viernes, 28 de agosto de 2015

La Trama Cósmica


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PRADEEP TALWALKER
Miembro de la Rama Poona de la ST

La ciencia nos dice que toda la materia en el universo se mantiene unida por medio de la gravedad. La más pequeña de las partículas atrae a toda la otra materia, su grado de atracción es infinito. La fuerza ejercida por la partícula más pequeña llega al otro extremo del universo. No hay repulsión en esta fuerza, como en el electromagnetismo, sólo atracción. Nada, en modo alguno, puede neutralizar o controlar esta fuerza, la ciencia lo admite. Lo que es la gravedad, no obstante, no ha sido resuelto por la ciencia. La ciencia sólo pudo medirla y describirla. Muchas teorías, conceptos, modelos, construcciones, hipótesis, no han podido decir de forma satisfactoria la causa o el mecanismo de la gravedad. Todo lo que podemos decir es “Él lo ordenó así”. Él tiene todo interconectado.

Pero esta fuerza actúa sólo en la materia: el universo físico. La gravedad no toma en cuenta las cosas imponderables: deseo, mente, salud, intelecto, etc. En estos niveles “el Amor” hace el trabajo. Aunque la ciencia física no toma en cuenta al Amor, la psicología tiene vagas ideas sobre él. La importancia de una actitud amorosa es muy conocida. Tratamientos asociados con “cuidado tierno y afectuoso” (en ingles la sigla TLC) puede ser mucho más beneficioso que sólo medicinas. La “magia” de la oración afectuosa y desinteresada ha sido también verificada. Todos hemos oído de grupos de oración que funcionan en los EUA y en otros lugares. Los grupos van a hospitales y oran por los pacientes. Los pacientes comatosos ni siquiera son concientes pero los Pensamientos funcionan, aún en los escépticos. El amor es bueno para ambas partes: la persona que es amada y la persona que ama.

El amor une todo a través de la Unidad. Este Amor no es el de la dualidad amor-odio (la cual no es otra cosa que uno de los “pares de opuestos” de Maya). Es un atributo divino incondicional. El amor del tipo amor-odio es sólo de nombre, en realidad es sólo otro rostro del auto-centrismo: un sentimiento que se extiende sólo a los allegados. El Amor Real tiene a la Creación entera en su corazón. El Amor que uno tiene por el propio hijo sería también para un pordiosero, un criminal, un perro sarnoso o rabioso. La dualidad amor-odio es como la atracción-repulsión del electromagnetismo. El Amor Real, como la gravedad, ejerce sólo atracción sin límites. La gravedad está en proporción a la masa: en el Amor, el poder depende de la profundidad del sentimiento. A diferencia de la gravedad, el Amor no está limitado por la “ley del cuadrado inverso”, puede transmitirse en su intensidad original más allá de cualquier distancia. Tendrá su efecto en cualquier parte del mundo.

Sabemos que la Teosofía es la ciencia máxima de todas las ciencias. Lo que la psicología ahora está aprendiendo sobre el Amor, la Teosofía siempre lo ha sabido, eso y mucho más.  El Ritual de Sanación que realizamos en nuestras Ramas es mucho más antiguo que los grupos de oración. Por supuesto que esto no minimiza la importancia de los grupos de oración o de TLC (Cuidados tiernos y afectuosos), todos estos son pasos en la misma dirección. Las oraciones son tan antiguas como la humanidad. Aquí estamos hablando del reconocimiento por parte de la ciencia médica.

El Amor es una potente fuerza activa. La Teosofía nos dice que los Mahatmas se comprometen a proyectar Amor sobre todo el mundo. Ellos desean ayudantes capaces. Nosotros queremos ser canales de su Amor. Es una oportunidad única de servir al mundo desde la comodidad del hogar. Pero, debemos maximizar nuestra conductancia y cualidad. Si un tubo está obstruido, el agua no puede fluir apropiadamente; si está sucio, el agua estará sucia; un tubo estrecho no puede transportar agua suficiente. De la misma manera, para ser un buen conductor del Amor, el corazón debe estar despejado, libre de corrupción. La duda de sí mismo, la indecisión, la ansiedad, la agitación, el miedo, no lo harán.

Afortunadamente somos una clase de canales mucho más elevados que los tubos. Un tubo no tiene su propia fuente de agua: sólo transporta agua desde un tanque. Pero incluso cuando canalizamos Amor, una reserva disponible, un lago insondable de Amor llena nuestro corazón. Este tesoro no se agota por gastarlo, aumenta. En este negocio, nuestra propia mente se vuelve pacífica y se limpia; la vida se vuelve fácil, saludable y alegre. Una poderosa aura de Amor se levanta a nuestro alrededor. No se puede acercar ninguna fuerza negativa. Una esfera de Amor se crea dondequiera que vayamos. Las obras pequeñas o grandes se realizan a través nuestro sin nuestro esfuerzo. Con nuestro esfuerzo, el éxito es maravilloso. Nuestro propio progreso es más rápido cuando nos olvidamos de nosotros mismos, y trabajamos para los demás. Los Poderes Superiores cuidan maravillosamente de nosotros cuando los necesitamos, sin siquiera ser invocados. Podemos sentirlo. ¡No tenemos por qué preocuparnos de nada!

El Amor o el odio que damos a los demás se multiplica y regresa a nosotros. Si plantamos mangos, obtenemos un huerto de mangos; si plantamos hierba venenosa, obtenemos un campo lleno de eso. Debemos decidir qué queremos cosechar. Cualquier persona en su sano juicio no encontrará difícil la elección. Pero sólo la decisión no es suficiente, tiene que ser puesto en práctica. Tenemos que hacer un esfuerzo incesante en seguir sembrando la buena semilla y rechazando la mala. Una alegría inmutable es parte de la esencia. Un hombre deprimido, sin darse cuenta, esparce depresión. Él mismo puede no estar haciendo una mala acción, pero su tristeza se dispersa como el humo y roba la alegría de los demás. Los Maestros nos han advertido. Esto no debe suceder. Debemos estar constantemente concientes de nuestros agradecimientos. La gratitud brinda una alegría duradera y Amor para todos. Como una epidemia comienza con un contagio, así hace el radiante y contagioso Amor, instilando alegría y entusiasmo en todos. Si nos volvemos celosos soldados del Amor, seguro que formaremos una armada de Amor alrededor nuestro. De tal manera que podemos organizar nuestro esfuerzo.

El efecto del esfuerzo organizado será mucho más grande que intentos individuales dispersos. Erradicará pensamientos negativos. Actitudes negativas como insultos, celos, codicia, intolerancia, y vanidad han causado la mayoría de las guerras. Los clásicos así como la historia están llenos de esto. Si Shoorpanakhā no hubiera sido atacado e insultado, la guerra entre Rāma y Rāvana (y otras tragedias en el Rāmāyana) hubieran sido evitadas. Si Duryodhana no hubiera sido ridiculizado en el Mayasabhā, la cadena de eventos que llevó a la guerra del Mahābhārat hubiera sido cortada de raíz. Si la vanidad no hubiera surgido en Hera, Athena y Afrodita, no se hubiera producido ninguna guerra de Troya.

Estas son épicas antiguas. Pero aún observando la historia reciente, ¿qué vemos? Alemania, celosa del imperio Británico y del Holandés, comenzó la Primera Guerra Mundial. Y el Tratado de Versalles al final de la primera Guerra Mundial, impuso términos tan atroces sobre Alemania que con ello se sembraron las semillas de la segundo Guerra Mundial. Cientos de miles de familias fueron despedazadas sólo en dos guerras. Millones de personas inocentes perdieron sus vidas. ¿Por qué? ¿Qué ganó alguna nación con estas guerras? Más recientemente, las naciones occidentales llevaron a cabo guerras unilaterales en Irak y Afganistán, llevando gratuitamente al colapso a las dos sociedades. ¿Qué ganó alguien en toda la secuencia? Ya no se pelea abiertamente para capturar territorios, no hay vencedores en las grandes guerras modernas, sólo pérdidas y pesar en ambos lados.

Si no hubiera escasez de Amor y alegría en la comunidad mundial, ninguna guerra hubiera sido llevada a cabo. Tendríamos sociedades igualitarias, justas y saludables; cuidando, no aprovechándose del débil. Si no hubiera habido ninguna persona malvada por allí, la paz habría reinado. Jesús no hubiera tenido que hacer su supremo sacrificio.

Por supuesto, esto también es sólo otra ilusión. Los egos recientemente evolucionados del reino animal al reino humano van a manifestar tendencias brutas remanentes en muchas de las primeras encarnaciones humanas. Gradualmente, muy gradualmente, a medida que un ego comienza a sentir más agudamente la necesidad de mejorar la calidad de vida, irá convirtiéndose en una persona cada vez mejor. Esto es inevitable, es parte del entrenamiento que un ego tiene que experimentar antes de volver a unirse con la Fuente. Aún los Maestros tuvieron que pasarlo. Si sentimos que llevamos la delantera en el “currículo”, es nuestra tarea ayudar a aquellos que están en los grados inferiores, a subir.

Esta evolución sólo se puede con nuestro incondicional Amor y dignidad mutua, no tan solo de palabra. Llevaremos adelante nuestra responsabilidad sólo si nuestros corazones están llenos de grandes reservas de Amor. Para procurar tal reserva, es parte de nuestro currículo expulsar el odio y otras actitudes negativas, y hacerle lugar al Amor.

Nuestra atención tendrá que ser dirigida hacia fuera. La actitud centrada en nosotros mismos, impregnada en nosotros desde hace mucho tiempo (la fuente de todos nuestros pesares) tendrá que volverse global, cósmica. Esto no puede hacerse con una varita mágica. Un método probado es ayudar a otros: como participar en trabajo comunitario, aunque a regañadientes al principio. No todos tienen la habilidad de darse cuenta de las necesidades y de lanzar nuevos proyectos, pero es siempre posible unirse en un proyecto en marcha y dar una mano. A medida que nuestra conciencia crece, a medida que nos damos cuenta de las necesidades de la sociedad, nuevos proyectos también surgirán en nuestras mentes. Pronto estaremos absorbidos por ello. El Amor comenzará a aumentar. Nuestras aflicciones personales desaparecerán. Si nuestras afliciones son consideradas en el contexto de la sociedad como un todo, nos damos cuenta que hemos estado haciendo una montaña de un grano de arena. Hay muchos, muchos menos afortunados que necesitan nuestra ayuda. Nos volvemos comprensivos y percibimos un hilo común: un río, una corriente Divina, que pasa a través de todos los seres. Estamos fundidos con el universo antes de saberlo. Perdemos individualidad, y nos volvemos cósmicos. ¡Dulce resultado de un largo viaje!

Unus pro ómnibus, omnes pro uno,  Uno para todos, todos para uno, era el lema que dio Alejandro Dumas a los Tres Mosqueteros. Así también es el Lema del Cosmos. ☺


La multiplicidad de creencias religiosas sería una ventaja, no una ofensa a la religión, si las religiones fueran una hermandad en vez de un campo de batalla. Porque cada religión tiene alguna peculiaridad propia, algo que dar al mundo que las otras no pueden dar. Cada religión pronuncia una letra del Gran Nombre de Dios, el Uno sin segundo, y ese Nombre sólo será articulado cuando cada religión entone la letra que se le dio para expresar, en melodiosa armonía con el resto. Dios es tan grande, tan ilimitado, que ningún cerebro de hombre por más grande que sea, ninguna religión por más perfecta, puede expresar su infinita perfección. Necesita un universo en su totalidad para reflejarlo, más aún, incontables universos no pueden agotarlo.

Annie Besant
La Hermandad de las Religiones

miércoles, 26 de agosto de 2015

Teósofos de verdad


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N.  SRI  RAM

Reimpreso de The Theosophist, julio 1962.

   Las siguientes observaciones que hice en una reunión en Adyar, pueden ser de interés para nuestros lectores.

   Por supuesto, éstos son días muy, muy críticos para el mundo como un todo, y hay poco que cualquiera de nosotros pueda hacer para ayudar a nuestros semejantes que se hallen dentro de esta crisis. Todo lo que podemos hacer es vivir de modo tal, tener pensamientos y sentimientos tales, que nos hagan un centro de paz, iluminación y fortaleza para otros. Si vivimos así, hacemos lo que más se necesita actualmente.

   Existe la idea tradicional, por lo menos en India, que incluso sin dirigirse a ningún lugar, sin hacer mucho ruido o causar revuelo, sin actividad aparente, se puede ayudar al mundo poderosamente desde donde uno está, por medio de los pensamientos y de una actitud de mente en la que la atención y el interés están centrado en el bien de nuestros semejantes los seres humanos, y sobre esas verdades que son fundamentales y esenciales para nuestra vida, verdades que explican en detalle ese bien. Antiguamente, había gente que según se dice, practicaba tapas, que significa austeridad, por el bien del mundo, a veces a fin de llevar a cabo una gran tarea específica. Siento que sería bueno para todos nosotros vivir y trabajar en ese espíritu de generosidad y dedicación, una vida de simplicidad bella y dulce, no de automortificación. Necesitamos concentrarnos en esas cosas que son realmente dignas, y no malgastar nuestra energía e interés en todo tipo de cosas que son esencialmente de significado superficial.

   Si todos nosotros en la Sociedad nos preparamos de ese modo para cualquier trabajo que podamos hacer, si nos esforzamos para vivir una vida de mayor pureza, de más luz y dulzura, más fraternidad en un sentido real, no sentimentalismo, seremos teósofos mejores y más efectivos. Un teósofo es un ser humano que tiene un sentimiento de amistad en su corazón, que busca la verdad, y no persigue ni se siente satisfecho con las ilusiones. Es una persona cuyo interés real en la vida es hacerla más bella, mejor y más feliz para todos. Cualquiera que cumple con estas condiciones es un teósofo real, ya sea miembro de la Sociedad Teosófica o no.

   Muchos de nosotros somos miembros porque queremos ayudar a esta gran organización que existe para un propósito sumamente altruista, altruismo en un sentido profundo, verdadero y extenso. La Sociedad no existe para nuestra propia instrucción, mucho menos para nuestra distracción o glorificación; existe para que cada uno de nosotros pueda brindar su fortaleza, su luz, y cualquier capacidad que pueda tener, para hacer del mundo un lugar mejor en el cual vivir; mejor no sólo desde el punto de vista físico, sino con un clima más espiritual, una atmósfera poco frecuente y más vital, donde pueda crecer todo tipo de cosas delicadas y maravillosas.

   HPB, nuestra gran Fundadora, dijo que hacia el centenario de la Sociedad Teosófica, deberíamos esperar un ímpetu espiritual nuevo. Esperemos que su profecía se cumpla. Pero lo importante no es meramente esperar que algo grande suceda, sino prepararnos de modo tal que si ocurre algo bello, ya sea ahora o más adelante, podamos percibirlo, podamos entrar en esa belleza y trasmitirla a todos aquellos con quienes nos ponemos en contacto. No nos llaman a hacer nada heroico en un sentido externo, mucho menos satisfacernos con actos heroicos de cualquier tipo; lo que tenemos que hacer es permanecer firmes donde estemos, como una vela, que no la perturba ninguna brisa, que arroja sus rayos en un lugar oscuro, de modo que iluminemos y brindemos alegría en el lugar en que estemos. Si podemos ser como esa vela encendida con su llama firme, dirigiéndose hacia arriba siempre en aspiración pura, podríamos llamarla oración, entonces, realmente habremos probado ser teósofos de verdad, como ahora somos teósofos de nombre.

   En el futuro, todos seríamos capaces de hacer más y mejor que lo que hemos hecho hasta ahora; no por cualquier tipo de actividad febril, por supuesto todos debemos estar activos a nuestro modo, pero con una acción que sea sabia, benéfica y de profunda importancia espiritual. Podemos hacer algo pequeño, y eso puede ser un gesto que transmite mucho. Puede tener un significado extraordinario, aunque sea una acción pequeña; o podemos hacer una multitud de cosas, hacer un ruido exorbitante, una propaganda atroz, desgarradora, para convencer a otros que estamos haciendo mucho más y mejor que lo que realmente hacemos. Pero todo eso sería mucho hablar para no decir nada, dejando las cosas como están. Siempre es la verdad y su acción lo que cuenta, no fantasías, verdad en lo que pensamos, sentimos y actuamos. Es la verdad que está profundamente dentro de nosotros lo que más importa.

sábado, 22 de agosto de 2015

EL RECTO MOTIVO


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Clara M. Codd

 ¿Qué es espiritualidad, si la voz del espíritu despierto en el hombre solo puede ser escuchada en el mundo del espíritu? Puedo dar tres definiciones, pero ahondemos mas allá de las palabras yendo hacia la realidad que esta detrás de ellas. La Sra. Besant nos decía que la espiritualidad era la habilidad de intuir la unidad en toda vida. Nos decía que hay dos aspectos que generalmente son confundidos con espiritualidad. Uno era la piedad. Un hombre puede ser extremadamente piadoso y religioso sin tener ni una onza de espiritualidad en él. El otro error era confundir los poderes psíquicos con la espiritualidad. No es más espiritual ver un objeto astral que uno del mundo físico.

HPB decía que la espiritualidad no es lo que entendemos por las palabras “virtud”  o “bondad”. Es el poder de percibir la esencia espiritual sin forma; una siempre creciente respuesta sensitiva a toda vida. El Profesor Radhakrishnan escribe: “Dios es Vida. El reconocimiento de este hecho es conciencia espiritual”.

Significa una cualidad sutil y sensitiva que emana de nuestro interior, un aura que se desvanece en la nada y no está condicionada por una periferia endurecida. Esta “periferia” que encierra a una persona en la prisión de sus propias ideas o intereses está causada por una de dos cosas: o una mente muy rígida o estar muy absorto en uno mismo. De ahí el énfasis del Maestro en la necesidad de una “mente abierta”. La otra causa se yergue del hecho que la mente imaginativa, razonadora es el asiento de ahamkara, la facultad que produce el “yo”.  Nada  incapacita tanto a responder a la vida y a la realidad como esta facultad llevada al exceso. La persona intensamente autocentrada no responde a las necesidades y sentimientos de los demás, y por lo tanto es invariablemente infeliz. Hay un solo enemigo en el camino a la realización de nuestra propia divinidad,  aún desde que damos el endeble primer paso en el esfuerzo de volverse en “sintonía con el Infinito”, y ese es nuestro propio egoísmo.  Pero no deberíamos regañarnos a nosotros mismos demasiado severamente por ello. Por muchas vidas en el Sendero de ida – el pravritti marga – este sentido de ahamkara, del “yo y mí, y lo mío” actúa como una clase de protección, como la cáscara de huevo alrededor del pollito en crecimiento, para permitir que la Divina Posibilidad establezca un fuerte centro de individualidad, por medio del cual un día será capaz de destruir esa protección y permanecer como un radiante centro de poder y luz sin una periferia. En el Sendero de Ida – el prefijo pra del término pravritti significa “ir hacia delante – vuelto hacia fuera” – los futuros vehículos de conciencia son desarrollados por el deseo del Espíritu de entrar en contacto con la materia o la forma (el principio de limitación).

Dice el Katha Upanishad: “El Auto-nacido (la Chispa o Semilla de Divinidad) abre los sentidos hacia el exterior: por lo tanto el jiva (una vida individualizada del Espíritu Universal) busca el Yo exterior, no el interior”.

El Bhagavadgita (XV.7) dice lo mismo: “ Una porción de Mí Mismo, transformada en el mundo de vida en un Espíritu inmortal, atrae alrededor de sí mismo los sentidos, de los cuales la mente es el sexto, velados en Materia.”

El sabio Patanjali, en sus inmortales cuatro pequeños libros de Yoga escribe: “El Vidente (el Uno Inmortal) es conocimiento puro (Gnosis, percepción). Aún cuando es puro, mira a través de la vestidura (medio) de la mente.” La atención puesta hacia el exterior de ese Yo, desarrolla los vehículos de conciencia. Cuando este proceso esta cerca de su culminación, el Yo Inmortal comienza la tarea de purificar y unificar estos vehículos – mente, corazón y cuerpo – a Si mismo y vuelve su atención hacia su Fuente Divina, en el Nivritti Marga  o Sendero de Retorno.

En este Sendero, la envoltura protectora del egoísmo es quebrada y la conciencia se identifica con toda vida, mientras aún retiene su propio centro.  Así que, la Mente no purificada es el gran Matador de lo Real (La Voz del Silencio, 4). Para usar otra metáfora, una de HPB, el “puente” entre la conciencia humana temporaria y aquella que es Eterna, es construido por la mente purificada de todo egoismo. Este no es trabajo de un momento, quizás de más de una vida. Este es el gran Peregrinaje del Alma, el ciclo de evolución para el espíritu en el hombre.

Todas las cosas crecen en ciclos. Los días siguen a los días, la primavera sigue a la primavera, la vida en la escuela de la tierra sigue a la vida, hasta que el mas grande ciclo de todos está acabado, y el Espíritu retorna a Dios, de quien emanó, “Cuando aquél que fue sacado de la profundidad ilimitada, regresa de nuevo a casa” (Tennyson). Desde un estado primitivo de nesciencia o inocencia, come del árbol del conocimiento del bien y del mal, esto es que cae bajo el continuo juego de los “pares de opuestos”, así desplegando la autoconciencia y la automotivación y, cuando la hora esta madura, come de aquel otro árbol, el árbol de la inmortalidad conciente.

La palabra sánscrita vrtti significa “longitud de onda”, aproximadamente. Todas las formas y los fenómenos de la Naturaleza son “longitudes de onda” – el principio de limitación – visibles a los ojos físicos o invisibles. Quizás podamos ahora entender la definición de espiritualidad de HPB: “el poder de percibir la esencia espiritual sin forma”.

Pienso que también significa elevarse por sobre los pares de opuestos y, al final, no ser afectados por ellos. Los pares de opuestos no son reales. Ellos están allí para ayudarnos a desarrollar nuestra autoconciencia. En el mundo de lo Real no hay bueno y malo, sagrado y profano, pero si un poderoso, santo, glorioso y eterno poder que le provee al hombre su bienaventuranza y realización final.

Pero no podemos destruir nuestro egocentrismo peleando contra él. Eso solo lo acentuaría. Lo mejor es “trascenderlo”. Dejemos de pensar tanto en nosotros mismos, o preocuparnos demasiado por lo que pueda pasarle a ese pequeño yo y  en vez pensemos más en “la grandeza, lo sublime, la belleza, que son la sombra de Dios en la tierra” (Mazzini). La clásica meditación del Señor Buda nos dice esto: Primero de todo adecuemos  nuestros corazones para que anhelemos el bienestar y la prosperidad de todos los seres, incluyendo aún la felicidad de nuestros enemigos. Luego, vividamente representemos ante nosotros mismos toda la pena y la incapacidad de los demás hasta que una profunda compasión mueva nuestra alma. Nuevamente pensemos en toda la alegría y prosperidad de los demás, regocijándonos en su buena suerte. Finalmente elevémonos en pensamiento por sobre el amor y el odio, la riqueza y la necesidad, el éxito y el fracaso, y así... consideremos nuestro propio destino con calma imparcial y perfecta tranquilidad.



Esta actitud mental, si podemos genuinamente realizarla, nos libera de muchas angustias. No nos debe importar lo que una persona sea o no sea, y aún si nosotros mismos somos alguien o no. El Maestro dice que el crecimiento de la espiritualidad nos hará “despreocupados de si somos fuertes o débiles, sabios o ignorantes”. Para los ojos del espíritu no hay pequeño o grande. Todo es querido, todo es importante.



Ahora podemos entender cuál es la voz que puede ser escuchada en el mundo de los Maestros:



            Antes de que la voz pueda hablar en la presencia de los Maestros tiene que perder el poder de herir. Antes de que el alma pueda pararse ante la presencia de los Maestros, sus pies deben ser lavados en la sangre del corazón (Luz en el Sendero, 11).



Este es el amor genuino del hombre, de hecho, para todos los seres vivientes. No pienso que sea una sensación emocional; es más un honesto deseo por la felicidad y el bienestar de todo. “Nuestros antepasados, deseando el bienestar del mundo, obtuvieron la liberación”.



El primer paso, dice el Maestro, es “una vida limpia, un corazón puro”. ¿Qué es pureza?. No pienso que tenga algo que ver con la moral que es hecha por los hombres. Su significado real es sinceridad total de corazón, de pensamiento y propósito, sin lugar para uno mismo o para beneficio de uno mismo de ningún tipo, material o espiritual. Cualquier motivo egoísta, por cosas bajas o elevadas, vicia al ideal. El Maestro KH escribe al Sr. Sinnett:



La primera y principal consideración en determinarnos a aceptar o rechazar su oferta, descansa en el motivo interno que lo impele a buscar nuestra instrucción, y en un cierto modo, nuestra guía.... Para nuestras mentes, entonces, estos motivos, sinceros y valiosos de toda seria consideración desde el punto de vista mundano, aparecen – egoístas .... Son egoístas porque Ud. debe darse cuenta que el principal objetivo de la ST no es tanto la gratificación de aspiraciones individuales, sino servir a nuestra hermandad....Quizás Ud. apreciará mejor lo que quiero significar si le digo que para nuestro punto de vista la más elevada aspiración por el bienestar de la humanidad se vuelve teñida con egoísmo si en la mente del filántropo acecha la sombra del deseo por el propio beneficio o una tendencia a la injusticia, aún cuando estos existan inconscientemente para él. (CM, 7-8)



El único aspecto individual verdadero en nosotros son nuestros motivos, percepciones y propósitos, y estos deben ser totalmente dirigidos hacia el bienestar de ese espíritu de vida uno, el cual es nuestra única vida verdadera. Ningún hombre puede vivir o morir solo por sí mismo. Él está por siempre ligado a todos los otros fragmentos divinos que están esforzándose lado a lado con él e integran la carrera a la cual él pertenece. Dice HPB :



Hay una ley oculta que dice que ningún hombre puede elevarse por sobre sus defectos individuales, sin elevar – aunque sea un poco – el cuerpo entero del cual él es una parte integrante. De la misma manera, ningún hombre puede pecar, o sufrir los efectos del pecado, solo. En realidad, no hay tal cosa como la separatividad; y el acercamiento más próximo a ese estado de egoísmo  que las leyes de la vida permiten, es en la intención o motivo.



El Maestro KH escribe: “Buscamos persuadir al hombre de sacrificar su personalidad – un destello pasajero – por el bienestar de toda la humanidad, y de sus propios Egos  inmortales” (CM, 231).



Por eso desarrollemos el recto motivo , que no es preocuparse si somos santos o sabios. “El que piense de sí mismo como más santo que otro, el que tiene algo de orgullo por su ausencia de vicio o necedad, está descalificado para el discipulado. Un hombre debe ser como un niño antes de que pueda entrar al Reino de los Cielos” (HPB). Recordemos que la ambición espiritual y el deseo egoísta son mucho más peligrosos que sus contrapartes mundanas. El Maestro KH escribe:



Aunque bien adaptado física y psicológicamente para responder a tal selección, a menos que el chela sea poseedor de inegoísmo espiritual así como físico, haya sido seleccionado o no, deberá perecer a la larga como tal.



El Maestro dice algo similar en palabras muy simples en  A los pies del Maestro:



Pero hay algunos que abandonan la persecución de objetivos terrenales solo a los efectos de ganar el cielo, o para obtener la liberación personal del renacimiento; en este error no debes caer.



Y dice HPB nuevamente: “Lo que el verdadero ocultista busca no es el conocimiento, o el crecimiento, o la felicidad, o el poder, para sí mismo....



Luz en el Sendero nos dice “ desear ardientemente”, y luego nos dice que lo que deberíamos desear es acumular bienestar para ese espíritu de vida uno que es nuestro único verdadero ser. ¿Cuál es nuestro verdadero motivo? ¿Es el pensamiento de la belleza,  maravilla, o certeza de estar nosotros mismos con el Maestro, lo que nos atrae? o, ¿de poseer un día poderes que no le son otorgados a otros hombres?. Dice  Luz en el Sendero (p.18) :



Detente y medita un poco. ¿Es realmente el camino lo que deseas, o es que tu fantasía te ofrece una vaga perspectiva de encumbradas alturas que escalar, o un gran porvenir que abarcar? Ten presente la advertencia. El camino ha de buscarse por él mismo, no teniendo en cuenta tus pies que lo deben recorrer.



... Hay un viejo dicho de que cuando el discípulo está listo el Maestro aparece. Cuando su luz brille, cuando su voz es escuchada, “es nuestra ley acercarnos a cualquiera que en su interior brille aunque sea débilmente, un vislumbre  del verdadero “Tathagata”. (CM, 268).

domingo, 16 de agosto de 2015

EXPANDIENDO NUESTRO CENTRO DE CONCIENCIA


 

Pablo D. Sender

 Aunque casi todas las tradiciones espirituales hablan de la naturaleza divina en los seres humanos, la humanidad está envuelta en sufrimiento, brutalidad y egoísmo.  ¿Por qué estamos en tan lamentable condición? ¿Hay alguna salida?  Las filosofías orientales, como también la Teosofía moderna, dicen que la causa de nuestro estado actual es avidyâ, la ignorancia, y que sólo la percepción de la Verdad nos hará libres.  Avidyâ no es ignorancia de conocimientos comunes.  Más bien, es la falta de percepción de quiénes somos realmente y cuál es nuestra relación con el Universo.  Por lo tanto, el remedio último para nuestra enfermedad innata es viveka, o discernimiento espiritual.  Este requisito es definido en muchas formas, pero todas ellas son diferentes expresiones de la misma idea esencial: el discernimiento entre lo Real y lo irreal.  Así, el discernimiento está especialmente relacionado con la facultad de percepción.

Viveka tiene diferentes aspectos, como está expresado en A los Pies del Maestro, y su desarrollo tiene varias etapas, pero nos focalizaremos particularmente en el desarrollo de una capacidad que la Dra. Annie Besant definió como la esencia de la espiritualidad: la habilidad de intuir la unidad de toda la vida.  De un modo similar, Mme. Blavatsky (HPB) dijo que “espiritualidad no es lo que comprendemos por las palabras ‘virtud’ y ‘bondad’.  Es el poder de percibir las esencias espirituales sin forma”1 sin ser engañados por el aspecto grosero del mundo manifestado.

La mayoría de nosotros sentimos en lo profundo que sólo somos nuestra personalidad, es decir, el “yo”, aquél que está leyendo, percibiendo en este momento.  No tenemos real conciencia de la unidad de la vida; no hemos desarrollado “el poder de percibir la no forma”.  En nuestra conciencia de vigilia, sólo percibimos la capa externa del mundo a través de nuestros cinco sentidos, los cuales son muy limitados.  Además, percibimos en términos de lo interno (yo) y lo externo (el otro).  Nuestra percepción está confinada a lo que está sucediendo en “mí”, al nivel personal.  Usualmente no podemos sentir en nosotros lo que está sucediendo dentro de otra persona o ser.  Por lo tanto, naturalmente, aparece el egoísmo, porque experimentamos directamente nuestras necesidades individuales, nuestro dolor, placer, esperanzas, pero sólo nos damos cuenta de los sentimientos de otra persona de un modo indirecto.  Esta limitación es la causa misma de nuestro sufrimiento, ya que quedamos identificados con lo que es frágil, pequeño, separado, transitorio, e incompleto.  Sin embargo las enseñanzas teosóficas postulan que nuestra verdadera identidad es eterna, completa, e incondicionada.  Si pudiéramos percibir esto se desvanecería automáticamente el problema nacido de nuestra identificación con el “yo” limitado.  Pero ¿es posible percibir de un modo no limitado?  Muchos místicos en diferentes culturas y épocas experimentaron que la conciencia es ubicua.  Esta experiencia fue descrita por J. Krishnamurti (JK) como sigue:

Había un hombre arreglando la calle; ese hombre era mí mismo; el pico que sostenía era yo; la piedra misma que estaba rompiendo era una parte de mí; la suave brizna de pasto era mi mismo ser, y el árbol al lado del hombre era yo mismo.  También podía sentir y pensar como el mendigo, y sentir el viento pasando a través del árbol, y hasta la pequeña hormiga sobre la brizna de pasto podía yo sentir.  Los pájaros, el polvo, y el ruido mismo eran parte de mí. . . .  Yo estaba en todo o, mejor dicho, todo estaba en mí, inanimado y animado: la montaña, el gusano, y todos los seres que respiran.2

Así sabemos, a través de la experiencia de los místicos, que el funcionamiento de esta percepción espiritual extraordinaria es una posibilidad para la conciencia humana; que podemos percibir de un modo holístico, sintiendo como si fuéramos parte de cada criatura e incluso de cada objeto llamado “inanimado”.  Examinemos, entonces, cómo podemos acceder a este tipo de percepción.


El Enfoque Psicológico

Cuando consideramos este tema desde un punto de vista Teosófico encontramos dos enfoques: el psicológico y el oculto.  Éstos son complementarios y, para usar las palabras de HPB, nos llevarán a obtener “una clara percepción de la unidad de la energía una, operando en el Cosmos manifestado.”
Vamos a comenzar explorando el enfoque psicológico que tiene como objetivo especial el remover los obstáculos antes de construir un tipo diferente de percepción.  Para tener acceso a esa percepción completa, primero debemos descubrir por qué nuestra conciencia funciona de un modo tan limitado.  En una charla con algunos amigos, JK se refiere a esto:

Espere, señor, yo soy todo eso, el pasado y el presente y el futuro proyectado; yo nací en India con toda la cultura de 5000 años.  Ése es mi punto.  Eso es lo que yo llamo conciencia . . . cuando usted dice que es un hindú y yo soy un musulmán; cuando hay una focalización a través de la identificación, entonces aparece la elección. 3

De acuerdo con las enseñanzas teosóficas nuestra conciencia real, que perdura vida tras vida, está más allá de la mente personal, de las emociones, y del cuerpo físico.  En cada vida nueva ésta construye esos vehículos para su expresión en los mundos inferiores.  Pero entonces esa conciencia queda limitada por ellos durante la encarnación.  De hecho, la focalización de la conciencia limitando su capacidad para percibir desde una perspectiva más amplia, es debida a la identificación con la personalidad.  En su artículo “Moralidad y Panteísmo” HPB escribió:

El punto de comienzo del sistema ‘panteísta’ (usamos esa palabra por falta de una mejor) de moralidad es una clara percepción de la unidad de la energía una, operando en el Cosmos manifestado . . . El principal obstáculo para la realización de esta unidad es el hábito innato del hombre de ponerse siempre en el centro del Universo.  Cualquier cosa que un hombre pueda hacer, pensar o sentir, el irreprimible ‘yo’ será seguro la figura central.  Esto, como se verá, en la mínima consideración, es lo que evita que cada individuo ocupe su propia esfera en la existencia, sólo en el lugar donde él está exactamente y donde no está ningún otro individuo.” 4

Así, el problema principal parece ser el “hábito innato” de identificarnos con nuestros limitados y temporarios vehículos de conciencia personales, con centro en el “yo”.  Esta conciencia personal fue formada durante la infancia como resultado del impacto de impresiones del mundo externo sobre el cerebro.  Desde entonces, esa mente limitada se tornó en el principal medio de percepción durante nuestra conciencia de vigilia.  Estamos habituados a percibir a través de ésta; no conocemos nada más. Como dice JK:

¿Cuál es el problema?  He estado viendo sólo este fragmento (señalando una porción de la alfombra) . . . Pasé toda mi vida observando este fragmento.  Usted viene y dice que éste es parte de un todo, que éste no existiría sin lo otro.  Pero no puedo quitar mis ojos del fragmento.  Estoy de acuerdo en que éste puede existir sólo debido a la totalidad de la alfombra, pero nunca, nunca, he visto toda la alfombra.  Nunca me he movido del fragmento . . . Y no sé cómo mover mis ojos y mirar a toda la alfombra.5

Sabemos, en teoría, que nuestra conciencia personal es sólo una expresión fragmentada de un todo mayor, la Individualidad o Ego Superior, pero somos incapaces de comprenderlo realmente.  Sentimos que somos esta persona, que éste es nuestro nombre, edad, trabajo, características, etc.  No sabemos cómo percibir de un modo distinto, y hay una fuerza que mantiene nuestra percepción limitada al estrecho campo de nuestra vida diaria.  ¿Pero qué es?  JK se expandió sobre esto:

¿Qué es lo que impide una percepción total de esta existencia vasta, compleja? . . . Cuando entro al cuarto, un objeto atrapa mi mirada.  El hermoso cubrecama, y miro a las otras cosas descuidadamente . . . el resto queda en el trasfondo, se torna muy vago . . . ¿Por qué la percepción se ha focalizado en eso? . . . Yo veo todo el campo de la vida sólo en términos de perseguir el placer . . . ¿Es esto lo que previene la percepción total? . . . ¿Cómo puede ver la mente la totalidad del campo cuando sólo existe la búsqueda de placer? . . . ¿Cuál es el factor del placer? . . . El placer es siempre personal . . . Así que, en tanto la mente esté persiguiendo el placer como el “yo”, ¿cómo puedo ver esta cosa total?  Debo comprender el placer, no suprimirlo, no negarlo.  Así, es importante ver el todo, no lo particular. 6

El placer es una sensación surgida en ese limitado centro de conciencia que es el complejo cuerpo-mente.  Y en tanto nuestra conciencia esté persiguiendo la sensación estará atada a trabajar a través de la personalidad.  Damodar K. Mavalankar, uno de los personajes más prominentes entre los Teósofos de los primeros años, escribió:

Los deseos y pasiones son, por así decirlo, cadenas (verdaderas cadenas magnéticas) que atan la mente a esos apetitos y goces carnales.  Y aquél que desea elevarse por encima del Mâyâ que permea este mundo debe hacerlo rompiendo esas cadenas adamantinas que lo mantienen prisionero a este mundo transitorio.7

Entonces, deberíamos examinarnos y preguntar: ¿Cómo estamos viviendo?  ¿Estamos principalmente buscando placer personal en las diferentes actividades en las que tomamos parte?  ¿Nuestra actitud diaria es una de auto-protección, auto-justificación, etc., tratando de no ser perturbados?  Si es así, estamos constantemente fortaleciendo esa fragmentación de la conciencia que es el “yo”, manteniendo nuestra conciencia en la prisión de las sensaciones personales.  No es que debamos rechazar el placer como si fuera pecaminoso.  Si viene, lo experimentamos, de la misma forma que experimentamos las cosas desagradables.  Ambas son parte de la vida.  Pero el hecho de que estemos buscando algún tipo de placer en casi todas las circunstancias significa que las sensaciones corporales tienen una gran influencia sobre nuestra conciencia.  Ésta es la razón de por qué “La primera ilusión básica que se debe superar es la identificación con el cuerpo físico”, como leemos en Ocultismo Práctico. 8  Desafortunadamente, no es sólo una cuestión de estudiar o hablar sobre esto.  En la mayoría de los casos el estudio debe ser el primer paso, porque señala la dirección.  Pero si no hay una verdadera disposición para vivir de acuerdo con éste, el conocimiento es de poca utilidad.  En conexión con esto HPB escribió:

El conocimiento o jñâna está dividido en dos clases … paroksha y aparoksha.  La primera forma de conocimiento consiste en la adhesión intelectual a cierta proposición, la última en la verdadera comprensión de ésta . . . Del estudio de la filosofía sagrada, . . .  se deriva paroksha, el conocimiento (¿o deberíamos decir creencia?) en la unidad de la existencia, pero sin la práctica de la moralidad ese conocimiento no puede ser convertido en la forma de conocimiento más elevada o aparoksha-jñâna . . . . De nada vale captar intelectualmente la noción de que eres todo y Brahman, si no es realizada en actos prácticos en la vida . . . No puedes ser uno con el Todo, a menos que todos tus actos, pensamientos, y sentimientos se sincronicen con el movimiento de avance de la Naturaleza. 9

Ésta es la razón de por qué el verdadero conocimiento espiritual no viene meramente a través del estudio, sino a través de un modo de vida integral que también incluye meditación, auto-conocimiento, y una actitud inegoísta.  Si somos serios en esto, deberíamos entrenar nuestra conciencia diariamente para vivir más allá del centro de placer que es el “yo”.


El Enfoque Ocultista

Hemos visto que, de acuerdo a HPB, “El principal obstáculo para la realización de esta unidad es el hábito innato del hombre de ponerse siempre en el centro del Universo.”  Reflexionemos ahora sobre estas palabras desde una perspectiva ocultista.  El problema aquí es que estamos condicionados por la sensación de ser ese centro ubicado “sólo en el lugar donde estamos exactamente.”  Cómo se dijo anteriormente, la conciencia no está necesariamente limitada por el espacio y la forma, sino que es capaz de estar consciente de lo que sucede en otras expresiones de la Vida Una.  Pero dado que no está habituada a percibir más allá del centro personal, nuestra práctica debería involucrar un intento por descentralizar nuestra conciencia, acostumbrándose a expandirla para una percepción más amplia.  ¿Cómo podemos hacerlo?

La práctica del Diagrama de Meditación de HPB es muy útil en este intento. 10 El Diagrama todo está diseñado para ayudarnos a romper la identificación con nuestra conciencia inferior.  El tema de este Diagrama es muy vasto para ser discutido aquí en su totalidad, y lo exploraremos en un futuro artículo, pero podemos referirnos a una porción de éste.  HPB sugiere que deberíamos habituar nuestra conciencia gradualmente a percibir de una forma descentrada, tratando de vivir con una “Perpetua Presencia en la imaginación en todo el Espacio y el Tiempo.” “De esto” agrega “se origina un sustrato de memoria de universalidad.”  Esto significa que deberíamos tratar de limitar la usual focalización de la conciencia al punto en el que estamos en el espacio y el tiempo.  No es algo fácil de hacer, pero el mismo esfuerzo en esta dirección desarrolla la capacidad de habituar nuestra conciencia a percibir en una forma diferente.  Podemos usar cualquier estrategia que encontremos útil.  Cuando caminamos, por ejemplo, podríamos tratar de sentir que estamos en todo lo que se mueve alrededor, donde “nuestro” cuerpo es sólo uno de esos objetos.  O podríamos sentarnos en el banco de un parque y tratar de sentir que estamos en todas partes, que nuestra existencia no tiene ni comienzo ni forma.  Después, deberíamos incorporar ese sentimiento abstracto gradualmente en nuestra rutina diaria.

Hay otro ejercicio interesante sugerido por C. W. Leadbeater:
Durante la meditación uno debería tratar de pensar en el Ser Supremo estando en todo y todo en éste.  Trate de comprender cómo el ser está intentando expresarse a través de la forma.  Un método de práctica para esto es tratar de identificar su conciencia con la de varias criaturas, como una mosca, una hormiga, o un árbol.  Trate de ver y sentir las cosas como ellos las ven y sienten, hasta que a medida que se interioriza, toda conciencia del árbol o del insecto desaparece, y la vida del Logos aparece. 11

Aquí Leadbeater señala dos cosas importantes.  La primera es: “Durante la meditación uno debería tratar de pensar en el Ser Supremo estando en todo y todo en éste”, que es otro aspecto de la meditación de HPB que acabamos de mencionar.  Y segundo, él nos aconseja identificarnos con las formas de vida inferiores.  De nuevo, no es un ejercicio fácil porque implica entrar en un mundo nuevo, pero podemos encontrar algunas insinuaciones interesantes en las palabras de JK, que también sugirió un experimento similar:

Me parece que una de las más grandes dificultades es que veamos, realmente, claramente, no sólo las cosas externas sino la vida interna. . . . ¿Han experimentado alguna vez con mirar algo objetivo como un árbol, sin ninguna de las asociaciones, sin nada del conocimiento, que han adquirido sobre éste, sin ninguna palabra formando una pantalla entre ustedes y el árbol, lo que evita que lo vean como éste realmente es?  Inténtenlo y vean qué sucede; observen el árbol con todo su ser, con la totalidad de su energía.  En esa intensidad encontrarán que no hay observador en absoluto; sólo hay atención. 12

Para tener éxito en este tipo de ejercicios tenemos que ser capaces de silenciar nuestra conciencia personal.  Todos estos ejercicios pueden ser probados por uno mismo en un espíritu de investigación.  Ellos desarrollarán gradualmente el poder de percepción que está latente en cada uno de nosotros.  Sin duda, cuando este tipo de discernimiento espiritual se despierta, sucede una transformación importante.  Como dijo Leadbeater después de describir su ejercicio:
Cuando sabemos con bastante certeza que somos parte del todo, no nos importa demasiado dónde pueda encontrarse este particular fragmento de ese todo, o por cuales experiencias puede estar pasando. 13



Referencias

1. H. P. Blavatsky, Collected Writings (CW) 12, ‘Gemas de Este’, p. 451.

2. Mary Lutyens, Vida y Muerte de Krishnamurti.

3. J. Krishnamurti, Tradición y Revolución, Diálogo 27: ‘La Inteligencia y su Instrumento’, Bombay, 15 de Febrero de 1971.

4.  HPB, CW 5, ‘Moralidad y Panteísmo’, pp. 336-7.

5. JK, Tradición y Revolución, Diálogo 18: ‘Energía y Fragmentación’.

6. idem.

7. Sven Eek (Comp.), Damodar y los Pioneros de la Sociedad Teosófica, ‘Carta de Damodar a Carl H. Hartmann’, p. 304.

8. HPB, Ocultismo Práctico, ‘Algunas Sugerencias para la Vida Diaria’.

9.  HPB, CW 5, ‘Moralidad y Panteísmo’, p. 337.

10. HPB, The Theosophist, May 2003, ‘Diagrama de Meditación’, pp. 308-9.

11. C.W. Leadbeater, La Vida Interna, ‘Meditación’.

12. JK, Libertad de lo Conocido, cap. 11.

13.  loc. cit.


martes, 11 de agosto de 2015

Krishnamurti: una faceta


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DANIEL ROSS CHANDLER


 Hablando, enseñando y escribiendo, Krishnamurti presentó un enfoque intelecto-espiritual diferente que se insinuaba a muchos aspirantes que buscaban la transformación interna.  Él trató las continuas preguntas y los constantes problemas inherentes dentro de la búsqueda espiritual, que se consideraron en Libertad de lo Conocido:



El hombre, a través de los años ha buscado algo más allá de sí mismo, más allá del bienestar material, algo que llamamos la verdad o Dios o la realidad, un estado atemporal, algo que no puede ser perturbado por las circunstancias, por el pensamiento o por la corrupción humana…

Y al no encontrar este algo innombrable en miles de nombres que siempre buscó, cultivó la fe, fe en un salvador o en un ideal, y la fe indefectiblemente ocasiona violencia (p.9).


   Combinando bellamente pasajes representativos que describen la naturaleza con explicaciones sobre principios filosóficos, presentó una metodología experimental que se recomendaba a sí misma a los buscadores. Él escribió, por ejemplo, en Meditaciones:



Esa mañana el mar estaba como un lago o un enorme río, sin ondas y tan calmo que se podía ver el reflejo de las estrellas temprano en la mañana.  El amanecer todavía no había llegado, por lo que las estrellas, el reflejo del acantilado y las distantes luces de la ciudad estaban allí sobre el agua…

Al observar, una gran calma te invadía… La cualidad de ese silencio, esa quietud, no la siente el cerebro, está más allá de él… Estás tan sereno que tu cuerpo se vuelve completamente parte de la tierra, parte de todo lo que está en paz (p.46).


   Al observar el sol marcando un dorado sendero en el mar californiano, Krishnamurti experimentó una cualidad de silencio extraordinaria y sintió que allí no había nadie, que nadie existía. Había simplemente esa quietud sorprendente, una belleza indescriptible, un sentido de amor extraordinario.  Tan serenamente como un amanecer que se aproxima y surgiendo de algún lugar en lo profundo de nuestro ser, manó una inmensidad descrita en Krishnamurti´s Notebook (Notas de Krishnamurti) que “parecía no tener raíces, ni causa, pero sin embargo estaba allí, intensa y sólida, con una profundidad y una altura inmensurable” (p.48).

En su Notebook Krishnamurti escribió:



Caminando en el sendero que seguía la rápida corriente, fresca y agradable, con mucha gente cerca, había una bendición, tan gentil como las hojas, y había en ella una dicha danzante.  Pero más allá y a través de ella había esa fuerza inmensa, sólida, y ese poder que era inalcanzable. Uno sentía que detrás había una profundidad inmensurable, insondable (p.36).


   Sentado en silencio e inmerso dentro de esta inmensidad, Krishnamurti sintió que todo el universo y todo lo existente dentro del sistema solar, comprendía un todo único interrelacionado e interdependiente. Todo ser existente está enraizado en la misma Realidad creadora de vida, intuida como omnipresente, aunque esa Realidad nunca está completamente contenida dentro de las partes sino que trasciende las expresiones y manifestaciones. La Realidad se revela a sí misma por el proceso ordenado, con propósito y significado, e impregna la naturaleza y los lugares más profundos de la mente y del espíritu.  El reconocimiento afirma que la unicidad dentro de toda criatura viva produce una reverencia por la vida, compasión por toda criatura sensible, simpatía por los buscadores de la verdad en toda generación, y un aprecio de la espiritualidad como inevitablemente experiencial. Él indicó en La Red del Pensamiento:



La consciencia es común a toda la humanidad. Por todo el mundo el hombre sufre interna y externamente; hay ansiedad, incertidumbre, completa desesperación de soledad, hay inseguridad, celos, avaricia, envidia y sufrimiento.  La consciencia humana es un todo, no es tu conciencia o la mía.  Esto es lógico, sano, racional: vayas donde vayas, en cualquier clima que vivas… la creencia y la fe son comunes a toda la humanidad, las imágenes y símbolos pueden ser totalmente diferentes en distintas localidades pero surgen de algo común a toda la humanidad (p.10).


   Una persona auténticamente religiosa no es un individuo que usa vestimentas ceremoniales o un taparrabo, sobrevive con sólo una comida al día, o se adhiere a votos específicos; una persona genuinamente religiosa es simple internamente y no está llegando a ser nada.

   Ejemplificando y enseñando la meditación, Krishnamurti describió esa práctica no como un medio para alcanzar un fin, sino como medio y como fin, ver lo que es e ir más allá, descubrir una dimensión que no está contaminada con lo conocido. La meditación se explicó como el florecimiento de la comprensión, la luz dentro de la mente que ilumina el camino hacia la acción, y encontrar el fin del conocimiento y experimentar la libertad de lo conocido.  Krishnamurti consideró la meditación como estar libre del pensamiento, un éxtasis momentáneo de verdad. Él consideró la meditación de una mente en completo silencio como la bendición que busca la humanidad incesantemente; la muerte que facilita la meditación es la inmortalidad de lo nuevo.  Como él afirmó en su Notebook:



La meditación es la destrucción de la seguridad, y existe gran belleza en la meditación, no la belleza de las cosas que el hombre ha reunido, sino del silencio. Este silencio es el vacío en el que fluyen todas las cosas y a partir del cual fluyen y tienen su ser.  Es incognoscible, ni el intelecto ni el sentimiento pueden abrirse camino hacia él; no hay un camino, y un método es el invento de un cerebro codicioso  (p.82).


   Alcanzar una revolución fundamental dentro de uno mismo, requiere de la comprensión de todo el proceso de nuestros pensamientos y sentimientos en las relaciones. La comprensión se da al ser conciente de lo que es, conocer lo que es sin condenarlo o justificarlo constituye el principio de la sabiduría.  Krishnamurti invita a los individuos en Comentarios sobre el Vivir (Tercera Serie) a inaugurar un viaje en un mar inexplorado donde podrían experimentar “algo extraordinario, un movimiento más allá de la medida del tiempo, una primavera que no conoce el verano” (p.197).

   Durante sesenta y cinco años ricos de experiencias, Krishnamurti viajó extensamente en India, Europa, Australia y América del Norte y del Sur donde llevó a cabo actividades de charlas o diálogos, en los que trabajó para hacer que la humanidad fuera “absoluta e incondicionalmente libre”. Sin propugnar una doctrina teológica, trabajó para liberar a la gente del condicionamiento.  Sus aparentemente innumerables conversaciones, charlas y escritos se compilaron en sesenta libros, algunos de los cuales se tradujeron a varios idiomas. Él expuso una filosofía revolucionaria y completamente original que atrajo la considerada atención y el respetuoso interés de escritores, gobernantes, científicos y eruditos. Sin embargo el mayor impacto y la influencia más importante de Krishnamurti existe en las vidas de incontables estudiantes que se sentaron a los pies de este maestro espiritual, o leyeron sus inspiradores escritos. Krishnamurti fue básicamente un instructor comprometido en educar a los estudiantes, enseñándoles que inevitablemente toda educación es religiosa.

   Durante toda su vida, la preocupación de Krishnamurti por la educación floreció con Comienzos del Aprendizaje, en el que enfatiza que la educación debería ser  aprender a vivir, y que el principal interés debería referirse a tratar con afecto los problemas más importantes de toda la vida humana. La primera sección contiene debates entre Krishnamurti, los estudiantes y el personal en la Escuela en Brockwood Park en Inglaterra, y la segunda sección presenta las conversaciones de Krishnamurti con padres y docentes.

   Una reimpresión de los primeros escritos y poesías de Krishnamurti compuestos entre 1923 y 1931, De la Oscuridad a la Luz, revela una faceta de la personalidad de Krishnamurti que se caracteriza por su intensa sensibilidad y un llamado apasionado para que los individuos vean la realidad.  Este mismo interés apasionado y constante vigor son evidentes en El futuro es ahora: últimas charlas en India, que contiene pláticas y debates de los últimos viajes de Krishnamurti en India en 1985. De Krishnamurti para sí mismo: su último viaje, dictado y grabado en una cinta en su hogar, Pine Cottage,  en el Valle de Ojai.



El Cantor y la Canción


  El 17 de febrero de 1986 Krishnamurti murió en Pine Cottage, Ojai.  Él ocupaba una habitación que miraba hacia el aguaribay, bajo del cual experimentó enormes transformaciones que cambiaron su consciencia sesenta y cuatro años antes.  Las cenizas de Krishnamurti se dividieron en tres partes y se distribuyeron entre Ojai, Inglaterra e India.  En India las cenizas se arrojaron en el centro de la corriente del río sagrado Ganges, en Rajghat, Varanasi, en el origen del río en Gangotri, en lo profundo de los majestuosos Himalayas, y fueron llevadas desde la playa de Adyar en Madrás a través de las turbulentas olas, hacia el mar.  Pupul Jayakar explicó en Krishnamurti: una Biografía:



No debía haber rituales después de su muerte, ni oraciones, ni alboroto, ni grandes procesiones ceremoniales.  No se debían construir monumentos sobre sus cenizas. Bajo ninguna circunstancia debía ser deificado el maestro. El maestro no tenía importancia, sólo las enseñanzas eran importantes (p. 498).


   Colegas cercanos y compañeros consideraron persistentemente quién era Krishnamurti.  Field y Hay concluyeron respecto a Krishnamurti:



Krishnamurti, un genio espiritual sin par en el mundo, ha estado “cantando su canción” por más de cincuenta años, enfatizando ahora esta nota, luego esta otra, y más tarde, otra diferente….

Algunos de nosotros probablemente tuvimos destellos de esa dimensión extra que Krishnamurti llamó lo Desconocido. Pero considero seguro decir que ninguno de nosotros atrapó el fuego que ardía en él. Nosotros no cantamos nuestra propia canción…

Quizás, parafraseando sus propias palabras, porque nuestra mente-corazón no canta, sin embargo hemos buscado al Cantor, perdiendo así el significado esencial de la Canción (p. 130-1).


   La biógrafa Lutyens luchó por descubrir la fuente de la que emanaron las enseñanzas de Krishnamurti, intentó iluminar la naturaleza que caracterizó a los más destacados humanos, y trazó su desarrollo buscando analizar su larga vida en perspectiva. Lutyens eventualmente concluyó en Krishnamurti: su vida y su muerte que sea lo que sea que haya ocurrido dentro de su cuerpo durante las experiencias descriptas como “el proceso”, facilitaron que él se volviera “un canal para alguna fuerza genial que fue la fuente de sus enseñanzas posteriores” (p.46).

Durante sus charlas, Krishnamurti dijo que él experimentaba una fuerza o inmensidad pura, intocable e impenetrable, de la que provenían su percepción, iluminación e imperativo. Cuando los seguidores de India consideraban a Krishnamurti como indio, él afirmaba que no pertenecía a ninguna raza, nacionalidad o religión. Lutyens concluyó que sus escritos incluidos en Diario de Krishnamurti revelan más sobre él personalmente que ninguna otra de sus publicaciones (p. 190). Se podría dar un ejemplo específico que ilustra su capacidad para describir la naturaleza, incluido en Krishnamurti´s Notebook:



La tierra tenía el color del cielo;  los cerros, el verde, campos de arroz maduro, los árboles y el lecho arenoso y seco del río tenían el color del cielo;  todas las rocas de los cerros, las grandes piedras eran las nubes y éstas eran las piedras.  El cielo era la tierra y la tierra el cielo;  el sol poniente había transformado todo… Sobre ese cerro había una vasta extensión de púrpura y oro; sobre los cerros del sur un candente verde delicado y azules pálidos; hacia el oriente había un contra atardecer igual de maravilloso con rojo escarlata y ocre incandescente, magenta y violeta suave (p. 188).


   En su último diario titulado De Krishnamurti para sí mismo (20 de abril de 1983), escribió:



   En la punta de todas las hojas, las hojas grandes y las pequeñas, había una gota de agua brillando al sol como una joya extraordinaria.  Y había una suave brisa, pero esa brisa de ningún modo perturbaba o destruía las gotas que había sobre las hojas, que eran lavadas por la lluvia tardía (p. 71).


   Nacido dentro de una antigua tradición que enseña el descenso periódico de un avatâra, que profesa una sabiduría eterna que enfatiza una experiencia inmediata intuitiva, y consciente de que toda la creación constituye una unidad, él dijo quién era en De la oscuridad a la luz:



Soy la piedra en el templo sagrado. Soy el humilde pasto que cortan y sobre el que caminan. Soy el árbol alto y majestuoso que corteja al mismo cielo. Soy el animal que es cazado. Soy el criminal que es odiado por todos. Soy el noble que es honrado por todos.  Soy el lamento, el dolor y el efímero placer, las pasiones y las gratificaciones, la amarga ira y la infinita compasión, el pecado y el pecador.  Soy el amante y el amor mismo. Soy el santo, el devoto, el adorador y el seguidor.  Soy Dios  (p. 21)



J. Krishnamurti y su hermano Nityananda conocieron a la Dra. Besant el 27 de noviembre de 1909.  Desde ese momento su relación fue de profundo y perdurable amor.

                             

Años más tarde, cuando a Krishnamurti se le preguntó sobre la Dra. Besant, dijo:



 La Dra. Besant fue nuestra madre, nos cuidaba, se interesaba por nosotros.  Pero hay algo que ella nunca hizo.  Jamás me dijo “Haz esto” o “No hagas aquello”.  Me dejó solo.  Bien, con estas palabras rindo mi mayor tributo.


Durante los últimos años de su vida, a menudo se lo oía hablar de la grandeza, el amor y la comprensión de Annie Besant.

martes, 4 de agosto de 2015

Qué produce apego


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R. C. TAMPI

 El Prof. R. C. Tampi es Conferencista Nacional de la ST en India. Conferencia dada el 27 de Diciembre de 2008 en la Convención Internacional de Adyar.

 ¿Quién eres tú?

   Se proclama al hombre como el pináculo de la creación. Los antiguos instructores de la India consideraban al hombre como los “niños de pecho de la inmortalidad” y como encarnación de ānanda o bienaventuranza. Paradójicamente a la vida humana se la considera generalmente como un mar de conflictos (bhava sāgara). La felicidad en la vida ha venido a ser sólo un corto interludio en el largo drama del dolor. La razón de esta situación difícil está en que el hombre es en realidad un anfibio. La palabra griega amphibios significa vivir una doble vida. Por un lado el hombre es un espíritu encarnado que tiene el potencial de explorar todo “el mundo fuera del tiempo y del espacio de la Mente universal”, por otro lado también es un ser egocéntrico e inseguro. Por lo tanto el hombre puede elegir entre una expansión centrifuga hacia la conciencia divina trascendental o una expansión centrípeta, convergiendo hacia un centro artificial producido por sus pensamientos y experiencias egocéntricas. No es de extrañar que Kahlil Gibran confesara: “Sólo una vez me quedé sin palabras. Fue cuando un hombre me preguntó: ‘Quién eres tú’.”



El Paraíso Perdido

   De acuerdo a la historia relatada en el Génesis, en algún momento el hombre disfrutó la inmortalidad y la felicidad absoluta en el Jardín del Edén. Cuando comió del fruto prohibido del conocimiento fue castigado por Dios. Como consecuencia, el primer hombre y la primera mujer se hicieron por primera vez concientes de su yo separado y fueron expulsados de la bienaventuranza de la unidad a una vida de dualidad y sufrimiento que termina en una grisácea muerte. Entonces, con el comienzo de la auto-conciencia, es decir  del egocentrismo, se inician las luchas y los sufrimientos del hombre. Su caída del paraíso simboliza su descenso a la aflicción y a la muerte a través del sentido de separación y de centrarse en sí mismo.

   El hombre sin embargo es realmente un rayo del Espíritu Universal de la misma manera en que un rayo emana del sol. La vida humana divide y dispersa esa unidad.



El uno permanece, los muchos cambian y pasan,

La luz celestial brilla por siempre, la sombra de la tierra pasa rápidamente,

La vida es como una cúpula vidriada de múltiples colores

Que colorea la blanca refulgencia de la eternidad.



(Shelley, Adonais)



   El hombre real permanece siempre puro, siempre despierto y siempre libre, es el Yo supremo.



Avidyā (Ilusión)

   Lo que el hombre considera que es su propio ser, o llama “mí mismo” es una ilusión crasa. La “yoidad” que ha creado la dualidad sólo es el producto de la mente. Esta ilusión es el resultado de la ignorancia o avidyā. La sensación del hombre de ser un “yo” separado lo transforma constantemente y produce una fuerte pero falsa identidad. Se ha vuelto tan arraigado a su estrecho y egoísta yo que es incapaz de imaginar la existencia de un Ser real diferente de él. Se dice que un irlandés le preguntó a su párroco inocentemente: “Cuando muera mi cuerpo estará en la tumba y mi alma en el cielo, pero ¿dónde estaré ‘yo’?”.

   Respecto al yo personal o personalidad, Walt Whitman dice:



Esa sombra, mi imagen

que va de un lado para otro buscando

el sustento, parloteando, regateando:

¿Cuántas veces me hallo a mi mismo

observándola, por dónde va y viene?

¿Cuántas veces me pregunto y dudo si ella

es yo mismo realmente?



   El yo mancha y vela a la conciencia pura y se reduce a sí mismo a un estado de mundanalidad y materialidad. Por eso un gran instructor insistió: “Todos nosotros tenemos que deshacernos de nuestro propio ego, el yo aparente e ilusorio, y reconocer nuestro verdadero Ser en una trascendental vida divina.” (Carta del Mahachohan, ML, edición cronol., 1998, p.478).

   Cuando existe la realización de un Yo uno no dual más allá de la existencia fenomenal, no puede haber al mismo tiempo una conciencia de separación. Nadie puede pensar el frío en el fuego o en la inmortalidad y la libertad de la ancianidad respecto al cuerpo perecedero  (Śankara, Upadeśa Sahasri).

   Las angustias interminables y la miseria causada por el sentido de separación hacen de la vida un mar de desagradables problemas en el cual el hombre se debate.



La vida que ustedes valoran es una interminable agonía:

Sólo moran sus penas…

(Edwin Arnold, La Luz de Asia, VIII)



   Avidyā (ilusión) es la causa subyacente de todo esto. El hombre cegado por la ilusión considera lo no eterno como lo eterno, lo impuro como lo puro, lo malo como bueno, el no Ātma (el yo separado) como Ātman (el Yo Universal). Avidyā conduce a asmitā o “yo-idad” o auto-centrismo o egoísmo, de la cual nace la atracción y la repulsión. Abhiniveśa o el deseo de vida sigue. La causa raíz de todas las aflicciones es abhiniveśa, es decir, el apego a la vida, el deseo de continuidad o el insaciable anhelo de llegar a ser. El Buddha se refiere a ello como tanhā o trshna o deseo. La chispa de la pasión llamea como trshna o “codicia y ansias por las cosas”, cuando “los sentidos y los objetos de los sentidos se confunden”.

   El apego o la afición por las experiencias sensoriales provienen de la ilusión de un yo separado. El apego desaparece cuando uno niega la existencia de un ser personal separado o un “yo”.



El Yo Divino y el yo personal

   Ānanda o bienaventuranza es la condición del Yo real. Este Yo supremo lo incluye todo, es impersonal, generoso y divino. El hombre al ignorar la verdad que él mismo es un Ser Divino y Universal se identifica con el yo personal separado y limitado. Las batallas más serias de la vida no se desarrollan en algún lugar geográfico en cierto momento histórico. El campo de batalla es el mismo limitado yo.

   Un gran instructor dijo respecto de la naturaleza no permanente e ilusoria del yo: “¿Qué es el yo? Sólo un huésped de paso cuyos intereses son como un espejismo del inmenso desierto” (Las Cartas de los Mahatmas a A. P. Sinnet). Si sondeamos dentro de nosotros mismos descubriremos que nuestro yo inferior es mayormente una amalgama de egoísmo y  tendencias comunes de la mente. Hasta los científicos modernos hablan de esto. Julian Huxley, H. G. Wells y G. P. Wells concluyen su libro, The Science of Life (La Ciencia de la Vida) de esta manera: “Los místicos occidentales y los sabios orientales encuentran el firme resultado de la aprobación en la ciencia moderna y en la enseñanza diaria de la moralidad práctica: ambas enseñan que el yo es un método y no un fin.”



Apego

   El apego es un accesorio del yo ilusorio. El equivalente sánscrito de “apego” es mamathva que significa “mi propiedad”, mama significa mío. Por lo tanto muestra que el apego nace del “yo”. Puede causar estragos en nuestra vida, porque provoca una serie de consecuencias perjudiciales. Śri Krshna se lo explica a Arjuna (Bhagavadgitā, II.62,63): El pensar en los objetos de los sentidos produce apego o afición a ellos, y del deseo o anhelo surge la ira. De la ira proviene el error y el desconcierto. Del error surge la memoria confusa. De la memoria confusa resulta la pérdida del poder de discernimiento o buddhi. Con la pérdida de  la facultad discernidora la persona perece. Esta secuencia de eventos que comienza con el apego culmina en la auto-destrucción. Esto es como una serie de explosiones destructivas en aumento, que solamente dan por resultado la aniquilación de las virtudes humanas. Esto sin embargo es de lo más común en la vida. El apego y la aversión (las dos caras de la moneda) de los sentidos por los respectivos objetos de los sentidos son inherentes en la conducta humana. Por lo tanto, que nadie caiga bajo su dominio. Son salteadores de caminos (Bhagavadgitā,  III.34).

   Del apego proviene la pena, el deseo, el afán, la violencia y el miedo. El Dharmapada declara que la liberación del apego es lo más noble entre los dharma-s (enseñanzas religiosas). Y agrega: “Las malas hierbas de los campos son su perdición, los apegos de esta  humanidad son su ruina” (XXIV.23).

   Uno puede estar apegado a cosas diferentes. Puede haber apego a personas, objetos, ideas, creencias, opiniones, posiciones, posesiones, etc. El apego siempre implica una dependencia inevitable. Significa: “No puedo prescindir de ello. ...” Deseos, anhelos, temor a la pérdida, ansiedad por poseer, inflexible auto-interés, envidia, etc. son algunas de sus manifestaciones.

   Hay otro importante aspecto del apego. Como el apego siempre está conectado al yo personal, genera karma. Mahavira enseñó: “Los apegos y aversiones son la causa raíz de karma y este tiene su origen en la ilusión. . . Aún el enemigo más poderoso y silencioso no causa tanto daño como sí lo hacen el apego y la aversión descontrolada. Es debido al apego que una persona comete robos, se complace en el sexo y ansía acumular en forma ilimitada. La ausencia de apego, etc. es ahimsā, mientras que su presencia es himsā.”

   La liberación del apego a las posesiones mentales es lo más difícil de lograr. El apego al conocimiento, especialmente el de tipo conceptual es esclavizante. En la práctica del Zen uno constantemente renuncia al deseo natural de conocimiento conceptual. San Juan de la Cruz también recomienda desapego de los pensamientos, ideas y sentimientos hacia Dios. El conocimiento no conceptual es toda una nueva manera de conocer.

   El apego, ya sea fuerte o no, es el impedimento más serio en el progreso espiritual. San Juan de la Cruz señala:



Ya sea una fuerte cuerda de alambre o un hilo delgado y delicado el que sujeta al pájaro no tiene importancia si realmente lo mantiene sujeto, porque hasta que la cuerda no se rompa el pájaro no puede volar. De esta manera, el alma está sujeta por las cadenas del afecto humano, por más ligeras que puedan ser no se puede liberar mientras éstas permanezcan.



   El hombre desfavorecido por el apego trabaja en vano por el progreso espiritual. La historia del barquero que remó toda la noche es una ilustración de esta verdad. Por la mañana el barquero se encontró con que el bote estaba justo en el mismo lugar que cuando comenzó a remar la noche anterior. Entonces se dio cuenta que la soga que tenía sujeto el bote al palo no había sido cortada. Mientras uno permanezca apegado no hará ningún progreso espiritual.

   Kabir dice: “El buscador devoto es el que mezcla en su corazón la corriente doble del amor y del apego, como se juntan las corrientes del Ganges y del Jumna.” Hasta que no pongamos  fin a los apegos particulares, no puede haber ningún amor a Dios con todo nuestro corazón, mente y fuerzas, y ninguna caridad universal hacia todas las criaturas de Dios.



Deseo

   Así como el apego nace de la ilusión de un yo personal separado, el deseo surge del apego. Ambos están inextricablemente interconectados. Toda experiencia deja en la mente la memoria del pasado y la anticipación del futuro. Estas no tienen existencia salvo en la mente y por lo tanto son irreales. Sin embargo las anhelamos, con la frustración inevitable. Shelley pinta el siguiente cuadro respecto al hombre:



. . . Miramos hacia atrás, y hacia adelante,

Y suspiramos por lo que no está.

(Ode to a Skylark) (Oda a una Alondra)



   El deseo es un impulso insistente por tener una cosa o una experiencia. Goethe lo describe así:



. . . Del deseo caigo a la posesión,

Y poseyendo languidezco por el deseo.

(Fausto)



   A menudo se compara la condición del hombre a la de una rana atrapada en las fauces de una serpiente. La serpiente ya ha tragado el cuerpo de la rana, sólo la cabeza queda fuera de la boca. Aún en esa condición la rana se esfuerza por capturar una mosca. Así, olvidando la muerte inminente, el hombre pugna por poseer.

   Todas las impresiones residuales de la mente se relacionan con cosas pasajeras, y el anhelo resultante de ellas evidentemente termina en una desilusión inevitable. La comprensión de esta verdad puede liberarnos del sufrimiento. Así como un árbol que cuando lo cortan crece nuevamente si no le arrancan la raíz, el sufrimiento retorna una y otra vez cuando el residuo de las ansias no se extirpa (Dharmapada, XXIV.5). Al ir detrás de objetos del deseo siempre actuamos como el sediento ciervo que persigue el espejismo en el desierto confundiéndolo con agua. Así, A los Pies del Maestro nos advierte: “Recuerda que todo deseo egoísta encadena, no importa qué tan elevado pueda ser el objeto, hasta que no te hayas librado de él no estarás completamente libre para dedicarte al trabajo del Maestro”.  “Haber conquistado el deseo es haber aprendido a usar y controlar el yo” (Luz en el Sendero).

   No hay sufrimiento en la vida que no sea causado por el deseo:



¿Qué sufrimiento nace de sí mismo y no del Deseo?

Las sensaciones y las cosas percibidas se mezclan y

encienden la rápida chispa de fuego de la pasión,

Así se enciende Trishna, deseo y sed de poseer cosas.

(Luz de Asia, VIII)



   De esta manera el Buddha muestra cómo el contacto de los sentidos con los objetos de percepción enciende la chispa de la pasión e inflama la codicia y la sed por las cosas. Krishnaji también señaló la secuencia de la sensación, el pensamiento y las imágenes que conducen al deseo.

   Dependiendo de la vehemencia de la pasión encendida por el deseo, éste asume diferentes grados de formas devastadoras como deseo, ambición, apetito, avaricia, codicia, lujuria, anhelo, pasión, fantasías, ansias y obsesión.

   La tendencia a poseer todo lo que se pone en nuestro camino es la fuente de nuestra miseria. Aunque nada es permanente, desesperadamente nos asimos a todo. Nos esforzamos en aferrarnos a los placeres sensuales sin darnos cuenta de su evanescencia.



Estos placeres de los sentidos terrenales y aún celestiales,

no pesan ni siquiera una decimosexta parte

de la profunda felicidad de extinguir el Deseo,

(Yoga-Bhāshya, 11.42)



    De ahí que Epicuro aconsejó: “Si quieres hacer a un hombre feliz, no le sumes a sus riquezas, réstale de sus deseos”. El deseo nunca se apaga por satisfacerlo. De este modo sólo se inflama como el fuego al cual se le vierte manteca para apagarlo. (Bhāgavata, IX.19)



Desapego

   El único antídoto contra el apego es el desapego. El desapego consiste en estar en el mundo, pero sin ser del mundo. El loto es una ilustración excelente. Siempre esta en el agua, pero ésta nunca se le adhiere. Para ser libres de la esclavitud de cualquier objeto que brinda placer debemos soltarlo como si fuera un peso muerto. El Buddha le dijo a un discípulo que se le acercó con ofrendas en ambas manos: “Suéltalas”. El discípulo soltó las ofrendas de una mano. El Buda repitió “Suéltalas”. El discípulo soltó las ofrendas de la otra mano también. El Buda insistió: “Suéltalas”. El discípulo se dio cuenta del significado del mensaje y las dejó ir de su mente también. Él obtuvo la liberación.

   Cuando alguien cree que tiene una piedra preciosa la protege celosamente y se aferra a ella. Cuando se da cuenta que es un pedazo de piedra sin valor, espontáneamente la arroja. Todo es cuestión de discernimiento o viveka.

   Como el Dharmapada aconseja, debemos arrancar la afición al yo sin esfuerzo como se arranca un nenúfar en otoño. No apegarse a nada es la manera de disfrutar de todo. Aprender a vivir felizmente es aprender a dejar ir.

   Nuestros esfuerzos por sobresalir en cuanto a posesiones, poder y fama hacen la vida miserable. Lao Tse dice:



Estos son mis tres tesoros. ¡Guárdalos y obsérvalos!



El primero es compasión, el segundo es frugalidad, y el tercero, negarse a estar por encima de todas las cosas que están bajo el cielo.



   Un sabio viajero encontró un paquete en su camino. Cuando lo abrió vio que contenía unas cuantas piedras preciosas. Se las quedó. Un día un hombre pobre se acercó a él pidiéndole ayuda. El sabio le entrego las piedras preciosas. El pobre al principio se puso muy contento. Pronto se preocupó de que le fueran a robar las piedras preciosas.  Al poco tiempo quiso ser más rico adquiriendo más bienes. Todo esto le costo su paz mental. Estaba tan estresado que le devolvió las piedras preciosas al sabio, pidiéndole que recibiera nuevamente el tesoro y le diera en cambio esa cualidad de su mente que le permitía deshacerse o soltar su valiosa posesión.

   Es una cuestión de Auto-dominio. Como Edmund Burke observó: “Si manejamos nuestras riquezas seremos ricos y libres, si nuestras riquezas nos manejan, en verdad somos pobres.” (Letter on a Regicide)(Carta sobre un regicidio).

   Aspirar al progreso espiritual mientras nos aferramos con firmeza al poder y fama mundanos es una actitud fútil. Como Rumi lo ilustra, también es ridículo.



Una vez el noble Ibrahim,

al sentarse en su trono,

escuchó un clamor y ruido y gritos en el techo,

también pesados pasos en

el techo de su palacio.

Se preguntó “¿de quién son esos pesados pasos?”

Gritó por la ventana, “¿Quién anda allí?”

Los guardias llenos de confusión,

inclinaron sus cabezas diciendo,

“Somos nosotros que estamos buscando”

Él les dijo, “¿Qué buscan?” Ellos dijeron, “Nuestros camellos”

Él dijo, “¿A quién se le ocurre buscar camellos en el techo de una casa?”

Ellos dijeron, “Seguimos su ejemplo, que busca la unión con Dios, mientras

Está sentado en un trono”.



Jalal-uddin Rumi


Niega al yo, por el bien del Yo

   Desafortunadamente el principio moderno de felicidad es la realización instantánea de cada deseo. El hombre se ha liberado de la subyugación religiosa y secular. Sin embargo, aún tiene que lograr la mayor libertad que es ser él mismo y estar completamente despierto.

   El apego es la antítesis de una vida teosófica. La teosofía es la gran renunciación del yo, incondicional y absolutamente en pensamiento y acción. Un teósofo vive no para sí mismo, sino para el mundo. Uno debe despojarse de todo lo personal.

   “El interés en sí mismo es la puerta que deja al otro afuera”, dijo Krishnaji. En la última charla en Madras, el 1 de enero de 1986, Krishnaji nos recordó: “si existe apego de cualquier tipo, el otro no puede existir, el otro es amor.”

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 Vive despreocupadamente en este Mundo. Esta Lección Divina nos la enseña desde el Cielo el Espíritu Santo sobre esta Tierra (I Cor., 7:29, 30,31). Os digo, pues, hermanos: El tiempo es corto. Por tanto, los que tienen mujer, vivan como si no la tuviesen. Los que lloran, como si no llorasen. Los que disfrutan del mundo, como si no disfrutasen. Los que compran, como si no poseyesen. Y los que  utilizan este mundo, como si no lo utilizasen. Porque la apariencia de este mundo pasa. El Apóstol divide aquí a todo este Mundo en cuatro temas: 1.Relaciones, 2. Pasiones, 3.Posesiones, 4. Ocupaciones y Entretenimientos. Salomón dice en algún lugar: ¿Por qué deberías agredir a tu corazón, siendo que él no existe? No hay una diferencia real entre tener un Marido, Esposa, o Hijos, y no tenerlos; entre estar Tristes, o Alegres, que estar sin Tristeza o Alegría; entre tener una Propiedad, y no tener ninguna; entre estar en la cima de todos los Empleos, o Entretenimientos, y estar sin todos ellos. Nada de este mundo es real. Todo en este mundo es una Sombra. Por lo tanto observando que los distintos Estados de las cosas en la Tierra no tienen una Diferencia real, entonces se pasa a través de todos los estados con una perfecta indiferencia de Espíritu, en una calma constante.

Peter Sterry

sábado, 1 de agosto de 2015

MORANDO EN EL CORAZÓN


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(Charla de un Simposium de la Convención, Adyar, 27 de diciembre 2007)

MARIA PARISEN
La Sa. Maria Parisen es Conferencista Nacional de la Sociedad Teosófica en Norteamérica e integra el personal del Instituto de Teosofía Krotona en Ojai, California.

   El corazón mantiene un lugar central en la Teosofía, en el que a menudo se menciona su importancia espiritual. La sabiduría del corazón fluye del cuerpo, del alma y del espíritu, como la esencia y centro de nuestro ser. El corazón es a la vez un órgano físico de percepción y acción, un campo dinámico de relaciones mentales y emocionales, una esfera de radiante intuición, y el asiento del ser más íntimo. Luz en el Sendero (II: 9-11) aconseja: “Observa sinceramente toda la vida a tu alrededor. Aprende a ver inteligentemente dentro del corazón de los hombres. Observa más profundo aún tu propio corazón”. Recientes investigaciones científicas han comenzado a confirmar el punto de vista teosófico, ayudando a traer el rol del corazón en la conciencia a un público receptivo.

   HPB afirma que de todos los órganos del cuerpo, el corazón es el único de conciencia espiritual. El Ser Espiritual, Âtmâ-Buddhi-Manas, está asentado en el corazón en siete modos de inteligencia, siete ‘cerebros’ en el interior del corazón, los que corresponden a las siete Jerarquías. HPB expresa: “La Escuela Oriental Oculta conoce cada diminuta porción del corazón y tiene un nombre para cada una de ellas. Las llama por elnombre de los Dioses” (CW, XII, 694-6). La Inteligencia Divina y el amor impregnan el corazón humano tan plenamente que nada puede satisfacernos excepto traerlo a la vida. La totalidad de la naturaleza humana está codificada aquí: la historia de la evolución, los patrones aún latentes, la influencia guiadora de seres superiores.

   HPB es clara acerca del rol del corazón en la práctica espiritual (CW, XII, 695-6). Ella señala que el corazón y el cerebro están vinculados energéticamente en polaridad. En la persona ordinaria la actividad del corazón es negativa en relación al cerebro -centro de kâma-manas. Como la corriente eléctrica que fluye de positivo a negativo, las impresiones fluyen del cerebro hacia el corazón. Así vivimos principalmente con pensamientos coloreados por el deseo, y con la intuición y la voluntad latentes en la mayoría de los casos. Un Maestro de Sabiduría observa: “El mundo pulula con los resultados de la actividad intelectual y del decrecimiento espiritual” (ML N° 14/66). HPB advierte que la conciencia espiritual puede prevalecer cuando revertimos la polaridad existente, cuando nuestro corazón es puro y positivo.

   Continuamente se debe realizar el esfuerzo de centrar la Consciencia en el Corazón, y prestar atención a los dictados de la Consciencia Espiritual porque, aunque esté muy lejos el éxito, debemos comenzar y abrir el camino.

   Las investigaciones actuales afirman lo que los místicos y ocultistas conocieron desde hace mucho tiempo: la inteligencia del corazón es sutil pero poderosa. El campo Electromagnético (EM) del corazón es 5000 veces más potente que el del cerebro. Su campo EM puede ser detectado a unos tres metros del cuerpo y se extiende indefinidamente en el espacio. Como el corazón se conecta directamente con los centros intelectuales del cerebro, sus percepciones nos ayudan a encontrar sentido en la sensación, almacenar memoria emocional, resolver problemas, razonar y aprender (Buhner, 40-1). El campo de acción del corazón, de potencial ilimitado, puede influir sobre las personas que están cerca. Los científicos ahora se hacen eco de la sabiduría de los ancestros: para la salud y la curación, centre la conciencia en el corazón. A través de emociones refinadas (bondad, compasión, aspiración) fortalezca la inteligencia del corazón.

   La Evolución Humana implica el despertar de la acción sabia en varios mundos. El mundo físico, donde prevalece la aparente separación y la individualidad, ejerce una atracción muy fuerte. El reino de la conciencia universal, donde la unidad es fundamental, análogamente nos llama hacia sí. Entre estas realidades se extienden vastos mundos intermedios donde la percepción espiritual podría develarse gradualmente. El estudiante de ocultismo debe encontrar un equilibrio emocional y mental porque en estos mundos se encuentra con fuerzas de gran alcance. Como el corazón se expone al sufrimiento y la alegría, a la oscuridad y la luz, al bien y el mal, al deleite y al horror, el corazón debe estar afianzado en la buena voluntad, en el amor. Nuestro campo emocional y mental debe cambiar su inestable confusión hacia un estado rítmico, como las tempestuosas olas que cuando se calman se convierten en regulares y reflexivas.

   Los sentimientos de bondad, compasión, y gratitud generan serenidad, un ritmo sincronizado del corazón que los investigadores llaman “coherencia”, mientras que la ira, el temor, y la frustración generan una imagen áspera y caprichosa, “incoherente” (Kamp, 25). Durante la coherencia, el campo EM del corazón gana en profundidad y poder. Grandes grupos de células en el cerebro comienzan a vibrar al ritmo del corazón, y las ondas cerebrales viajan sobre las ondas del corazón. Como las funciones del corazón y del cerebro cambian, así también lo hacen nuestra percepción y acción (Buhner, 41). La práctica médica está cambiando a la luz de estos hallazgos, dirigiéndose lentamente hacia una vida armoniosa. Al centrarnos en el amor, el campo inferior emocional puede ser tan estable como un péndulo. Las meditaciones que amplían el amor y la compasión son fundamentales para el sendero como base segura para la ecuanimidad, el autoconocimiento, la fraternidad y el servicio.

   Las imágenes metafísicas y religiosas de la conciencia del corazón incluyen nuestros conocidos triángulos entrelazados, la santa cruz, y la rosa o loto totalmente abierto. Todos ellos confieren armonía e integridad en medio de una gran actividad. En el ocultismo oriental el chakra del corazón es el cuarto de los siete centros principales, que es el puente entre el cuerpo físico y los campos sutiles. El chakra del corazón es llamadoanâhata, un término sánscrito que significa “no tocado”. El sonido del corazón, su sagrada voz o melodía, surge no de dos cosas juntas que se chocan. Más bien la melodía del corazón afirma una armonía eterna, la sabiduría del amor.

   Los científicos confirman otro principio del ocultismo, que el corazón interactúa con otros campos entrando en una especie de diálogo. Cuando los campos de dos corazones vibran al unísono, ellos comparten información, uno puede liderar o captar el interés del otro, una relación denominada “arrastre”. Durante muchos meses en el útero, el corazón del infante comparte información y propósito en el corazón materno, incluyendo cómo ella se siente acerca de su bebé y el intercambio continúa después del nacimiento. Stephen Harrod Buhner escribe (40-2):

   Todos vivimos inmersos en campos de información llenos de significado. Estos campos fluyen hacia nosotros desde el momento de nuestro nacimiento. Nosotros experimentamos estos campos no como un flujo de palabras en una página, pero sí como emociones, el toque de la vida sobre nosotros. Este intercambio arraigado en nuestro corazón altera nuestras vidas, conforma su calidad, nos recuerda que nunca estamos solos. Nos reconecta con la raíz de nuestro ser, de la cual procedemos, y alimenta en nosotros una natural empatía por el mundo que nos rodea…estamos hechos por la naturaleza única de cada cosa que penetra en nosotros a través de nuestros corazones, el cual almacena recuerdos de ella, y establece un diálogo.
   La sabiduría del corazón es estética. En el pensamiento griego la sensación y la percepción fueron denominados aisthesis -tomar la vida en sí mismo, respirar en ella. La Voz del Silencio usa imágenes similares. En el umbral del sendero, el discípulo debe “vivir en lo eterno…vivir y alentaren todo como en ti alienta cuanto ves, has de sentirte residiendo en todas las cosas, y a todas las cosas en el Ser” (v. 217). Y nuevamente, el corazón debe “estremecerse en respuesta a toda señal y pensamiento de todo cuanto vive y respira” (v. 225).

   El Corazón conoce y actúa mediante una participación estética, a través de la inspiración. Un espléndido atardecer, la sonrisa pura de un niño, un cachorro saltando hacia nosotros para jugar: las cosas simples pueden brindarnos alegría. Purificado y despierto el corazón se funde con lo bello y lo bueno en lo que sea que contemple. El corazón acalla en reverencia ante los mensajeros del poder espiritual sea cual sea la forma que tengan, se presta a gritos de dolor tan fácilmente como el loto busca el sol. El corazón nutre y se renueva dándose a sí mismo. El discípulo debe anhelar un diálogo no de palabras sino de todo su ser.

   HPB habla del lugar silencioso del corazón donde podemos encontrar refugio, un poco de calma, en las horas de meditación (CW,VIII,127-9). Ella aconseja: “Hunde tu conciencia profundamente en el corazón, y llegarás a ese lugar. Incluso en medio de la crisis, de la confusión, de la duda, del cansancio, el santuario silencioso permanece”. Pero HPB nos recuerda que incluso cuando descansamos, no debemos perder de vista la batalla. Hasta que todo sea silencio por dentro y por fuera, hasta que lleguemos a un lugar de completo auto-olvido, el camino continúa. Mientras que buscamos la senda sirvamos a ese Gran Corazón, el Alma Suprema cuyo amor-sabiduría bendice cada paso y cuya paz eterna da a cada peregrino la bienvenida al hogar.

Stephen Harrod Buhner, ´The Heart as an Organ of Perception´ (El Corazón como un Órgano de Percepción). Spirituality and Health, Marzo-Abril 2006, pp. 38-43.
Jurriaan Kamp, ´A Change of Heart Changes Everything´ (Un Cambio en el Corazón cambia Todo), Ode, Junio 2005, pp 23-7.