un cambio de visión no significa compromiso tampoco, sino como una consecuencia directa, las escalas de valores caen una tras otra, siendo reemplazadas por unas más valiosas. Esto puede seguir por un largo tiempo, hasta que se encuentra la escala que está basada en virtudes universales, y plenamente aceptada como el  criterio final para nuestro pensamiento, palabra y acción.
                          Lo mismo ocurre con las ideas y conceptos, que son ‘cosas’. Aunque los pensamientos son objetos más sutiles que materiales, son ‘cosas’ no menos en la etapa de manifestación. En el proceso de aprendizaje, los pensamientos son reemplazados por unos más profundos resultantes de mayor comprensión. Esta comprensión, cuando es correcta, no es diferente de la visión interna o percepción.
                         La percepción naturalmente requiere correcta  motivación y finalmente conducirá a su abolición. Es así porque la motivación testifica al yo mientras la acción inegoísta necesariamente es sin motivo. La percepción conducirá al genuino principiante adelante hacia el discernimiento de la naturaleza de la misma acción.
                         Así, cambiar visiones, depurar conceptos, producir recta acción de entre la percepción, son las consecuencias del aprendizaje. A un nivel sutil uno puede decir que este aprendizaje es el aprendizaje espiritual que también es la purificación de la naturaleza humana interna. En otras palabras, este aprendizaje es purificación. Cuando toma la forma de investigación en la naturaleza de lo que existe por medio de la reflexión y la meditación, ayuda al principiante a descubrir el verdadero Yo. Así, el aprendiz se mueve, paso a paso, desde lo irreal hacia lo real.
                       El sendero desde lo irreal a lo real no es un camino  suave, pavimentado donde sombreados refugios están listos para recibir al viajero  cada vez que esté cansado. La jornada desde lo irreal a lo real no es automáticamente una jornada segura tal como a menudo se afirma, se espera, se aguarda. Por el contrario, es una jornada peligrosa a través de la cual el peregrino no puede pasar siempre ileso. Podría al igual, perder su vida antes que la completa porque las trampas son tan numerosas como las debilidades del peregrino; el peor enemigo que él tiene, por lo tanto, es él mismo. Las trampas como enumeradas en Luz en el Sendero son, ambición, deseo por la vida, deseo de comodidad y sensación, sentido de separatividad y hambre de crecimiento. Cada uno de ellos, de acuerdo al consejo, debe ser ‘matado’. En suma, el mejor grillete puede ser identificado como orgullo.
                       El orgullo tiene una amplia gama de formas, desde lo tosco a lo sutil. Hace que una persona sienta que es mejor que otros – si no el mejor de todos. Insidiosamente susurra al orgulloso que todo el mundo debería inclinársele; que debería dársele atención especial. A sus ojos, es contundentemente evidente que las cosas deberían seguir su camino, puesto que sabe más que todos los demás. La ilustración más elocuente puede encontrarse en la personalidad del Sr. Hume a quien uno de los Mahatmas calificó como un ‘monumento al orgullo’. El Sr. Hume les pidió instrucciones pero en el trasfondo de su mente, había constantemente la creencia que sabía más que ellos acerca de cómo enseñar y a quienes. Todos nosotros podemos ser ‘pequeños’ Humes en nuestras vidas diarias, lo que una honesta y aguda auto-observación puede revelar.
                       Entrar al Sendero significa no regresar ya al Vestíbulo de la Ignorancia, sino tratar de moverse hacia una mayor comprensión. Todas las trampas pueden ser consideradas como un paso que dar y conquistar hasta que la última de ellas se pase. Este punto de retorno no es sino un acto de voluntad para decidir no permitir que el alma flote de vida en vida sin dirección. Entrar al Sendero corresponde al momento en que uno toma la vida y destino de uno en nuestras manos, resistiendo las tempestades que se generan debido a nuestra ignorancia o acciones pasadas, que lo arrojan  a uno de aquí para allá en el océano de la ‘existencia’ o samsara. Cuando hay esta decisión de tomar el destino de uno en nuestras propias manos y la perseverancia para mantener esta decisión, solamente entonces comienza el sendero espiritual. No antes.
                      El Sendero es el sendero del aprendizaje y el servicio. Uno deja el Vestíbulo de la Ignorancia y cruza el umbral que conduce al Vestíbulo de la Instrucción. Mientras aprende el discípulo se le previene que discierna el aprendizaje de la cabeza de la sabiduría del alma como se declara en La Voz del Silencio:
                      ‘Antes de dar el primer paso, aprende a discernir lo verdadero de lo falso, lo siempre fugaz de lo sempiterno. Aprende sobre todo a distinguir la Sabiduría de la Cabeza, de la Sabiduría el Alma; la doctrina del “Ojo”, de la del “Corazón”. Verdaderamente, la ignorancia se asemeja a un vaso cerrado y sin aire; el alma es como un pajarillo preso en su interior…Pero aún la ignorancia misma es preferible a la Sabiduría de la Cabeza, si ésta no tiene la Sabiduría del Alma para iluminarla y dirgirla’.
                         La Sabiduría de la Cabeza únicamente es un fertilizante para que crezca el orgullo. Infla el sentido de separatividad e hincha el ego personal. Todos los verdaderos instructores espirituales han prevenido a sus discípulos en contra del flagelo del orgullo. Hasta el último peldaño el orgullo puede ser una causa potencial para nuestra caída. El aprendiz tiene que mantener una constante mirada vuelta hacia adentro para impedir  la nutrición del orgullo, y observar para ‘matar’ tal enfermedad del alma.
                           La advertencia en La Voz del Silencio menciona:
                           ‘En el Vestíbulo de la Instrucción encontrará tu alma las flores de vida, pero debajo de cada flor una serpiente enroscada’.
                           Podría significar que la instrucción contiene la promesa del conocimiento, pero cada vez que el conocimiento alcance un cierto nivel de éxito, detrás se halla el peligro del amor por sí mismo, como una serpiente siempre dispuesta a dar una mordida mortal.
                           La humildad es como un escudo  protector. Por lo tanto, La Voz del Silencio aconseja:
                           ‘Se humilde si quieres alcanzar la Sabiduría. Se más humilde aún, cuando de la Sabiduría seas dueño’.
                           El aprendizaje es infinito. Así es el Sendero. Pero como dije, cuando el proceso es correcto, dará acceso a la percepción como un preludio a la Sabiduría. Esta Sabiduría es la luz interna que ilumina el camino del principiante hacia el descubrimiento del plan divino que es el plan de evolución.
                          Este sendero, como lo veo, es el mismo que el camino descrito por HPB como ‘empinado y espinoso, un camino que conduce al corazón mismo del Universo’. La declaración del vidente contemporáneo, J. Krishnamurti, afirmado que ‘ La verdad es una tierra sin sendero’, no es una negación del camino de HPB, como puede parecer ser a primera mirada. Porque, debiera haber un sendero a la Verdad, este sendero debe necesariamente conducir al corazón del Universo, que es también el corazón del Yo Uno. Pero no puede ser un sendero pre- ideado. De hecho, ¿hay otro sendero por el que ir que este sendero que es el sendero universal, y aunque al mismo tiempo, un sendero propio? Nuevamente aquí La Voz del Silencio  insinúa una respuesta:
                            ‘No puedes recorrer el sendero antes de que te hayas convertido en el sendero mismo’

                                                  The Theosophist, Diciembre de 2004
                                                   Tradujo: Perla R.
                       
                       
                     
                   
               

sábado, 1 de junio de 2013

“VIDA LIMPIA…”


Joy Mills

                   La tendencia a repetir ciertas palabras o frases familiares sin considerar la profundidad de significado o significancia interna que pueden poseer se nota más respecto a aforismos bien conocidos. Mientras más familiarizados estemos con un pasaje de una escritura o un poema o líneas escritas por un gran líder, más tendemos a usar las palabras sin pensar en su contenido. Podemos tomar las famosas líneas de H.P.Blavatsky que han sido llamadas ‘La Escala de Oro’, como un ejemplo. Consideremos, respecto a esta, solo el primer peldaño, ‘vida limpia…’
                   Si estamos repitiendo la ‘Escala de Oro’ en voz alta, ya sea en grupo o solos, tendemos a  apurarnos pasado este primer peldaño a los otros que vienen después en la secuencia y pueden parecer más estimulantes o al menos más desafiadores. Muy obviamente, como estudiantes de Teosofía, sentimos que estamos viviendo lo que se llama una vida limpia, pero cuando llegamos, por ejemplo, a ‘valeroso ánimo para soportar las injusticias personales’, entonces comenzamos a sentir una estimulación interna. Estas palabras suenan muy heroicas; nos visualizamos en situaciones desesperadas, injustamente acusados de toda clase de cosas, y nos vemos soportando las condiciones con tremendo valor. O, por tomar otro ejemplo, decimos, ‘valiente declaración de principios’, y nos  figuramos en un escenario exponiendo la filosofía teosófica en medio de rechiflas poniéndonos en ridículo y gritos insultándonos, mientras valientemente continuamos declarando los principios que sabemos que son los correctos. Aún la bella frase ‘percepción espiritual sin velos’ parece mucho más significativa que ‘vida limpia’.
                    Así tendemos a  pasar por alto el primer peldaño, pero si examinamos un poco el asunto, puede que descubramos que el primer peldaño puede ser el más importante y quizás aún el más elevado que ascender. Si puedo usar una analogía, recuerdo mi asombro cuando vi por primera vez las escalas construidas por los Incas en lugares tales como Machu Pichu en Perú; me pareció que el primer escalón estaba mucho más alto respecto a la tierra que los que le seguían respecto de cada otro. Era como si escalando el primer peldaño, los otros, aunque empinados, fueran más fáciles de ascender. Esta verdaderamente puede ser una analogía muy adecuada, porque si consideramos la profundidad de significado en este mismo primer peldaño de la Escala de Oro, podemos ver que proporciona una base firme sobre la que debe descansar el resto de los escalones.
                 Nos ha dicho Platón que Sócrates enfatizaba que la vida no examinada no merece vivirse. La vida examinada debe significar que miramos todo aspecto en nuestras vidas para determinar si nos estamos moviendo en la dirección que nos hemos  puesto. ¿Estamos, en otras palabras, escalando la Escala de Oro que conduce al “Templo de la Sabiduría Divina”, que es el logro de la plena Auto-Realización? Para cambiar el símil , podemos decir que nos hemos embarcado en una clase de viaje por el mar, la meta del cual es un puerto de iluminación; no podemos navegar sin referencia a una brújula interna, y debemos, una y otra vez, ser fieles a nuestro curso de acuerdo con esta brújula. El Sr. N. Sri Ram en su obra Aproximación a la Realidad formuló el asunto en estas palabras: ‘Las preguntas vitales que hacernos en cada situación son: ¿ Cuál debería ser la naturaleza de nuestra aproximación a ella; cuál es la naturaleza de nuestros pensamientos y sentimientos  en ese respecto; qué acciones deberemos realizar? En la multitud de circunstancias que nos rodean por todos lados, ¿cuál es la dirección del verdadero progreso?’ Si nos hacemos estas preguntas, si chequeamos la brújula para estar seguros de nuestra dirección, encontraremos que estamos llevando una vida examinada.
                       La vida examinada, entonces, es el primer requisito para una vida limpia; verdaderamente, la vida examinada es una vida limpia, porque es una vida que es ordenada, una vida  despojada de todo lo no-esencial, una vida en la cual estamos dispuestos a examinarnos y a volver a situar nuestra dirección, si es necesario, de acuerdo con esta brújula interior cuyo norte siempre apunta a la meta que buscamos. Una vida limpia, en otras palabras, es mucho más que solo darse un baño cada día, aunque la limpieza física es ciertamente esencial porque debemos cuidar a atender la condición del instrumento que usamos en el mundo de la acción. El físico tiene su propia importancia, y si está  obstruido con impurezas puede  difícilmente servirnos tan eficiente o efectivamente.  Han dicho algunas veces aquellos que defienden los hábitos de los comedores de carne o fumadores o de los que toman un aperitivo ocasional antes de comida que, después de todo, es mucho más importante lo que sale de la boca de un hombre que lo que entra. Tal argumento parece tener una cierta credibilidad cuando uno considera a tanta gente  destacada en el mundo, buenas personas, personas excelentes que consienten en tales hábitos; quizás el argumento es aún fortalecido por el hecho que a menudo encontramos vegetarianos y abstemios comprometidos en los chismes más increíbles, en el esparcimiento de rumores, etc. Debería ser obvio que una vida limpia debiera incluir tanto lo que entra como lo que sale de la boca, porque el significado básico de “limpio” es carecer de impurezas, de manchas, de tintes, no tener obstrucciones. También significa puro y ordenado, de modo que un cuerpo físico a quien se le da un adecuado derecho, se atiende de una manera ordenada, por así decir, está implicado en la frase ‘vida limpia’, en cuanto se aplique al plano físico.
                         Una vida limpia, entonces, comienza en el físico; en suma al cuidado del vehículo, la limpieza, debe abarcar nuestras acciones, nuestras palabras y nuestros gestos. Estos también deben carecer de impurezas apegadas a ellas, lo que significa que no deben estar teñidos por algún pensamiento egoísta, un motivo de engrandecimiento propio, algún sentimiento de venganza o celos, etc. La acción, como el Bhagavadgita tan bellamente nos recuerda, debe ser efectuada sin pensar en su  fruto; debe ser pura, lo que es decir, limpia, inosbtruida, sin manchas de deseo de recompensa o alabanza. ¿Pueden nuestras acciones , en otras palabras, fluir directamente desde este centro interno del Yo Inmortal, de modo que no estén de ningún modo obscurecidas por el interés personal, teñidas o contaminadas por el deseo personal? ¿Pueden nuestras palabras tener  un resplandor de compasión amorosa porque están limpias de toda intención  perjudicial?
                          Entonces, así como bañamos el cuerpo físico cada día, poniéndole ropa limpia, así en la vida examinada, la vida limpia, debemos aprender a bañar los vehículos emocional y mental y en estos niveles también poner   los limpios atavíos de los correctos sentimientos y correctos pensamientos. La meditación y el estudio proporcionan, en efecto, los baños emocional y mental requeridos para la vida limpia. La meditación especialmente  nos sumerge en la luz del Yo Inmortal, nos baña en el resplandor del Uno, removiendo las impurezas que resultan de nuestro olvido de nuestra Fuente. ¿Qué implica tal baño interno? Debe significar que puede haber una frescura en todo lo que pensamos y sentimos, un cierto flujo interno inobstruido que satura el día, porque las aguas de la vida dentro de nosotros no están estancadas ni contaminadas. Nuestras vidas se mueven desde una fuente interna que es siempre fresca y clara, un manantial interno que se está renovando constantemente y no alojamos obstrucciones para el flujo de la misma vida. Hay una naturalidad, una espontaneidad, una alegría, acerca de nuestras vidas; pensamiento, sentimiento y acción están en armonioso acuerdo. Una mente limpia es una mente ordenada, una mente que no está en un estado de confusión ni contaminada por ideas, opiniones o creencias extrañas. Una mente tal es capaz de ordenas a la vez cualquier cosa que se le presente a través del día, y de mirar todas las cosas de una manera fresca y clara. Los sentimientos limpios son sentimientos que surgen espontáneamente de  las fuentes internas de compasión y amor; no hay remolinos o vórtices de auto-compasión o interés por si mismo, ni suciedad de berrinches emocionales e infelicidad en el vehículo emocional que ha sido bañado en la pura luz del Amor.
                       Para asegurar que la limpieza fluya hacia adentro necesitamos examinar nuestros motivos. ¿Qué es lo que nos motiva a la acción? Una vida limpia seguramente debe significar que nuestros motivos sean tan puros como sea posible, pero esto depende de nuestra habilidad de ser conscientes de nuestros motivos. Cuando estamos conscientes, ya no se puede hacer ni decir nada  irreflexivamente o insensiblemente. Si tendemos a decir, cuando algunas acciones nuestras han producido un efecto indeseable, ‘Bien, yo no lo pensé’ , significa que no hemos estado alertas, limpios o puros internamente, sino más bien que hemos estado contentos de existir en una clase de poza estancada de inconsciencia. Algunas palabras parecen explotar desde nosotros como si no tuvieran raíces en la consciencia; mucho de nuestro tiempo puede pasar explicándonos o diciéndonos, ‘Pero no quise decir eso’ y excusándonos así . En una vida limpia y ordenada, en la que se ha examinado el motivo, hay consciencia de cada pensamiento, de cada sentimiento, cada palabra y cada acción, pero es un darse cuenta que en ninguna forma  desmerece la espontaneidad de pensamiento, sentimiento y acción. Cuando llevamos la vida limpia, por completo, la espontaneidad y frescura caracterizan todas nuestras acciones; la palabra que se necesita se dice en el momento, se efectúa la acción que es pura, porque hemos participado y somos parte de este flujo interno de la Realidad que emerge del Yo a través del yo, sin dificultad, claro, sin obstrucción.
                   Así, una vida limpia significa una vida sin impurezas, incontaminada en todo plano de nuestra existencia. Si genuinamente hay una vida limpia, si podemos dar este primer paso gigante en la Escala de Oro, la escala a la Auto-Realización, entonces seguramente todos los otros pasos deben seguir naturalmente. Porque una vida limpia significa ‘una mente abierta, un corazón puro’, etc; significa una vida vivida desde el centro, una vida en que hay ‘obediencia voluntaria a los mandatos de la Verdad’, porque uno siempre es obediente a este Centro interno donde la verdad aparece y ningún impedimento se coloca en el camino de nuestra percepción de la Realidad Una. La acción entonces fluye pura e inobstruida desde este Centro interno del Yo Inmortal.
                   San Pablo habla de la vida limpia como afecta a nuestros pensamientos: ‘Finalmente, hermanos, todas las cosas verdaderas, honestas, justas, puras, todas las cosas bellas, bien relatadas, son loables y virtuosas, pensemos en ellas’. Una mente tan absorta es una mente en la que ningún polvo de  interés egoísta puede asentarse. Y como una vez escribió Annie Besant, ‘Sin la correcta práctica no llega el correcto pensamiento, pero del correcto pensamiento llega la práctica correcta’. Importa enormemente lo que usted piense. Si piensa falsamente, actuará equivocadamente; si piensa  vilmente su conducta vestirá su pensamiento’. Una vida limpia, entonces, refleja la pureza de pensamiento y emoción que da origen a la recta acción, a la bella acción, acción que es verdaderamente para los demás y sin pensamiento de recompensa. El ideal ha sido bellamente resumido en las palabras de N. Sri Ram: ‘Hay una forma de vivir tan vital, fresca, original, espontánea y dinámica que la vida se vuelve una transformación, un estado de perpetua alegría, un éxtasis  innato que nada puede quitar’. Viviendo una vida así, una vida limpia, una vida en la que no hay impurezas en el flujo de energía desde el centro, sabemos entonces que hay este ‘éxtasis innato’  que nada puede nunca  oscurecer o destruir.

                                                           Tradujo: Perla R.
                                                          The Theosophist