martes, 12 de septiembre de 2017

Desde La Atalaya Sobre la Unidad


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Tim Boyd

 Hay varias maneras en las que podemos aplicar el principio de la Unicidad. Muchas veces el ejemplo utilizado es el de un médico que da una receta. Si fuéramos a ver a un buen doctor, primero nos examinaría y después haría un diagnóstico. Sin embargo, alguien que realmente fuera muy buen médico probablemente funcionaría a distintos niveles. Examinaría nuestra condición y recetaría cosas que funcionaran a otros niveles también, como ejercicio, cambio de régimen, etc. Incluso podría llegar a decirnos que necesitamos considerar la calidad de nuestros pensamientos y nos podría recomendar algo para leer e incluso una práctica de plegaria o meditación. Cuando pensamos en términos de nuestra condición espiritual, necesitamos aplicar un planteamiento similar en nuestro propio pensamiento, porque el hábito que hemos adoptado durante tantas vidas de profunda convicción de separación funciona a cada nivel de nuestra conciencia. Necesitamos, pues, tratarlo a muchos niveles. Obviamente la mejor cura es tratar directamente la causa raíz, pero a veces nos resulta difícil. Hay un par de vías por las que podríamos tratar ese síntoma de la separatividad que nos coloca lejos de una realización del hecho de la Unicidad.

No es por casualidad que en el mundo teosófico se insista en el servicio. Si pudiéramos llamarlo de forma distinta, describiríamos el servicio como la actividad compasiva consciente. La parte importante es actividad consciente. Hay una dirección de la mente hacia esa extensión más allá de nuestro propio yo limitado, que muchas veces implica el pensamiento, nuestra naturaleza de sensaciones e incluso el movimiento de nuestro cuerpo en la expresión de actividad compasiva. Trata el sentido de la separación en los niveles de la personalidad básica. Es una de esas vías que está siempre a nuestra disposición.

Muchas veces le digo a la gente que si tenemos dolor de cabeza o hemos tenido un mal día en el despacho y nos sentimos emocionalmente agotados, a veces la mejor cura que podemos tener para eso es hacer algo por otra persona. Podemos preparar una comida e invitar a alguien a compartirla con nosotros. Al barrer el frente de nuestra casa, también podemos barrer el frente de la casa del vecino, si nuestro motivo es bueno. Esas actividades pueden tener efectos inmediatos en términos de nuestra condición personal a través de la extensión más allá de nuestro yo limitado. A otros niveles, una gran parte de ese trabajo se hace en nuestro interior, en un nivel más profundo.

Durante la vida de H.P. Blavatsky, ella compartió muchas cosas en sus obras sobre la meditación y su valor, y dijo muy poco sobre cómo meditar. Pero nos dejó ese maravilloso diagrama que dictó pocos años antes de morir: El Diagrama de la Meditación. En los círculos teosóficos le damos mucha importancia a la meditación y estaría bien que a veces habláramos de qué es la meditación y de qué no es. Porque a menudo podemos estar esforzándonos con la creencia de que, si nos sentamos durante veinte o treinta minutos o más por la mañana, estamos meditando. Tal vez sea cierto, pero tal vez el noventa y nueve por ciento de las veces no lo sea. Cuando hace muchos años me di cuenta por primera vez de que la meditación era importante, leí libros y hablé con la gente para descubrir qué era la meditación. Dondequiera que mirara había una descripción de un método o técnica, pero no de lo que es la meditación. Incluso cosas como la cita teosófica “La meditación es el anhelo inexpresable del alma por el infinito” tiene una belleza poética que señala una cierta dirección, pero “¿qué hacemos con eso?” era mi pregunta. Probablemente la mejor cita sobre el significado de la meditación que he encontrado es la de un teósofo y lama tibetano nacido en Alemania que escribió muchos libros, Anagarika Govinda. Una vez le preguntaron “qué es la meditación” y su respuesta es la que más me gusta: “La meditación no es lo que piensas”, ¡corto pero contundente! En cualquier momento en que estamos sentados dedicados a un proceso de la naturaleza del pensamiento, de la mente, no estamos meditando. La meditación empieza en el punto en que acaba el pensamiento. Los pensamientos nunca terminan, ese plano siempre está activo, pero en el momento en que nuestra conciencia va más allá de su implicación en el movimiento mental, y solamente en ese momento, empieza la meditación. Todo lo demás, todos esos quince, veinte, treinta minutos que pasamos sentados, se describirían más precisamente como  “la práctica de la meditación”, no como “la meditación”.

Similarmente, cuando practicamos el piano, no estamos tocando el piano, estamos practicando.

Lo maravilloso sobre la meditación es la experiencia común que todos hemos tenido, la ausencia momentánea del yo. Es un momento en que no estamos sobre un cojín, es decir, estamos teniendo una experiencia meditativa genuina. No necesitamos sentarnos con las piernas cruzadas y respirar de cierta manera. Probablemente las experiencias más profundas de meditación que hemos tenido han sido en momentos en que no diríamos que estábamos meditando técnicamente. Pero la práctica es vitalmente importante, como un granjero que prepara la tierra para recibir a la semilla.

En el Diagrama de la Meditación de Blavatsky el primer punto que señala es que, en la meditación, tenemos que hacer un esfuerzo, hemos de intentar concebir la Unicidad: “Primero concebid la UNIDAD con la expansión en el Espacio y la infinitud en el Tiempo”. En nuestra imaginación intentamos expandirnos en todo el espacio, un acto imaginativo al principio. Una de las cosas que se dice es que el espacio es eterno. Cualquiera que sea nuestra concepción de lo Divino, de Dios, etc, necesariamente tiene la naturaleza del espacio ilimitado. HPB nos pide que concibamos la Unidad y, sabiendo muy bien que la Unidad no puede captarse con ningún concepto, nos pide que lo intentemos. Ése es el principio de su Diagrama de la Meditación. Es un planteamiento abstracto, y como es tan abstracto, necesariamente no será atractivo para todos y cada uno. Pero hay muchas otras formas de meditación que hacen exactamente lo mismo, usando distintos métodos.

En el budismo, hay una forma familiar de metta o meditación de amorosa bondad. Hay también una meditación sobre las cuatro mentes inmedibles. Esas meditaciones esencialmente implican la aspiración de que todos los seres puedan ser felices y libres de sufrimiento. A nivel superficial, se trata sólo de la exposición de un deseo y podría terminar aquí. Pero a un nivel más profundo la meditación se enseña realmente empezando con una visualización, en la medida en que seamos capaces, de todos los seres ante nosotros y de este buen deseo que fluye hacia todos esos seres que hemos visto en la mente situados frente a nosotros. Ésa es la manera de incorporar un componente visual en la misma sugerencia hecha por Blavatsky, intentando llegar a comprender la Unidad por expansión en el espacio. En este caso, tiene lugar por expansión hasta el número ilimitado de seres frente a nosotros. Como los seres son ilimitados, el deseo de su felicidad también tiene la cualidad de ser sin límite, sin apego personal. Si el planteamiento abstracto es atractivo, entonces simplemente la expansión está en el espacio y es infinita en el tiempo, según el modo de Blavatsky. Si necesitamos cierto nivel de imaginería para poder activar la imaginación y estimular la aspiración, hay otros métodos que consiguen lo mismo. Estas son algunas ideas de la manera en que podemos aplicar una parte del principio de la Unidad.

domingo, 2 de abril de 2017

La Psicología de la Yoga


SIMON WEBBER
Licenciado en psicología experimental, trabaja como científico social.

Es miembro activo de la Rama Wellington de la Sociedad Teosófica en Nueva Zelanda.

 La Sociedad Teosófica tiene una importante pero difícil misión, crear un núcleo de una nueva sociedad, una sociedad “teosófica”, que se base en el altruismo en lugar del interés propio. Los miembros de la Sociedad tienen como único requisito apoyar sus tres Objetivos.

Una pregunta clave que los miembros de la  sociedad puede que quieran considerar preguntarse a sí mismos es: ‘¿Qué hace falta para crear esta sociedad “teosófica"?’ Podríamos considerar muchas  respuestas a esta pregunta; por ejemplo, uno podría involucrarse más en el trabajo de la sociedad a nivel local o nacional, e incluso a nivel internacional. Esto puede tomar la forma de administración o enseñanza, o ambos. Además, uno podría centrarse más en profundidad en el estudio y la meditación, haciéndose a sí mismo más susceptible a los impulsos espirituales. Todas estas respuestas tienen su mérito, ya que abarcan tres aspectos claves de vivir una vida espiritual: servicio, estudio y meditación. Consideremos, sin embargo, otra respuesta, una que pueda ayudarnos a tener más claridad de percepción acerca de nuestro dharma como miembros de esta Sociedad.

Crear una sociedad “teosófica" requiere una comprensión de la “psicología de la yoga”. Esta comprensión es a la que Jiddu Krishnamurti se refirió como "inteligencia integrada", donde la mente y el corazón se encuentran para permitirnos tener un discernimiento más profundo sobre nuestra verdadera naturaleza y cómo comportarnos en consecuencia.

'La palabra yoga deriva de la raíz yuj, que significa unir, juntarse o conectarse' (Ravi Ravindra, 1998, pág. 53). El Dr. Ravindra continua diciendo que "a través de la yoga, se hace el intento de eliminar los obstáculos para el natural desenvolvimiento y desarrollo del ser humano, de modo que la verdadera y real naturaleza de la persona pueda realizarse" (ibíd, pág. 52). Esta definición pone de relieve un punto clave importante sobre la psicología inherente de la yoga, específicamente que, como individuos, no somos la consecución de nada, sino más bien, hay un liberarse del egoísmo y la ambición, para revelar la propia Divinidad latente dentro de nosotros.

La teosofía proporciona un excelente marco que nos permite ver el propósito de la evolución y dónde estamos ubicados en el esquema de las cosas como seres humanos. Y lo mismo sucede con el yoga. El ser humano, se nos enseña, es como el Señor Edward Bulwer-Lytton expresó 'uno de los privilegios más elevados" (Bulwer-Lytton, 1895). O, en otras palabras, somos seres espirituales y como tales, se nos anima a través de la yoga para darnos cuenta de esto, para saber que somos más que la culminación de las posesiones físicas, emociones y pensamientos, esta personalidad que hemos tomado como nuestro ser.

Como dice el Bhagavadgitâ:

Nunca el espíritu nació;
ni dejará nunca de ser;
Nunca fue el tiempo;
¡Comienzo y final son sueños!
El espíritu no nace ni muere;
Y permanece inmutable por siempre.
La muerte no lo acaricia,
Y sin embargo ¡parece su albergue!
(2;20)

Por lo tanto, partimos de la premisa de que, aquí y ahora, somos chispas de lo Divino. Por lo tanto, la yoga es un proceso de "eliminar obstáculos', quitar el polvo del espejo, o aquietar las ondas en el lago (para usar otra analogía), de forma que el âtma o espíritu se perciba o se comprenda.

El gran sabio Patanjali, al reunir aforismos sobre el yoga, nos proporciona una definición de yoga que apunta nuevamente a la psicología inherente a la yoga: "Yoga es la cesación de las fluctuaciones de la consciencia” (Feuerstein, 1989).

A través de la yoga se nos alienta simplemente para detener lo que nos impide percibir la Realidad, que, como los sabios nos han dicho a lo largo de los siglos, es el movimiento del pensamiento. Cuando la mente está quieta, la Realidad se percibe claramente, sin distorsión. Ya no vemos, como se expresa en la tradición Cristiana, 'a través de un cristal oscuro' (1 Corintios 13:12).

Esta claridad de percepción o realización, sin embargo, no implica ninguna forma de "un llegar a ser psicológico”,  la idea de que 'yo' como individuo voy a lograr algo. Porque la psicología de la yoga es un proceso de negación en vez de afirmación. Como un sabio contemporáneo, Nisargadatta Maharaj, dijo: "no busque lo que usted ya tiene. Usted mismo es Dios, la Suprema Realidad" (Maharaj, 1973, pág. 240).

A lo largo de innumerables vidas hemos construido una identidad, una individualidad que se considera a sí misma "algo". Durante cada encarnación continuamos construyendo este sentido de "yo", un ego construido sobre la identificación de las circunstancias externas. H. P. Blavatsky señala que la encarnación es importante, porque un espíritu (o ser celestial), divino en esencia, no es lo suficientemente puro como para ser uno con el Todo. La encarnación es necesaria para realizar el Yo (Blavatsky, 1987)[i]

Llega un momento, sin embargo, en el curso de la evolución, cuando el ser humano necesita reorientarse y dejar de identificarse con lo que es transitorio durante cada encarnación con el fin de realizar  el Ser. La psicología inherente a la yoga tipifica esto como revertir este proceso, donde hay un movimiento constante desde la identificación con el nombre y la forma, a la identificación con la Realidad.

La Teosofía sugiere que hay dos momentos significativos donde sucede esto en la evolución de la conciencia. En primer lugar, es cuando el ser humano se convierte en un discípulo aceptado por un Adepto o Maestro Espiritual. Nosotros, entonces, ya no volvemos a tener el auto-engrandecimiento o exaltación propia como objetivo en nuestra vida cotidiana, sino que trabajamos por el bien de la humanidad. Como HPB señala, cuando uno se convierte en discípulo aceptado, la personalidad debe desaparecer y uno 'debe ser una mera fuerza benéfica en la Naturaleza' (Blavatsky, 1948)[ii]. En la tradición budista, se describe como Sovan, uno que ha 'entrado en la corriente'. En el hinduismo, se llama Parivrâjaka, el 'errante', que, como dijo C. W. Leadbeater, " ya no vuelve a sentir que algún lugar en los tres mundos inferiores es un refugio”. (Leadbeater, 1925, p. 182). En la tradición cristiana está simbolizado por el Nacimiento, un nuevo comienzo y despertar de la conciencia.

El segundo momento significativo es cuando hay una disolución del  'Yo' o ego (la individualidad), que se considera a sí mismo como una entidad separada del resto del Cosmos. Esto es a lo que HPB se refirió como la  "gran herejía”, la creencia en un yo, separado del Yo universal infinito único (Blavatsky, 1968)[iii].

En la tradición Budista, a un ser humano que ha alcanzado este nivel de conciencia se lo conoce como Arhat, el venerable o el perfecto. En el Hinduismo se lo denomina Paramahamsa, una persona con una alta realización espiritual. Es la etapa superior a Hamsa, el cisne, que simboliza el discernimiento espiritual. En el Cristianismo se simboliza con la Crucifixión, seguidos posteriormente por la resurrección y la ascensión. Sir Edwin Arnold, en La Luz de Asia, expresa esto como:

Habité muchas moradas de la vida, buscando siempre al que construyó estas prisiones de los sentidos llenos de aflicción y, mi combate incesante fue penoso.
¡Pero desde ahora, a Ti, constructor de estos tabernáculos, a Ti te conozco! No construirás ya estos muros de sufrimiento, no levantarás ya la techumbre de tus artificios ni colocarás nuevas vigas sobre la arcilla:
¡Tu casa está destruida y su principal sostén roto! ¡Es la ilusión quien la construyó!
Desde ahora voy a caminar sin cesar para alcanzar la liberación.

La reorientación respecto a cómo deberíamos vivir, como se describe anteriormente, implica que en nuestra práctica espiritual ya no estamos perpetuando un sentido de 'yo', un ego, un yo separado, que quiere adquirir y continuar su existencia. Este es el corazón de la psicología de la yoga.


En la tradición cristiana nos encontramos con esta idea. San Pablo lo expresa sencillamente: "cada día muero" (1 Corintios 15:31). Del mismo modo, el símbolo de la cruz en el cristianismo también expresa esta idea. El eje horizontal representa el camino del mundo y el eje vertical representa la dimensión espiritual. En cualquier momento dado tenemos la opción para actuar desde el propio interés y mantenernos en el mismo nivel del mundo o actuar desde los niveles de desinterés y de cambio, para pasar a experimentar niveles más profundos de conciencia del espíritu o unidad. Como expresa el dicho jasídico: 'No hay lugar para Dios en aquel que está lleno de sí mismo'.

Sócrates, el filósofo griego, también se refirió a esta idea cuando manifestó a sus amigos, el último día de su vida en prisión (antes de su ejecución), que no debe temer a la muerte alguien que 'muere' cada día de su vida. Por esto, Sócrates dice que si al vivir una vida espiritual nos entrenamos para vivir en un estado lo más cercano posible a la muerte (es decir, no asociarse con las locuras del cuerpo, sino centrarse en el espíritu), entonces cuando suceda la disolución del cuerpo físico, no habrá angustia. Sócrates menciona que si hay aflicción, esto muestra que una persona no es un amante de la sabiduría sino del cuerpo, y lo aclara diciendo: "los verdaderos filósofos hacen del morir su profesión '(Tredennick, 1969, p 113.).

La creación de nuestra sociedad “teosófica” ofrece a sus miembros una oportunidad sagrada, una que nos permite olvidarnos de nosotros mismos por el servicio a la humanidad. Para hacer esto, tenemos que ser conscientes de la psicología inherente a la yoga. HPB nos anima a hacer precisamente esto, en su última carta anual a la Sección Americana en la Convención de abril de 1891

“Si cada miembro de la Sociedad se contentara con ser una fuerza
impersonal para el bien, indiferente a alabanzas o críticas,
y sirviera los propósitos de la Fraternidad, el progreso
logrado asombraría al Mundo”.



Referencias
H. P. Blavatsky, La Clave de la Teosofía, Compañía India de Teosofía, Mumbai, 1987.
 - Ocultismo Práctico, de Theosophical Publishing House (TPH), Adyar, 1948.
 -  La Voz del Silencio, TPH, Adyar, 1968.
E. Bulwer-Lytton, Zanoni, Routledge, Londres, 1895.
G. Feuerstein, Los Yoga-Sutras de Patanjali: Una Nueva Traducción y Comentario, Inner Traditions Internacional, Vermont, 1989.
C. W. Leadbeater, Los Maestros y el Sendero, TPH, Adyar, 1925.
N. Maharaj, Yo soy Eso, Acorn Press, North Carolina, 1973.
R. Ravindra, El Yoga y las enseñanzas de Krishna, TPH, Adyar, 1998.
H. Tredennick, Platón: Los últimos días de Sócrates, Penguin, Londres, 1969.
                                                                                                               
Notas a pie de página


[i]  Reimpreso textual de la edición original publicada por primera vez en 1889.
[ii]  Primera reimpresión por TPH de este libro
[iii]  Primera edición miniatura, reimpreso de la edición original publicada en 1889.

martes, 14 de febrero de 2017

¡Estad siempre listos!

¡Estad siempre listos!

SVITLANA GAVRYLENKO
Secretaria Organizadora de la ST en Ucrania

 Actualmente la noción de una vida en constante cambio es muy popular. En realidad, muchas personas consideran que el alto nivel de ambigüedad, incertidumbre, caos, desorden, es perjudicial  para la sociedad y el individuo. Los científicos han llegado a una conclusión decepcionante sobre el aumento de la entropía; muchos rememoran la antigua sabiduría china que habla sobre la simpatía hacia aquellos que viven en tiempos de transformación.
Los optimistas encuentran en época de cambios ventajas importantes afirmando que tales tiempos brindan más posibilidades para el desarrollo y la evolución gracias a más grados de libertad.  Los científicos tienden a relacionarlo con la resistencia conciente a la entropía y llaman a este proceso “sintropía”.
Demos un vistazo al proceso de sintropía en su sentido psicológico y vinculémoslo con una cualidad o estado tal que se manifiesta a sí mismo como disposición. En un comienzo,  consideremos un enfoque científico de esta noción.
En primer lugar, la disposición es una capacidad potencial para reaccionar. En el contexto de las situaciones corrientes (esto es, previsibles), la disposición es una reacción casi automática que se desarrolla en numerosas repeticiones y que usa habilidades prácticas. La disposición puede ser implementada por medio del uso de procesos automatizados, sensores, instrucciones y procedimientos de entrenamiento. Sin embargo, en el contexto de situaciones inesperadas (es decir, impredecibles), otro mecanismo se pone en funcionamiento. ¿Qué nos ayuda en este caso? Son nuestras experiencias de vida, nuestros errores y nuestra intuición. La clave psicológica para nuestra habilidad de reaccionar es nuestra predisposición a actuar en la dirección de la mínima resistencia (predisposición a respuestas ya elaboradas).
¿Qué entendemos en este caso por “reaccionar”? Las reacciones son nuestras acciones mentales, emocionales y físicas. Desde este punto de vista, “reaccionar” implica una referencia personal.
Entonces, la disposición es una  capacidad de movilización que es una capacidad para reunir, acumular fuerzas personales y dirigirlas hacia el logro de ciertos resultados.  En las diferentes personas, el nivel de esta cualidad varía. Y en tal situación, un componente motivacional juega un rol principal que puede traer dos resultados opuestos: puede bloquear la movilización o puede propiciarla.
Por ejemplo, la amenaza a nuestra vida personal puede paralizarnos y agravar aún más la situación existente. Por otra parte, la preocupación por la vida de una persona cercana puede resultar en el crecimiento y la multiplicación de fuerzas que de este modo ayudan a superar los obstáculos aparentemente insuperables. Otro ejemplo: un orador principiante presenta su primer discurso a una audiencia. Esta situación puede producirle temor a dar una imagen personal distorsionada, paralizándolo y haciéndole olvidar sus notas o sus palabras Por el contrario, el sentido de responsabilidad que inspira al profesor o, la disposición a defender el honor del equipo puede multiplicar fuerzas y llevar al éxito.
Es un hecho muy optimista el que la disposición pueda ser desarrollada e, incluso más, que la necesidad de ese desarrollo sea parte de la naturaleza humana interna. Vamos a echar un vistazo al factor en nuestra vida conocido como riesgo. A pesar de nuestra actitud personal en relación con  este factor, hay que reconocer que el riesgo no sólo es una parte integral de nuestra vida, sino también una experiencia emocional deseada por muchos de nosotros; baste mencionar los juegos de aventura, montañismo, windsurf y otros tipos de deporte. Muchos hechos heroicos y crímenes están asociados con un riesgo deliberado e intencional.
Cuando las personas o las circunstancias de su destino (que son los mismos desde el punto de vista teosófico), incitan a entrenar su disposición para poner a prueba su capacidad para movilizarse, para perfeccionar sus capacidades de reaccionar, todo esto los hace más fuertes (física, emocional, mental y espiritualmente) y, en cierta etapa las personas comienzan a disfrutarla. Es por eso que usamos frases como las siguientes:
Debe amar las dificultades pues al superarlas usted está mejorándose a  sí mismo.
Dios bendiga los obstáculos.
Alégrese de tener dificultades porque hay una sabiduría especial que le está siendo revelada junto con ellas.
Muchas situaciones críticas agudas se describen en las Cartas de los Maestros que se remontan a la primera década de la Sociedad Teosófica. Además, las cartas contienen también varias indicaciones indirectas de que estas situaciones fueron provocadas por los propios Maestros para dar a luz el potencial oculto en las personas. Muchos cuyas intenciones eran defectuosas, egoístas y auto centradas y que actuaron por motivos mercenarios dejaron la ST con resentimiento e indignación. Otros, cuyas intenciones fueron más honestas y nobles, por el contrario, se acercaron y se convirtieron en miembros  eficaces de la ST.
Las experiencias de la vida nos brindan constantemente la oportunidad de atestiguar que las personas pueden hacer nacer sus capacidades más poderosas cuando actúan desinteresadamente por el bien de un noble objetivo y motivadas por causas nobles. Los siguientes son factores que contribuyen al desarrollo de nuestra disposición:
Las experiencias de vida, especialmente los eventos pico y las experiencias emocionales, experiencias dramáticas y extremas.
Reconocer las causas invisibles ocultas detrás de los efectos visibles, así como la definición de mecanismos de desarrollo de procesos.
Tomar conciencia de nuestra propia responsabilidad, tanto externa como interna.
Ambición altruista y lucha por el éxito.
Pensar previamente sobre la secuencia de nuestros pasos y las posibles maneras de lograr el resultado deseado.
Factores que impiden el desarrollo de nuestra disposición:
Actitud pasiva o alienada hacia la tarea o responsabilidad emprendida.
La indiferencia hacia el mundo exterior, a uno mismo y la introversión.
La falta de cuidado, la irreflexión, que a veces se llama “confiar en la suerte”.
La falta de un plan de acción reflexivo antes de realizar algo. La falta de experiencia
Posibles consecuencias de la falta de preparación o de una preparación inadecuada:
Acciones irrelevantes, esfuerzos ilícitos.
Errores, el exceso o la falta de esfuerzos.
Nuestro funcionamiento mental/psicológico  no cumple con los requisitos en ciertas situaciones:
Desde un punto de vista científico, la “disposición” puede ser definida de la forma siguiente:

1. Capacidad del sujeto para implementar funciones necesarias / tareas en situaciones específicas, en momentos específicos y en condiciones en las que están disponibles recursos externos necesarios.

2. Preparación física y psicológica para actuar o reaccionar.

 Vamos a tratar de ampliar esta definición examinado esta cuestión desde el punto de vista teosófico. La parte sagrada de la enseñanza teosófica se conoce como el discipulado. Esto se relaciona con la disposición de una persona para establecer contacto mental directo con los Maestros de Sabiduría, que son las grandes almas que regulan los procesos de evolución en nuestro planeta y la aceptación de los representantes seleccionados de la humanidad para entrenamiento a fin de convertirse en aprendices, ayudantes y colaboradores. La etapa del discipulado directo está precedida por una etapa preparatoria que llamamos “el camino de probación”. ¿Hay algunas pautas para mejorar la calidad de la preparación de alguien que ha comenzado un viaje hacia el crecimiento espiritual? Sí las hay, y aquí, la mayoría de las tradiciones espirituales son sorprendentemente unánimes:

1. Capacidad de cambio del propio estilo de vida, hábitos y preferencias, para mejorar la capacidad para reaccionar emocionalmente, para purificar la propia forma de pensar. La habilidad de cambiar uno mismo es uno de los mayores valores para un aprendiz; se requiere fuerza de voluntad, regularidad y diligencia. “El reino de Dios necesita ser tomado por la fuerza”. Este es el lema de los místicos cristianos que es plenamente aplicable para la aspiración al discipulado.

2. Una de las cualidades esenciales de la disposición de los discípulos es su capacidad para concebir nuevas ideas, lo que significa una apertura mental. Esta cualidad se basa en una convicción interna profunda de que la verdad revelada actualmente para ellos es relativa. El dogmatismo, el fanatismo y el estancamiento del crecimiento de los límites del conocimiento, obstaculizan el desarrollo de una nuevacomprensión. Esto, por supuesto, no se refiere a la cuestión de la protección de sus propios principios morales.

3. Disposición para seguir los consejos del Maestro. El Maestro se esfuerza plenamente para preservar el libre albedrío de los discípulos y simplemente les sugiere una u otra opción para la conducta o la solución del problema, dejando la decisión final en manos de los discípulos. Sin embargo, la capacidad de cooperar con el Plan Divino les permite a los discípulos ser eficientes colaboradores y confiar en el consejo del maestro, aunque no siempre sea comprensible. Las Cartas de los Maestros contienen un gran número de ejemplos en este sentido. Esto representa un gran reto para los aspirantes del mundo occidental debido a su exceso de confianza y arrogancia. Así es como un Maestro expresó esta idea en su respuesta a uno de los candidatos para el discipulado:

Antes de aceptar un candidato como discípulo, el Adepto, sin duda le instruirá a dejar a su familia, sus propiedades y su posición para despojarse y seguirlo hasta la espesura. ¿Hay algún teósofo británico que esté listo para esto?

Esta pregunta es relevante cuando se dirige a otras personas también, no sólo para los teósofos británicos.

4. Disposición para aprender las lecciones de una experiencia pasada es una cualidad importante de un discípulo. Esto es especialmente cierto cuando la experiencia es negativa, cuando no se ha conseguido el resultado previsto. La reacción habitual en estos casos incluye excusar nuestras acciones y la búsqueda de causas o circunstancias externas de fracaso, y culpar a los demás participantes de lo sucedido. Para los discípulos es muy importante resistir la tentación de tener esta reacción. Es esencial tratar de volver a pensar de manera objetiva en su propio comportamiento y reproducir de forma retrospectiva otras opciones para su comportamiento y sus posibles resultados. Este enfoque es mucho más constructivo y puede mejorar significativamente la capacidad de un discípulo para identificar una mejor estrategia para acciones futuras.

La idea misma de la creación de la Sociedad Teosófica, iniciada por uno de los Adeptos y aprobada en los más altos niveles de la Gran Fraternidad, tenía como objetivo comprobar la disposición de la humanidad para concebir una nueva comprensión del mundo y, sobre la base de tal comprensión, construir las bases de una nueva civilización.
Para concluir, puedo afirmar que la disposición de las personas, cuando se purifican de la influencia de su egoísmo, se convierte en buena voluntad real y es impulsada a la acción por su alto componente espiritual, Âtman o la voluntad de hacer el bien. La disposición no debe ser confundida con un estado constante de esfuerzo y expectativa de diversos problemas y amenazas que conduzcan al estrés crónico. Todo lo contrario. El más alto nivel de preparación es prácticamente idéntico al estado de liberación en el budismo. Significa la libertad de todo lo inferior que pone una carga y debilita las fuerzas y la voluntad del hombre. Esto quiere decir adquirir la capacidad de unirse con la fuerza bendita de la Naturaleza y convertirse en un ayudante del Plan Divino. Esto se traduce en el perfeccionamiento de nuestra capacidad (1) para integrarse en el proceso evolutivo sancionado por los más altos espíritus planetarios y, (2) tener las capacidades de nuestra propia personalidad acumulada durante siglos, los poderes energéticos y el potencial profesional, mental y físico. Significa integrarlos en este proceso evolutivo de modo consciente, no egoísta y con efectividad.  En la época soviética, los miembros de la Organización Joven Pionera utilizaban un lema “¡Estad listo!”, con la respuesta: “¡Siempre Listo!”. Esta consigna es muy sabia en el contexto del desarrollo y formación de la identidad de una persona. Nosotros, los teósofos, también somos pioneros en nuestros esfuerzos conjuntos: estamos ayudando a la humanidad a construir nuevos caminos. Sin embargo, cada uno de nosotros también está abriendo su propio camino en su vida personal. Por eso nos gustaría desear a todos y cada uno de nosotros: “¡estad siempre listos!”.



Hay muchas personas que buscan instrucciones prácticas de Ocultismo. Se hace necesario, por lo tanto, declarar de una vez por todas:

(a) La diferencia esencial entre el Ocultismo teórico y el práctico o lo que se conoce generalmente como Teosofía por un lado y, la ciencia oculta por el otro, y:

(b) La naturaleza de las dificultades que implica el estudio de este último.Es fácil llegar a ser un teósofo. Cualquier persona de capacidades intelectuales promedio y con inclinación hacia lo metafísico; de vida abnegada y pura, que encuentre más alegría en ayudar a su vecino que en recibir ayuda para sí mismo, que esté siempre dispuesto a sacrificar sus propios placeres en aras de otras personas y, que ame la Verdad, la Bondad, y la Sabiduría en sí mismas, no por el beneficio que puedan conferir, es un teósofo.

H. P. Blavatsky

Ocultismo Práctico