sábado, 30 de enero de 2016

La Perfección Del Karma




(Charla de la Convención Adyar, 28 de Diciembre 2006)

Colin Price

 (El Sr. Colin Price es Secretario General  de la Sociedad Teosófica en Inglaterra)
  

       A fin de sostener ‘una mirada siempre fija en la perfección humana’, necesitamos mantener una constante vigilancia en las consecuencias kármicas de nuestros pensamientos y acciones, porque la perfección es una ciencia exacta.

El Karma se ha descrito como la Ley Universal fundamental. Una comprensión de la verdadera naturaleza de esta ley revelará su perfección. La palabra ‘ley’ se utiliza de diversas maneras. Se usa para describir las reglas por las que las sociedades civilizadas regulan el comportamiento por el bien común de la sociedad, la ley civil. Similarmente, se usa para describir las reglas de conducta entre los individuos, la ley moral. Ambas varían en algún grado de una sociedad a otra, dependiendo de factores religiosos y culturales.

De modo inverso, las leyes científicas son muy diferentes. Son inmutables.  La percepción que el hombre tiene de ellas puede cambiar cuando las estudia e intenta explicarlas, pero son invariables. La Ley del Karma está en esta categoría, y comprender esto nos da una vislumbre de su perfección. En física, biología y química, la totalidad de la ciencia moderna e ingeniería están basadas en la inmutabilidad y reiteración de las leyes de la Naturaleza

Es este concepto de la inmutabilidad de las leyes de la Naturaleza que es tan importante respecto de la Ley Universal tal como lo entendemos en la Teosofía. Esta ley contiene muchos aspectos. Uno de ellos es la Ley de Causa y Efecto, la que generalmente se conoce como Karma. Sus consecuencias son extremadamente trascendentes, y su existencia domina todas las áreas de nuestra vida.

En particular se aplica a los siete principios del hombre. Así, podemos observar su acción a nivel físico en las ciencias físicas, donde su fiabilidad, universalidad e inmutabilidad, virtualmente se dan por sentadas. También deberíamos entender cuán confiables y predecibles son a nivel emocional, cuánto la mente confía en ellas y cuán profundamente interfieren con nosotros en nuestra individualidad en el nivel búddhico.

En La Clave de la Teosofía, Sección XI, HPB dice:

“La consideramos como la ley Fundamental del Universo, la fuente y el origen de todas las demás leyes que existen en la naturaleza. Karma es la ley infalible que ajusta el efecto a la causa, en los planos físico, mental y espiritual del ser. Como ninguna causa deja de producir su debido efecto, desde la más grande, hasta la más pequeña, desde la perturbación cósmica hasta el movimiento de nuestras manos y como lo semejante produce lo semejante, Karma es aquella ley invisible y desconocida, que ajusta sabia, inteligente y equitativamente cada efecto a su causa, rastreándola hasta su origen. Aunque incognoscible en sí misma, su acción es perceptible”.

 Surge de muchas formas en la vida y en la Naturaleza, y por lo tanto tiene muchos nombres o definiciones, tales como la ley de alternancia (segunda proposición fundamental), de causación (todo efecto tiene su causa), de equilibrio y armonía, de evolución, de inteligencia innata. También ha sido descrita como la ley de la entrada en existencia, del movimiento, del cambio ordenado, de la unidad esencial, etc. Las implicaciones en la religión y en la política, son inmensas.

¡Así, repentinamente la gran preocupación de varias religiones mundiales con el castigo y el juicio se ha vuelto un proceso automático! El hombre efectivamente se castiga a sí mismo ignorando las leyes naturales de la compasión y el altruismo. Más que temer a un dios vengativo, iracundo, necesita temerse a sí mismo. Quizás a esto se debe que el Maestro KH se refiere a “esta ley terrible” en Las Cartas de los Mahatmas (ML).

Es difícil apreciar el efecto profundo que esto puede producir en la auto-estima de una persona o entender cuán profundamente penetra esta ley en el corazón mismo de la realización de nuestros deseos al determinar el curso de nuestras acciones y así, crear sus inevitables consecuencias. KH explica este aspecto de la ley del Karma cuando declara ‘el motivo es todo’, y HPB ilustra la principal idea de la perfección en La Voz del Silencio: ‘La inacción en una obra de caridad, viene a ser acción en un pecado mortal’.

Mientras es verdad que todo lo que nos  sucede tiene una causa, no todas las cosas que nos suceden son el resultado de nuestros pensamientos y acciones individuales, esto, como dice HPB sería  fatalista. Sin embargo, el Karma actúa en niveles muy diferentes: el personal, el familiar, donde lo que hace un miembro afecta a todos; en el de la comunidad local, como cuando ocurre una tragedia a una familia y toda la comunidad reacciona para apoyarla. Este sentimiento de Karma colectivo está presente nacionalmente en nuestros grupos sociales y de trabajo, y aún a nivel mundial, el calentamiento global y la subida de los niveles del mar, para dar un ejemplo. Todo el mundo tiene su Karma  colectivo. Es en este sentido que el Karma opera a través de una estructura jerárquica.

En La Clave de la Teosofía, HPB dice: ‘Es la Ley de ajuste, que siempre tiende a restablecer el equilibrio en el mundo físico, y la armonía alterada en el mundo moral’. Aquí hemos comenzado a considerar la acción de Karma en el nivel subjetivo: en la alterada armonía, dice ella, en el mundo moral. En el Dhammapada leemos: ‘Si un hombre habla o actúa con un mal pensamiento, el dolor lo seguirá como la rueda sigue el pie del buey que tira el carruaje’. Jesús dijo (Mateo, 7:2): ‘Porque con el juicio con que juzgáis, seréis juzgados, y con la medida con que medís, se os medirá’. San Pablo dice (Gal., 6:7): ‘No os engañéis, Dios no puede ser burlado: pues todo lo que el hombre sembrare, eso también segará’. W. Q. Judge escribió en su revista The Path: ‘El Karma actúa en todas las cosas y seres, desde el átomo más diminuto concebible hasta Brahma. Yendo a los tres mundos de hombres, dioses y seres elementales, ningún sitio en el universo manifestado está exento de su dominio’. KH habla acerca de los elementales (ML, 14/66): ‘Entonces, el Karma los alcanza y tendrán que apurar hasta la última gota de la amarga copa de la retribución’.

No se puede poner de relieve en mayor grado la naturaleza inmutable, inflexible y rigurosa del Karma. Es tan firme, confiable y segura como todas las leyes que descubrimos en nuestras ciencias naturales. Porque creemos que la ley natural es inmutable y confiable, no esperamos entrar en el laboratorio de química un día y encontrar que el experimento que hicimos el día anterior no puede repetirse. No puede ser una ley para lunes, martes y viernes, y no para los otros días de la semana. Es para todos los días, para cada mes del año. HPB nos habla una y otra vez, con el apoyo de KH en Las Cartas de los Mahatmas, acerca de esta confiabilidad de la Ley del Karma. No podemos escapar de ella encontrando una excusa. KH la llama la Ley de Compensación (ML, 43/42): “Desde el principio se nos enseña que cada hombre es personalmente responsable ante la Ley de Compensación de cada palabra que pronuncia voluntariamente”.

 La Ley y la Evidencia

 Y no hay controversia posible acerca de la evidencia. Una y otra vez en la ley civil, hay discusiones respecto a las evidencias. ¿Cuántas personas eluden el castigo por los crímenes que han cometido a causa de evidencia no confiable?  ¿Cuántos van a prisión cuando no lo merecen, a causa de que la ley ha sido burlada con evidencia falsa? Pero con el Karma no hay nada de esto. Leemos en La Doctrina Secreta (DS, I, pp. 103-4) que los Lipikas registran todo con perfecto detalle en la Luz Astral. El Karma también ha sido explicado por HPB como la Ley de Retribución. ¿Cómo trabaja? Ella escribe:

  

“Los ‘Lipikas’, de la palabra lipi, ‘escrito’, significan literalmente los ‘Escribas’. Místicamente estos Seres Divinos se hallan relacionados con Karma, la Ley de Retribución, pues son los Registradores o Cronistas que imprimen en las tablillas invisibles (para nosotros) de la Luz Astral, ‘la gran galería de pinturas de la eternidad’, un registro fiel de cada acción, e incluso de cada pensamiento del hombre; de todo cuanto fue, es o por siempre será, en el Universo fenomenal. Como se dice en Isis sin Velo (I, 343) este lienzo divino e invisible es el LIBRO DE LA VIDA.

“Sin embargo, los Lipikas no son deidades relacionadas con la Muerte, sino con la Vida Eterna. (Ibid., p. 105)

“Relacionados como se hallan los Lipikas con el destino de cada hombre, con el nacimiento de cada niño, cuya vida se halla ya trazada en la Luz Astral, no de un modo fatalista sino porque el Futuro, lo mismo que el Pasado, permanecen siempre vivos en el Presente”. (Ibid).

El presente está determinado por nuestro Karma del pasado, y nuestro Karma ahora determina el futuro.

Y así la Ley actúa automáticamente: es inmutable, invariable, actúa lo mismo que lo hacen las leyes naturales. Si uno establece las condiciones correctas, obtiene el mismo resultado cada vez, y no se puede enfatizar con mayor énfasis que el Karma trabaja de esta manera. Está basado en evidencia totalmente confiable, la evidencia registrada en la Luz Astral.

Jesús dice en Juan, 12:47-8: ‘Al que oye mis palabras, y no las guarda, yo no le juzgo…La palabra que he pronunciado, le juzgará en el día postrero’. El resultado es completamente predecible y repetible. En Mateo, 12:33-7, Jesús dice:

“O haced el árbol bueno, y su fruto bueno, o haced el árbol malo, y su fruto malo, porque por el fruto se conoce el árbol”.

“¡Generación de víboras! ¿Cómo podéis hablar lo bueno, siendo malos? Porque de la abundancia del corazón habla la boca”.

“El hombre bueno, del buen tesoro del corazón saca cosas buenas, y el hombre malo, del mal tesoro saca malas cosas”.

“Mas yo os digo que toda palabra ociosa que hablen los hombres, de ella darán cuenta en el día del juicio”.

“Porque por tus palabras serás justificado, y por tus palabras serás condenado”.



En el Bhagavadgitâ (XVII.11-17) vemos que la Perfección llega a través de la armonía y la gran importancia del motivo:



(11) Es puro el sacrificio ofrecido en armonía con la LEY sagrada, por hombres sin deseo del fruto, y con el corazón diciendo ´es mi deber´.

(12) El sacrificio ofrecido con el fruto como propósito y asimismo para auto-glorificación, es un sacrificio impuro de Rajas.

(13) El sacrificio contrario a la gran ley, sin fe ni palabras sagradas, sin distribuir comida, y sin dádivas, dícese que pertenece a la oscuridad.

(14) El culto tributado a los dioses de la luz, a los dos veces nacidos, a los Maestros, y a los sabios, a la pureza, la rectitud, la continencia y la mansedumbre: es la armonía del cuerpo.

(15) Las palabras que otorgan paz, que son veraces, agradables y benéficas, así como la práctica de la lectura de las Escrituras: es la armonía de la palabra.

(16) La paz mental, el silencio, el auto-control, el amor y un corazón puro: es la armonía de la mente.

(17)  Esta triple armonía es considerada pura cuando se la practica son fe suprema, sin deseos de recompensa y desde el alma.



 En la increíble biografía de Sylvia Cranston – HPB,  La Extraordinaria Vida e Influencia de Helena Blavatsky- está la narración de uno de sus amigos del pasado, Solovyov. Era uno de esos amigos que se alteran cuando está disgustado, y quien pensaba que podía mandar a una mujer sólo porque él era hombre. Podemos imaginar las explosiones que se producían cuando trataba de mandar agresivamente a HPB. Cuando comprendió que no podía hacer lo que quería, en palabras de Sylvia:



“Solovyov entonces trató de crearle problemas a HPB en su propia familia. Comenzó a infundir en Vera (hermana de HPB) la idea de que la Teosofía era antagónica al Cristianismo. HPB informó a Sinnett que Vera le había escrito  ‘una carta de censura llamándome una renegada, una sacrílega, Julián el Apóstata, y una “Judas” para Cristo’. Blavatsky respondió: ‘Es evidente que Solovyov está muy furioso porque no tuvo éxito en obtener de mí lo que esperaba, y ha inventado la excusa del anti-Cristianismo… En cuanto a mi anti-Cristianismo tú sabes cuál es; soy enemiga de los excesos eclesiásticos de Protestantes y Católicos; la idea de Cristo crucificado resplandece en mí cada día más clara y más pura”.



Cuando leí estas palabras vi a HPB completamente bajo una nueva luz. Vi algo de la motivación de toda su abnegación y sacrificio por el bien de las enseñanzas. No extraña que dijera que la Teosofía es puro altruismo.

Ningún estudio de Karma puede posiblemente estar completo sin considerar el significado de la crucifixión de Jesús. ¿Por qué, deliberadamente permite que sus oponentes lo arresten, lo enjuicien, lo entreguen a malhechores sádicos para ser  torturado y  asesinado? ¡NO para aplacar a un dios enojado que se deleitaba  con el dulce sabor del sacrificio y el derramamiento de sangre! ¡NO para asumir el castigo por las fechorías que pertenecían a  otros! ¿Por qué, entonces? Christmas Humphreys nos da una pista en La Búsqueda Interna, donde se refiere a ‘la tela’:



“Imagine constantemente el Universo como un organismo vivo dominando una sola sustancia y una sola alma, y observe cómo todas las cosas reaccionan en sólo un sentido mundial; todas actúan por un solo impulso, y todas cooperan hacia todo lo que ocurre, y caracterizan la contextura (una multitud de cosas entretejidas) y la concatenación (unión por medio de lazos) de la tela”.



 Así, aquí obtenemos la primera vislumbre del concepto de la Vida Una y de la Fraternidad.

A causa de esta interrelación de la vida toda, la acción de cualquier vida afecta la totalidad. Cuanto más violenta o poderosa sea la acción es más posible que toda la tela de la vida se vea afectada, distorsionada, o mejorada. Podemos pensar en muchos ejemplos: el tremendo impacto de la vida de Hitler en el siglo veinte y la Segunda Guerra Mundial, y acercándonos a nuestro tiempo presente, la explosión del Monte Santa Helena en los EEUU, llenando el cielo de polvo de modo que tuvimos un clima enteramente anormal por uno o dos años posteriores a la explosión. Algunas personas piensan que el mal verano que tuvimos en 1997 fue causado por las explosiones atómicas en India. Esto se observó antes cuando

las explosiones atómicas causaron que la atmósfera superior se nublara. El terrorismo en los EEUU afectó el Mercado de Valores en todo el mundo.

Así, esta interrelación de toda la vida sucede en el nivel físico. Pero también el Karma actúa a nivel subjetivo, y así también con la perspectiva del Karma a nivel de la vida individual.

¿Cuál es este ideal del Cristo crucificado que HPB dice que resplandece para ella cada día más claro y más puro?



·         ¿El desafío de encontrar una mejor forma de relacionarse con la vida en todos sus aspectos?

·         ¿El valor de combatir la injusticia y el mal, de enfrentar el pensamiento erróneo y las enseñanzas que esclavizan y encadenan a hombres y naciones?

·         ¿Mostrar el camino de la fraternidad y el amor?



Creo que la mejor forma de seguir nuestros pensamientos en este punto es volver a La Doctrina Secreta:



        ‘El Padre-Madre teje una tela, cuyo extremo superior está unido al Espíritu (Purusha), la Luz de la Oscuridad única, y el inferior a la Materia (Prakriti), la extremidad de sombras del Espíritu. Esta Tela es el Universo, tejido con las Dos Substancias hechas en Uno, que es Svabhavat’.(DS, I, p.83).



Para explicar esta parte de la Estancia HPB se refiere al Mundaka Upanishad:



 “Se afirma ‘Así como una araña extiende y recoge su tela, así como brotan las hierbas en el terreno… del mismo modo se deriva el Universo de aquel que no decae’, (I, 1.7). Brahmâ, como el ‘Germen de las Tinieblas desconocidas’, es el material del cual todo se desenvuelve y se desarrolla ‘como la tela de la araña, como la espuma del agua’, etc. Esto es tan solo gráfico y real, si Brahma, el ‘Creador’, se… para aumentarse o expandirse. Brahmâ ‘se extiende’ y se convierte en el Universo tejido de su propia substancia”.



La misma idea ha sido hermosamente expresada por Goethe, que dijo:



    “Así al crujiente telar del Tiempo me someto,

    Y tejo para Dios la vestidura con que he de verle”.



Una vez más es aplicable el axioma hermético –así como es arriba es abajo.

        La tela de araña es una bella analogía para todo el universo, pero es todavía más significativa cuando se aplica a la Vida Una. Representa para nosotros la interrelación de toda vida. A nivel humano nos enseña que ‘ningún hombre es una isla’, todos somos parte de la tela única. Estoy seguro de que todos han visto la tela de una araña enrollada y deformada. Al igual que toda la tela se deforma si se rompe un solo hilo, así la perfecta simetría y armonía de la vida humana se desfigura e incluso se destruye por los descuidos del hombre. Se

dice que la tela de araña es más fuerte que una tela hecha de hilos de acero del  mismo diámetro, pero la fuerza de la tela de la interrelación humana deriva de su unión con el amor y la compasión.

        Como afirmé anteriormente, la interrelación de toda la vida, la Vida Una, sugiere que un Hitler puede destruir o dañar el diseño, y similarmente, alguien puede venir y restaurar este diseño, porque la acción del Karma es jerárquica, no trabaja sólo en un nivel. Por esto, uno puede ver cómo un gran profeta -Buda o Jesús- puede corregir el diseño de la tela, y por lo tanto, devolverla a la perfección.

        Todos estos diseños en la Luz Astral son sólo un reflejo, una emanación, de la Ley Una que describe todas las cosas y que es responsable de toda existencia, de la expresión que procede del Uno.

Dentro de la jerarquía de seres espirituales, San Pablo ve glorioso nuestro destino espiritual, dentro de una tela de amor puro y fraternal. Todos los grandes líderes y reformadores espirituales tales como el Coronel Olcott, Florence Nightingale, William Wilberforce, Annie Besant y la Madre Teresa, han sido motivados por esta tremenda percepción de la verdadera naturaleza de la existencia real, que tan claramente deriva del concepto de la Vida Una y está tan profundamente enraizada en el Primer Objetivo de nuestra Sociedad.

Una comprensión de todas las consecuencias de la Ley del Karma nos provee de un fuerte incentivo y motivo para esforzarnos hacia la perfección en la forma en que vivimos nuestras vidas, mostrando lo que San Pablo llama los siete “frutos del espíritu” en su carta a los Gálatas. Ellos son: amor, alegría, paz, paciencia, bondad, benevolencia y control de si mismo, contra estos (dice) no hay ley. Estos reflejan las siete pâramitâs: caridad, armonía, paciencia, desapego, energía para la verdad, meditación y sabiduría.

Este núcleo de fraternidad universal sin discriminación de ninguna clase puede existir solamente cuando se obedece este aspecto supremo de la Ley. Nuestra escapatoria de la rueda de nacimientos y renacimientos depende de nuestra armonización o resonancia con el diseño perfecto de la tela que existe en la Luz Astral. Siempre que el hombre sea genuinamente altruista, emergerá algo del glorioso esplendor de este diseño. Mientras que en nuestros propios peregrinajes individuales estemos en afinidad con este diseño, fundaremos los cimientos de nuestra propia inmortalidad, no  basada en algún juicio futuro en un terrible día del juicio, sino basada en la Ley inevitable, indiscutible, inmutable, que yace en el corazón mismo del Uno del que deriva toda existencia.

De todos los poderes latentes en el hombre, este poder de generar buen o mal karma a través de la jerarquía de vidas, es el más imponente y el más vital. El destino del hombre en la Vida Una, como individuo y colectivamente, está determinado por esta Ley Fundamental del Universo. Tan sólo un hombre con suficiente valor y convicción puede cambiar el destino de una nación, como así también el de toda la humanidad.



Tal es la ley que dirige hacia la rectitud,

Que nadie finalmente puede desviar o posponer,

Su corazón es el amor, su fin

Es Paz y dulce Consumación. ¡Obedécela!



(Sir Edwin Arnold, La Luz de Asia)


El Karma doloroso se puede enfrentar bien con un corazón alegre, como algo para hacer y concluir; es mejor tenerlo detrás que ante nosotros, y cada deuda pagada nos deja con menos a pagar. Sería que el mundo supo y pudo sentir la fuerza que proviene de confiar en la Ley … Sólo nuestros propios hechos pueden limitarnos; sólo nuestra propia voluntad puede encadenarnos. Cuando el hombre reconoce esta verdad, la hora de su liberación ha sonado. La naturaleza no puede esclavizar al Alma que ha ganado el Poder por la Sabiduría, y los usa a ambos con Amor.

                                                               A. Besant

jueves, 21 de enero de 2016

LA ÉTICA VEGETARIANA: SU EFECTO EN LA SALUD INTERNA


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Tim Boyd, ‘The Theosophist’, Julio de 2015

No soy un experto en el tema de la dieta vegetariana. Como la mayoría de personas razonablemente cultas, tengo bastante información, pero no es mi campo.

Otras personas pueden informar más sobre los estudios científicos y médicos que demuestran los beneficios que tiene para la salud una dieta vegetariana, como, por ejemplo, que reduce la hipertensión, las tasas de cáncer, las enfermedades cardiovasculares, etc. Hay quienes pueden hablar del considerable impacto ambiental que representa cambiar a una dieta vegetariana (residuos de carbono sustancialmente disminuidos y una menor contaminación del aire, del agua y de la tierra). Son ideas importantes que nos afectan a nosotros como individuos y al mundo en el que habitamos.
Mi contribución será la de considerar brevemente el tema desde el punto de vista de los efectos que tiene la dieta vegetariana en nuestra salud interna, en la condición de nuestra conciencia.

¿Mis credenciales? Soy vegetariano y soy consciente. Me hice vegetariano hace muchos años. Cuando era adolescente, el vegetarianismo en los Estados Unidos no era nada comparado con el movimiento en que se ha convertido ahora. Se habían hecho pocos estudios. Personalmente yo no conocía a ningún vegetariano. Simplemente tenía una gran sensación de que era lo adecuado para mí. En mi caso no fue hasta después de haber adoptado totalmente una dieta vegetariana que empecé a investigar las razones para hacerlo. Esencialmente, empecé como un vegetariano ignorante.

El ejemplo de mi hija es distinto. Como mi mujer no estaba totalmente convencida de que un niño pudiera alimentarse bien con una dieta sin carne, nuestra hija creció con una dieta carnívora. Un día, cuando tenía doce años, volvíamos a casa en coche por la autopista. En los Estados Unidos, transportan en camiones semi-descubiertos a los animales que van a sacrificar. Si pasas por su lado, puedes ver a los animales que llevan. Pasamos en aquel momento al lado de uno de esos camiones que transportaba cerdos. Nos paramos cerca de él y nuestra hija dijo emocionada. “¡Miren qué cerdos tan lindos!”. Fue un momento de apreciación inocente de aquellos animales que veía tan pocas veces porque vivía en la ciudad. Yo le hice una pregunta “¿Adónde crees que van esos animales?” No le hice ningún discurso ni dije nada más. Ella permaneció en silencio en el asiento trasero del coche mientras yo conducía. Ya en el restaurante, y para variar, pidió una comida sin carne. A la mañana siguiente declaró que a partir de ese día sería vegetariana. Y ya han pasado diez años de eso.

En Estados Unidos tenemos el siguiente dicho: “Eres lo que comes”. Es una frase sencilla de sentido común que reconoce que la materia que utilizamos para construir el cuerpo determinará sus debilidades y fuerzas. La misma idea se aplica en la construcción de un edificio o en la programación de un ordenador. Los materiales inferiores producen estructuras débiles. En el caso del cuerpo conducen a la enfermedad.

Como estudiante de la Sabiduría Perenne esa expresión tan simple me parece muy profunda por una serie de razones. Por más que insistamos en la importancia del cuerpo físico y de su salud, todos somos conscientes de que nuestro ser físico y la salud del cuerpo son únicamente una dimensión de nuestro ser total. No hace falta tener una comprensión profunda de la idea de los campos o de los niveles de conexión, para reconocer que, como seres humanos, vivimos y funcionamos a muchos niveles. El físico es el más obvio, pero todos somos conscientes del flujo de sensaciones, sentimientos, pensamientos e incluso de la repentina e inexplicable sensación ocasional de gozo y expansión que puede inundarnos inesperadamente como una ola. Somos seres multidimensionales en un universo multidimensional. Nos alimentamos o morimos de hambre a muchos niveles, y el físico es solamente uno de ellos. Alimentamos las emociones con música, relaciones, películas. Alimentamos la mente con ideas, conversaciones, libros, e incluso navegando por la red. Alimentamos el espíritu pasando tiempo en la Naturaleza, con libros sagrados, con plegarias, y con el silencio de la soledad.

En todo esto la calidad de los “cuerpos” (emocional, mental, espiritual) que construimos será determinada por los “alimentos” que comemos. Alimentad las emociones con una música que sólo excite las pasiones, con relaciones de baja calidad, adictivas o de maltrato y nuestra naturaleza emocional quedará atrofiada. Llenad la mente de imágenes e ideas pornográficas, con esa distracción continua que nos proporciona la navegación por la red y con charlas inútiles, y el alcance y la flexibilidad de la mente disminuirán. Naturalmente, lo contrario también es cierto. Alimentad las emociones y la mente con nutrientes inspiradores y purificantes y adquirirán expansión y armonía.
Cuando pensamos en el efecto que puede tener una dieta consistente en alimentos cárnicos hay un par de preguntas que necesitamos hacernos. ¿Qué estamos comiendo cuando comemos carne? La pregunta puede responderse de distintas maneras. Es una fuente de proteínas. Satisface ciertas necesidades que tiene el cuerpo de vitaminas y minerales. Pero es mucho más que eso. Es un alimento que tiene ricas tradiciones de preparación, cultivo y costumbre. Está asociado con la familia, con los recuerdos, las fiestas religiosas y las celebraciones nacionales. Todo esto es verdad, pero necesitamos cuestionarlo con un poco más de profundidad.

¿Cuál es el origen de los alimentos cárnicos? “Los animales” es la respuesta fácil, y si no queremos violentarnos, nuestra investigación podría detenerse ahí. Pero ¿qué es un animal? ¿Tiene conciencia? ¿Tiene sentimientos? ¿Experimenta dolor? ¿Desea la seguridad, la compañía de sus semejantes, la felicidad y el bienestar? La respuesta a todas esas preguntas es “sí”.

Hay una frase profunda y categórica que es esencial para la práctica y comprensión del budismo, y que dice “todos los seres desean la felicidad”. En el budismo, la simple definición del amor es el deseo de que todos los seres experimenten la felicidad. No necesitamos conocer al detalle toda la brutalidad que implica la cría y matanza de esos seres vivos, reducidos a “unidades de producción” cuando hablamos de la industria de la carne, para saber que al comer alimentos cárnicos estamos participando en un proceso que ocasiona un intenso sufrimiento a millones de vidas en cada momento de cada día. Es una concienciación básica que surge en el momento en que nos permitimos hacer estas preguntas y considerarlas abiertamente.

El verdadero problema con el que nos enfrentamos es que cuando nos permitimos considerar el tema, eso nos exige hacer una opción consciente, y tanto si optamos por detener nuestra participación como si continuamos contribuyendo a la desgracia de otros seres, hay unas consecuencias.
Tengo varios amigos que han crecido en una granja. Todos ellos cuentan la historia de haberse encariñado con algún animal de la granja y tenerlo de animal doméstico cuando eran niños, ya fuera un pollo, una cabra o un cerdo. Me dicen qué nombre le habían puesto, cómo jugaban con él y cómo le querían. Después, en todas esas historias, llegaba el momento, un brutal momento en el que se daban cuenta de que sus amigos animales eran criados para matarlos. Muchas veces las historias hablan del “Pollito” o de “Freddie” o de “Sally”, servidos en un plato a la hora de la cena. Son historias comunes y aunque con el tiempo se va desvaneciendo ese recuerdo, a medida que emerge la aceptación de que “esto es lo que pasa en el mundo”, el horror infantil de aquel momento de realización permanece. Porque esas preguntas sobre la naturaleza y el origen de la comida carnívora son obvias, son del tipo de preguntas totalmente aparentes a la inocencia de un niño, y son preguntas que cuesta mucho suprimir.

La elección que nos vemos forzados a hacer no tiene que ver simplemente con un tema físico. Se hace a nivel de sentimientos, pensamientos e incluso de espíritu. Seguir adelante, aunque sea con nuestra pequeña participación, en este proceso generador de sufrimiento requiere una profunda negación de la realidad. Nos vemos obligados a rechazar toda consideración, a rechazar todas las preguntas, a negarnos a ver lo que tenemos delante mismo.
Es esta negación lo que tiene el mayor efecto en nuestra salud interna.
Algunas personas dirían que la grandeza del ser humano consiste en nuestra capacidad de pensar. Es lo que nos diferencia de todos los demás reinos de la Naturaleza. Pero cuando recordamos a las personas que consideramos más grandes, gente como Jesús, el Buda, la Madre Teresa, Gandhi, San Francisco, es verdad que todos fueron grandes pensadores, pero su mayor grandeza consistía en su capacidad de amar sin límites.

Nuestra negación limita nuestra capacidad de amar. No puede desarrollarse en su total potencialidad. Es imposible amar y simultáneamente infligir un sufrimiento innecesario sobre aquellos a los que amamos. La mayoría de nosotros nos esforzamos por aprender a amar del todo a nuestro pequeño círculo de familia y amigos. Un poco de amor, un amor limitado, a la mayoría ya nos hace sentir bien. Al mismo tiempo, en algún punto de nuestro interior, tenemos la sensación de que nuestra capacidad de amar es mucho más grande de lo que estamos revelando ahora. Esa es la vida que, según nos dicen los grandes seres, se halla delante de nosotros, si optamos por ella. “Las cosas que yo hago las podréis hacer vosotros, y aún más grandes”; “La naturaleza Búddhica de todos los seres”; “La identidad fundamental de todas las almas con la Super-Alma Universal”; todas estas expresiones no son más que algunas de las formas en que se han manifestado nuestros potenciales ocultos en las tradiciones de sabiduría del mundo.


La dieta global cambiará a un enfoque más vegetariano. Es algo inevitable por dos razones: (1) porque la demanda de una población creciente, que ya suma más de siete mil millones, resulta excesiva para los recursos animales del mundo; y (2) porque en todo el mundo existen  innumerables personas que se están haciendo las mismas preguntas y que llegan a conclusiones que exigen opciones responsables. Los océanos ya son incapaces de reponer los peces que se han cogido para comida y para fertilizantes. El impacto degradante ambiental que representan las granjas de vacas, pollos y cerdos, se está convirtiendo en algo insostenible. La dieta global cambiará porque tiene que hacerlo. La pregunta más importante es “¿Cambiaremos nosotros?” o ¿continuaremos siguiendo ciegamente los esquemas impuestos por las circunstancias? Sócrates dijo: “La vida sin examen no es digna de vivirse”. Independientemente de la comida que elijamos comer, hagamos el esfuerzo necesario para preguntarnos y respondernos las profundas preguntas sobre nuestra manera de vivir de forma consciente en el mundo. Sólo de esta forma podemos crear una condición de salud interna capaz de cambiar las condiciones externas de nuestra época.

domingo, 17 de enero de 2016

Caridad


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 U. S. PANDEY

Secretario de la Federación U.P. de la Sección Inda de la ST.

 La importancia de la caridad se ha enfatizado en todas las tradiciones religiosas. Las limosnas (dâna) o donación, o dar algo a una persona necesitada, es un aspecto de la caridad. La caridad puede ser en el nivel físico y mental. Cuando enviamos pensamientos y sentimientos buenos y compasivos por el bienestar de los demás, es caridad en el nivel mental y, por cierto, es la caridad más importante.

   En el Bhagavadgitâ, dâna, como muchas otras acciones, se ha descripto de modo triple: donaciones dadas a alguien que no las retribuye en la creencia de que una dádiva hecha en el lugar y momento adecuados, a una persona digna, se considera pura (sâttvic); limosnas dadas en espera de una retribución, o en espera de sus frutos, o de mala gana, se considera como pasional (rajas); limosnas dadas en un lugar y momento inadecuados a una persona indigna, irreverente y despectivamente, se afirma que son de la oscuridad (tamas).

   En el sendero más empinado del Bodhisattva, donde las alturas de Pâramitâ se cruzan, Dâna es la primera llave de las siete puertas que el buscador debe abrir una por una. Es la llave de la caridad y el amor inmortal. Preparado con esta llave de caridad, amor y tierna misericordia, el buscador está seguro ante la puerta de Dâna, la puerta que está a la entrada del Sendero (La Voz del Silencio, III.230).

   Más aún, en La Voz del Silencio (I.61,62), se afirma:

 Pero deja que las ardientes lágrimas humanas caigan una por una en tu corazón, y que en él permanezcan sin enjugarlas, hasta que se haya desvanecido el dolor que las causara.

 Estas lágrimas, oh tú de corazón muy compasivo, son los arroyos que riegan los campos de caridad inmortal. En este suelo es donde crece la flor de media noche, la flor de Buddha… Es la semilla que libra del renacimiento.

 En el Brhadâranyaka Upanishad (V.2.2) se menciona que Prajâpati instruyó a sus tres tipos de discípulos, es decir dioses, hombres y demonios, pronunciando la sílaba “Da” y los hombres comprendieron que es “Dâna”. Los hombres por naturaleza son avariciosos, por lo tanto deberían practicar  Dâna.

   En La Imitación de Cristo, Thomas à Kempis escribió que “sin caridad el trabajo externo no da ningún beneficio, pero cualquier cosa que se hace con caridad aunque sea pequeña e innoble, se vuelve fructífera. Porque Dios está más interesado en con cuánto afecto y amor una persona desempeña su trabajo, que cuánto hace”. Además se dice que “quien tiene una caridad verdadera y perfecta no busca nada, pero desea que Dios sea glorificado en todas las cosas, porque él no busca ningún goce para él mismo, ni desea regocijarse, sino que principalmente desea ser feliz en Dios… Ah! Si un hombre tuviera aunque sólo fuera una chispa de perfecta caridad, percibiría sin lugar a ninguna duda, que todas las cosas terrenales están repletas de vanidad.”

   Madame H. P. Blavatsky, que fundó la Sociedad Teosófica, dijo en La Clave de la Teosofía que en el caso de la caridad deberíamos actuar individualmente y no colectivamente. Ella citó los preceptos del Budismo del norte:

 Nunca pongas alimentos en la boca del hambriento por medio de la mano de otro.

 Nunca permitas que la sombra de tu vecino (una tercera persona) se interponga entre tú mismo y el objeto de tu dádiva.

 Nunca le des tiempo al sol para secar una lágrima antes que tú la hayas secado.

 Nunca des dinero al necesitado, o alimentos al sacerdote que pide en tu puerta, por medio de tus sirvientes, no vaya a ser que tu dinero disminuya la gratitud y tu alimento se convierta en hiel.

  La idea es que al hacer una caridad en el nivel físico, es decir, cuando se le da alimentos o dinero a alguien necesitado, la persona que lo da también debería transferir sus vibraciones personales de compasión y simpatía a quien lo recibe. De modo que además de cubrir necesidades físicas, la elevación espiritual de quien lo recibe también se produce. La idea teosófica de caridad significa esfuerzo personal de otros, misericordia personal y bondad; interés personal en el bienestar de quienes sufren; simpatía personal, previsión y ayuda en sus problemas o necesidades. Se cree que este esfuerzo personal, contacto y simpatía, le da un poder mucho mayor a la dádiva. Esta creencia se basa en que, aliviar el hambre del alma es mucho más que aliviar el vació del estómago; la gratitud hace mucho más a quien la siente, que a aquél que la produce.

   También se aconseja que dâna o limosna para los necesitados debiera darse con la misma reverencia y sentimiento sagrado que al hacer una ofrenda a la Deidad. Una persona que da dâna debería evitar el deseo de auto-reconocimiento y también la práctica de recordar a sus padres, etc. por medio de dâna ya que implica un motivo egoísta. Dâna se debería dar sólo para beneficiar al necesitado sin deseo alguno de recompensa y reconocimiento por parte del donante.

   Cuando en la dádiva de Dâna o en la práctica de la caridad, el necesitado no se beneficia y continúa sufriendo, puede incluso generar mal karma para el donante.

   Nuestro trabajo en el servicio de la humanidad debería ser “silencioso”, bien se dice: “Que tu mano izquierda no sepa lo que hace tu derecha”. La práctica de la caridad con amor y compasión debería ser como la acción de los rayos ultravioleta, invisibles pero efectivos.

   El Mahatma, en su carta a A. P. Sinnett (Las Cartas de los M. 123), expresó: “la mujer o el hombre a quien el Karma coloca en medio de pequeñas y sencillas obligaciones, sacrificios y bondades, se elevará por medio de ellas, si las lleva a cabo con fidelidad, hacia el mejor cumplimiento del Deber, del Sacrificio y de la Caridad en beneficio de toda la humanidad”. En su carta, el Maha Chohan escribió: “Para  que nuestras doctrinas ejerzan su acción sobre el así llamado código moral o sobre las ideas de veracidad, pureza, auto-negación, caridad, etc., tenemos que enseñar y popularizar el conocimiento de la teosofía.” La referencia a la Caridad en estas importantes cartas indica su importancia en los deberes comunes y también como una parte esencial del código moral.

martes, 12 de enero de 2016

Trascender la ciencia, un nuevo amanecer - I


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JACQUES MAHNICH
Presidente de la Rama St Jean, de la Sección Francesa.
Conferencia de Ciencia y Teosofía, dada en la Convención Internacional, Adyar, 28 diciembre 2014


 Introducción
Había una vez una alta montaña en la que nació una pequeña molécula de agua  proveniente del cielo. Ella despertó cuando sintió que se estaba deslizando entre las rocas y comenzó a precipitarse en las cascadas con gran deleite. Su nombre era CienciaMol, nosotros la llamaremos Molly. Ella estaba muy agitada, y pronto, junto a sus compañeras, quiso medir y comprender todo lo que le rodeaba, la presión de su ambiente, la temperatura que la agitaba, su velocidad de movimiento, la altura de los riscos, la distancia que estaba recorriendo, etc. Pronto, conoció moléculas más viejas que le dijeron: ‘Ten cuidado, el tiempo y la distancia que estas midiendo no son valores fijos, deberías apurarte, la relatividad te atrapara!’ Ella tuvo miedo, ¿Quién podría ser esta extraña bestia que estaba oculta en el cielo, esperando invadir su paisaje y modificar su visión del mundo?

Molly continúo deslizándose en la corriente, y entró a una gran ciudad. Aquí, otra molécula vieja le contó que este lugar, lejos de su lugar de nacimiento, era también el lugar de una criatura muy extraña llamada el Remolino Negro. Nadie lo había visto, pero de acuerdo a la leyenda, podía  tragarse  todo lo que se atreviera a  acercársele demasiado, y, dado que nunca nadie había regresado de ese lugar, nadie sabía lo que sucedía allí.

Precipitándose, ella alcanzó otro lugar río abajo donde había tantas otras moléculas que ella no podía ver las orillas del río. Llegó otra amiga muy agitada y le dijo: ‘Necesitas saber que recién descubrimos que nuestro río ahora se está expandiendo en todas direcciones y nosotros no sabemos por qué! Roguemos por no caer en el infierno de la Energía Negra!’ Todavía había antiguas supersticiones muy activas entre estas personas.

Muy asustada, ella se lanzó hacia adelante, mirando solamente al frente. Repentinamente, escuchó una voz que le decía: ‘Piensas que estás aquí, pero en realidad, tú estás en todas partes al mismo tiempo, y no puedes saber dónde estás o a qué velocidad te estás moviendo. Por lo tanto, no puedes saber dónde estás ni hacia dónde vas. Mejor aún, deja de intentar comprender el mundo que te rodea.’ Esto fue demasiado para ella. Finalmente, decidió cerrar sus ojos y dejarse llevar sin ninguna resistencia. Después de un largo rato, finalmente ya no sintió ningún movimiento y abrió sus ojos. Se hallaba entre una infinidad de moléculas de agua, todas quietas. Ella vio que cada una de las moléculas tenía una pequeña luz azul en su interior, que iluminaba su entorno. Ella intuitivamente supo que había llegado al final de su jornada, hasta que el Maestro, el Sol, la llamara nuevamente al cielo para comenzar otra jornada.  Molly estaba ahora integrada en el Océano de la Teosofía e iba a comenzar un nuevo amanecer.

Ciencia y Tradiciones, una antigua pareja
Una importante constante de vida en este planeta es sus ritmos. Esta es una de las tres proposiciones fundamentales de la Sabiduría Eterna. Aquí estamos hablando acerca de todos los ciclos que mantienen las formas de vida durante la fase de manifestación. Estamos familiarizados con los ciclos principales, tales como la vida y muerte de las células, organismos, personas, civilizaciones, estrellas, universos, etc. Lo mismo para la secuencia del día y la noche, las estaciones, el ciclo del agua, el ciclo  del carbono, y así sucesivamente, en esta tierra. Cuando miramos las Tradiciones de la humanidad, encontramos ciclos en cosmogénesis  que, excepto en la Tradición Cristiana, el intervalo más pequeño se expresa en cien mil años terrestres.

También existen ciclos mucho más cortos que están mucho más próximos a nosotros: el ciclo de vida de nuestras células humanas, de las que están hechos nuestros cuerpos físicos. Tenemos alrededor de 100.000 billones de células en nuestro cuerpo, lo que, codo a codo sería equivalente a una cuerda de 15.000 kilómetros. Trabajan todas juntas y por su cuenta, afortunadamente para nosotros, para mantener la integridad de cada cuerpo durante sus vidas. Cada día, 20 billones de células morirán y serán reemplazadas por otras nuevas. Los ciclos de reemplazo pueden durar desde algunas horas hasta quince años. Esto significa que la mayoría de nuestras células tienen menos de diez años. Cuando nos sintamos un poquito viejos, puede que queramos recordar este hecho. La superficie de nuestros pulmones es alrededor de 100 metros cuadrados, la longitud de nuestros vasos sanguíneos es de 100.000 kilómetros y nosotros sintetizamos 1.014 moléculas cada segundo. Nuestro cuerpo físico es una maravilla, el fruto de un billón de años de evolución. Esto es lo que la Ciencia nos dice.

La Sabiduría Eterna nos dice también que todo el cuerpo físico humano es renovado cada siete años. Este es un ejemplo donde puede ser posible construir un puente entre la Ciencia y las Tradiciones. Y esto no es por azar. Hay un axioma clave fundamental que todos podemos reconocer fácilmente: la Realidad es Una, y nosotros, como seres humanos, la estamos interpretando con un infinito conjunto de posibilidades basadas en nuestra cultura, condicionamiento, tendencias, y atavismos. Cuando hablamos de un científico o de un espiritualista, necesitamos tener presente que ambos son, ante todo, seres humanos en una cierta etapa de su desarrollo. Ellos no difieren tanto, ambos tienen su condicionamiento que los lleva por el sendero de su vida con características comunes.

Entonces, miremos estos dos enfoques y veamos cómo pueden mejorarse mutuamente por el bien de una humanidad mejor.

La ciencia en el siglo veintiuno
La ciencia, definida por Madame Blavatsky como ‘una abstracción de cada hecho, una comprensión de cada verdad dentro del alcance de la inteligencia e investigación humana’ (H. P. Blavatsky Collected Writings, VIII, ‘¿Qué hay en un nombre?’, p.13), ha afectado profundamente nuestra vida diaria e impregna ahora casi todos los aspectos de las sociedades humanas. Los campos industrial, económico, financiero, educacional, artístico y cultural, dependen fuertemente de las tecnologías producidas por los descubrimientos científicos. La ciencia ha remodelado nuestro panorama, ha modificado profundamente nuestros modos de vida y es importante no ignorarla.

Como sabemos, no siempre ha sido el caso, y le tomó siglos emerger como una de las fuerzas motrices de nuestra evolución. Desde el principio en su historia, tuvo que luchar en contra de los dogmatismos predominantes sostenidos por las principales religiones en los países occidentales. Los últimos cuarenta años trajeron una fuerte aceleración al desarrollo de la Ciencia, difundida ahora a gran parte del mundo. Pero, más importante es el factor de propagación, potenciado por los límites más abiertos entre los países y los medios de comunicación globales, que permiten acceder a la información a tiempo real, y a procesos cooperativos en línea.

Actualmente, hay cerca de siete millones de científicos en el mundo investigando en más de 250 disciplinas académicas. Casi un científico por cada mil seres humanos. Los científicos publican un promedio de un millón de artículos de investigación al año. Y viven en comunidades físicas y virtuales, sin límites, la aldea mundial. Por ejemplo, el Laboratorio Europeo para Partículas Físicas (CERN) en Suiza, tiene, sobre una base permanente, 8.000 investigadores de 80 nacionalidades que provienen de 52 países. La diversidad de culturas y tradiciones da un mejor resultado de competencias y experiencias. Gran parte de la investigación es ahora ejecutada bajo enfoques interdisciplinarios y multinacionales, y tales esfuerzos combinados permiten, debido a la sinergia de poderes financieros e intelectuales, mucho más que lo que cualquier país podría realizar. Este es el tipo de práctica que puede que queramos recordar.

En una palabra, la Ciencia se convirtió en una enorme máquina para investigar los misterios del mundo físico bajo todos sus aspectos medibles. Estamos lejos de la imagen del siglo 19 de algunas renombradas universidades y algunos genios aislados. Por lo tanto, el impacto de la Ciencia en nuestra vida social, económica y cultural es tremendo. Ha remodelado nuestra sociedad para bien y para no tan bien. En el lado bueno, la sustentabilidad, reducción de desigualdades entre países, conservación de la Naturaleza, conservación de las culturas locales y éticas se convirtieron en conductores en el desarrollo científico. Al menos son parte de los valores de la Ciencia actual. Como ejemplo, la Declaración del 6° Foro Mundial de Ciencia (2013) declara que: ‘Los científicos son individual, colectiva y  éticamente responsables del progreso de la Ciencia y del uso de sus beneficios para la sociedad’. El informe tiene la siguiente recomendación: ‘Es responsabilidad de ambos, de los que promueven la ciencia y de los científicos, mantener la supremacía de los intereses morales y sociales sobre los intereses a corto plazo, económicos y políticos, en la selección e implementación de proyectos de investigación y desarrollo por parte de los gobiernos o industrias privadas’. Esta es una afirmación sólida, pero la vida real muestra que estas anheladas afirmaciones no son implementadas, o son implementadas parcialmente. No ha impedido la sobreexplotación de los recursos de la tierra, que está en pleno auge actualmente. Obviamente, los científicos no pueden controlar el uso de sus inventos, y hemos visto esto por un largo tiempo. La responsabilidad reside en la naturaleza humana, su personalidad inferior es manejada por codicia y deseos. El lema actual es ‘Siempre más para mí’, es decir, más utilidades para los productores/proveedores de productos y más satisfacción de deseos para los consumidores. Las tecnologías han permitido esta aceleración, y el desarrollo de la economía liberal, a nivel planetario, ha perjudicado a la mayoría de las capacidades de las  autoridades/gobiernos de controlar el movimiento. Puede que nos encontremos sentados en un auto de carreras de alta tecnología sin volante.

Tradiciones en el Siglo XXI
Las tradiciones, incluyendo todas las religiones, filosofías y herencias culturales, también tienen sus ciclos de vida. Actualmente, vemos algunas de las religiones monoteístas declinando pronunciadamente en algunos países, algunas religiones orientales, como el Budismo, floreciendo en países occidentales, y muchos ‘movimientos de la nueva era’ apareciendo y desapareciendo. Por muchos siglos, la vida social, política y comunitaria estuvo organizada  en torno a las tradiciones religiosas principales. Ellas modelaron la conducta humana a través de su filosofía, moral y ética. Debido a que no tomaron solamente el aspecto espiritual, sino también el aspecto transitorio, modelaron nuestras sociedades usando modos de represión moral y física, e incluso modos terroríficos tales como la Inquisición en la Europa del siglo dieciséis. Al desaparecer dejan un vacío en el campo de los valores, moralidad y ética humanos, que usaron para promover, nutrir y proteger. Ya que la Naturaleza detesta el vacío, otros valores rápidamente aparecieron para reemplazar los antiguos. Y dado que la moralidad religiosa está desapareciendo, la mente inferior ya no encuentra obstrucción alguna para expresar su conducta básica: la satisfacción de sus deseos. El ciclo infernal ha comenzado: porque el deseo no puede ser agotado nutriéndolo, aumenta constantemente sus demandas de ‘más-para-mi’. En el otro extremo de la cadena alimenticia, los productores aumentan la velocidad de su producción, la variedad de sus productos, creando una nueva necesidad para la ‘siempre hambrienta’ masa de consumidores. A su vez, esto tiene una repercusión en los recursos de la Madre Tierra. El ciclo infernal está aquí y en marcha.

Humanos frente a la Ciencia y Tradiciones – El Poder de la Ciencia
Uno puede preguntarse por qué la Ciencia está adquiriendo tanta importancia y visibilidad actualmente. Aparte del aspecto cuantitativo de los resultados de la ciencia en la vida diaria, manifestado por tecnologías facilitadas por los descubrimientos, los científicos se han enfocado en un campo más amplio de influencia en las sociedades, teniendo por objetivo la toma de decisiones y la educación. Sus planes estratégicos, construidos y aprobados mundialmente, tienen como objetivo no solamente el bienestar (¿) material, sino también los valores materiales. Un proyecto de educación iniciado en el 2000 y presentado a nivel de la ONU fue impulsado por la urgente necesidad de promover una comunidad mundial de ciudadanos educados científica y tecnológicamente. Las metas y objetivos fueron destacados como:

·         Desarrollo personal a través de la adquisición de conocimiento científico.
·         Desarrollo mental personal a través del uso de métodos/habilidades científicos.
·         Desarrollo de atributos, actitudes y percepciones individuales.
·         Desarrollo de valores y habilidades como un miembro responsable de la sociedad.
Ned Lane, Director de Política Científica y Tecnológica, Washington DC, USA, afirma en una Conferencia Mundial sobre la Ciencia (2000):

“Es cierto que nuestra responsabilidad se extiende más allá del mundo científico. Nosotros somos quienes ayudaremos a determinar los métodos en los que el conocimiento nuevo se cruce con metas y valores sociales. Somos quienes nos hallamos en las encrucijadas del conocimiento humano y las necesidades humanas, y ayudamos a nuestro mundo a trazar el rumbo hacia adelante”.

Él no nos dijo hacia dónde nos iba a conducir este rumbo. Obviamente, la espiritualidad no pertenece a los valores propuestos. Todos los ingredientes para una sociedad materialista están aquí, y la ciencia ficción de la década de 1950 (novela Orwell 1984) parece haberse convertido en una realidad.

Resumiendo, todas las observaciones y hechos están mostrando que la evolución humana en este planeta se está acelerando y puede tomar un giro equivocado, o está girando a una velocidad demasiado alta y puede ser lanzado fuera de su sendero evolutivo. Los valores universales están desapareciendo con la disminución de la influencia de las instituciones religiosas, y los valores culturales están centrados alrededor del materialismo. Quizás este cuadro esté desequilibrado, demasiado pesimista o demasiado simplista. Pero la tendencia principal de la filosofía materialista y su implementación práctica, apoyada y respaldada mundialmente (UNESCO) es inequívoca.

Este sería un llamado para despertar. La próxima pregunta entonces sería ‘¿Qué podemos hacer?’

Primero tenemos que dar una mirada a algunas nuevas tendencias en las comunidades científica y teosófica.
                                               (continuará)


El conocimiento científico se puede combinar con la actividad espiritual para crear paz y buena voluntad en el mundo por medio de un campo no manifestado.
Richard Prosser